Crítica: Destruction "Birth of Malice"

Desde siempre, el thrash se ha enfrentado a todo tipo de críticas cuando ha intentado mantener su relevancia. Y pocas bandas han logrado sortear ese desafío tan bien como Destruction (se me ocurren también Overkill, claro), que dejaron una marca imborrable con “Sentence of Death”, allá por 1984, un debut que resonó con malicia, los distinguió de inmediato y al que siguieron tres obras maestras indiscutibles como son “Infernal Overkill” (1985), “Eternal Devastation” (1986) y “Release from Agony” (1988). Sin embargo, tras ese arranque explosivo, llegaron los inevitables altibajos, una ruptura, la posterior reunión y una serie de discos que, aunque mantuvieron el tipo, zozobraron en cuanto a calidad se refiere. Algo que ahonda en la sensación de muchos cuando afirman que el thrash no ha envejecido con la suficiente dignidad que el resto de hijos del metal, y Destruction, como muchos otros veteranos, han tenido que luchar contra esa opinión para mantener viva la llama de la velocidad, la agresión y la crítica social. Con “Diabolical” (2022), la banda liderada por Schmier, reforzada por los guitarristas Damir Eskić y Martín Furia, junto al baterista Randy Black, grabó un solidísimo regreso que aumentaba las expectativas para su siguiente paso y ahora nos entregan “Birth of Malice” (2025), un álbum que no solo cumple con esas expectativas, sino que reafirma que estos alemanes aún tienen mucho por ofrecer en un subgénero que, aunque escaso de exponentes frescos, sigue necesitando de su intensidad y chispa. Pese a ello, es conveniente echar el freno al entusiasmo; aunque “Diabolical” (2022) fue bien recibido, tanto en él como en sus anteriores trabajos, Destruction no han sido capaces de dar el golpe en la mesa definitivo, ese que parece escapárseles también en el álbum que nos ocupa.

El viaje de “Birth of Malice” (2025) arranca con fuerza y personalidad. La pista homónima, "Destruction", es un himno autobiográfico que podría sonar mucho más cursi por sus referencias a discos y asuntos del pasado, de no ser por la ejecución de la banda, que lo transforma en algo poderoso, con riffs afilados que recuerdan a los viejos tiempos y vibrantes solos, cortesía de Eskić y Furia, mientras Schmier, con su voz característica, grita "¡Somos Destruction!", haciendo que la canción, por desgracia, tome un tinte bastante infantil. Le sigue "Cyber Warfare", un ataque veloz cargado de furia con un toque moderno, donde el vocalista suena tan enérgico como en sus días más salvajes, acompañado de un trabajo de guitarra que brilla por su precisión. "No Kings, No Masters" se alza como uno de los puntos álgidos del álbum, con una esencia ochentera que late por sus venas y un ritmo que invita al caos en sus conciertos, mostrando cómo el cuarteto ha afinado la receta de su química tras mantener la alineación de “Diabolical” (2022). "God of Gore" evoca el espíritu de discos como “Eternal Devastation” (1986) o “Release from Agony” (1988), un guiño nostálgico que me agrada por su autenticidad, sonando más natural que el estribillo de la mencionada "Destruction", mientras que "Greed" despega del estilo clásico de Destruction en sus riffs y estructura. Es esa segunda mitad del álbum la que mantiene el ímpetu, aunque también con altibajos. "Dealer of Death" y "Evil Never Sleeps" incorporan influencias más cercanas al heavy metal tradicional, lo que puede diluir un poco la agresividad pura del thrash que espero de Destruction; sin embargo, logran el aprobado gracias al talento de Randy Black y Schmier en la recta final. "A.N.G.S.T." y "Chains of Sorrow" ofrecen contrastes interesantes: la primera con un ambiente más oscuro y pesado, y la segunda como un himno thrash sólido que golpea con fuerza, mientras que el cierre llega con una innecesaria versión de "Fast As A Shark" de Accept, convirtiendo “Birth of Malice” (2025) en un homenaje de casi una hora al metal alemán; la versión suena bien, pero me habría gustado un tema propio.

“Birth of Malice” (2025) deja una mezcla de satisfacción y admiración, pero cierto sabor agridulce, siendo un álbum que destila vitalidad en un año en el que el thrash parece, más que nunca, una especie en peligro de extinción. Schmier, Eskić, Furia y Black han encontrado una fórmula que equilibra nostalgia y frescura y, aunque temas como "Dealer of Death" puedan desviarse un poco de la esencia más cruda del thrash, Destruction conservan suficiente veneno en sus colmillos. Con todo, la primera mitad es claramente superior a su reverso y algunas canciones, sin ser consideradas puro relleno, no producen el mismo placer que aquellas que ocupan los primeros puestos y permanecen poco tiempo en la memoria. Sin duda, es un buen ejercicio por parte de Schmier en su reivindicación de Destruction como una banda en la que cualquier seguidor puede seguir confiando, pero le ha faltado rematar y anotar, dar ese golpe sobre la mesa del que escribía líneas más arriba.

© 2025 Lord Of Metal