Crítica: Machine Head “Unatøned”

La primera vez que escribí que Machine Head eran capaces de lo mejor y también lo peor, que su carrera es una de cal por tres de arena y que Robb Flynn es también su peor enemigo, no faltaron las críticas, los insultos e incluso amenazas. Eran los años dorados de Twitter, cuando no había que pagar y todo el mundo comenzaba a creerse que su opinión era validada por el mero hecho de saber aporrear un teclado. Muchos años más tarde, aquellos que me escribieron ya no acuden a festivales o salas de conciertos, Machine Head es una banda que asocian a su juventud, no está presente en sus días y está bien así. A lo largo de más de tres décadas, he visto como diferentes generaciones se han creído a sí mismos como amantes de la música y el buen gusto, cuando, simplemente, eran jóvenes, por eso no puedo evitar reírme con cariño. Pero el resto aquí seguimos, ya lo he relatado muchas veces, recuerdo mis años de instituto con la camiseta de “Burn My Eyes” (1994), la primera decepción con “The Burning Red” (1999), sé de lo que hablo porque también estuve en aquella gira, y el descalabro definitivo tras el magistral “The Blackening” (2007), la caída libre hasta “Catharsis” (2018) y el desnorte. ¿Hay buenas canciones en algunos de los peores discos de Machine Head? Claro que sí. ¿Siguen funcionando en directo? Por supuesto, como una máquina bien engrasada. ¿Quiero una medalla por seguir militando en sus filas desde su primer disco? Si piensas así, es que no has entendido nada y no me extraña que siguas escribiendo desde la habitación de casa de tus padres.

El undécimo álbum de Machine Head, "Unatøned", publicado a través de Nuclear Blast e Imperium Recordings (si escribo esta reseña es porque llevo días con el promo sonando, aunque no se haya publicado de manera oficial), llegaba con la promesa de ser un testimonio de su ímpetu y relevancia, de rejuvenecer a la banda y reverdecer los laureles, sin embargo, este trabajo, el primero con Matt Alston en la batería y Reece Scruggs a las seis cuerdas, tras la salida de Wacław Kiełtyka (nuestro querido Vogg de Decapitated), no logra cumplir del todo con las expectativas, aunque la banda intente equilibrar su característico sonido con melodías melancólicas y grandilocuentes coros, el resultado es un álbum que, pese a sus momentos de intensidad, se siente inconsistente y forzado en muchas ocasiones. Del gimmick en la estilización de las letras con "ø" en los títulos, como en "Unatøned", prefiero no hablar ya que no hay nada que lo fundamente más allá de la estética en el apartado artístico y la sensación adolescente que produce.

El álbum despega con "Landscape Øf Thørns", que establece un tono sombrío con riffs pesados y la voz de Flynn alternando entre guturales y voces melódicas, pero la canción pronto se diluye en una estructura repetitiva que no explota su potencial, igual que "Atømic Revelatiøns", que algunos aseguran que suena explosiva y es cierto que tiene un comienzo prometedor con un riff
thrashy que recuerda a los mejores momentos de "The Blackening" (2007), pero la transición a coros melódicos desentona con la furia inicial. Por su parte, "Unbøund", uno de los singles principales, apuesta por un enfoque melancólico y letras introspectivas, pero su ejecución cae en la monotonía, y el solo de guitarra de Scruggs, aunque técnicamente solvente, carece del alma que parece requerir la canción. "Øutsider" intenta recuperar la agresividad con su ritmo galopante, pero las letras genéricas sobre alienación no aportan nada nuevo al imaginario de la banda, aunque Flynn nunca ha demostrado ser Cervantes, precisamente. "These Scars Wøn't Define Us", con la colaboración de In Flames, Lacuna Coil y Unearth, busca ser un himno coral, pero, otra vez más, el experimento se siente más como un truco publicitario que como una canción surgida de manera natural. Y, finalmente, "Scørn", el cierre con piano liderado por Flynn, pretende ser emotivo, pero su duración excesiva y la falta de un clímax definido lo convierten en un final anticlimático. Por el camino, "Addicted to Pain" o "Bleeding Me Dry" se dejan escuchar pero, realmente, no aportan nada al conjunto de canciones que oscila entre momentos de potencia y otros de desconexión, dando la sensación de que Machine Head quiso abarcar demasiado sin pulir las ideas en el local de ensayo.

"Unatøned" (2025) no es un desastre, pero está lejos de ser un punto álgido en la discografía de Machine Head. La banda de Flynn demuestra que aún tiene energía y ambición, pero esta entrega carece de la chispa que hizo brillar álbumes como aquel regreso de "Through the Ashes of Empires" (2003) o el citado "The Blackening" (2007). La incorporación de Alston y Scruggs no aportan identidad, como sí ocurría con Vogg, y la producción, aunque limpia, no compensa la falta de canciones memorables. Duele admitir que este álbum se siente como un paso en falso, atrapado entre la reinvención y la nostalgia, pero quizás Machine Head necesiten tomarse un tiempo para reflexionar sobre su dirección artística, en lugar de apresurarse a lanzar material que no termina de cuajar. "Unatøned" (2025) es el enésimo recordatorio de que incluso las bandas más resilientes pueden tropezar en su afán por mantenerse relevantes.

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