Crítica: Architects “The Sky, The Earth & All Between”

Hace unos años, conocí a una chica que, según ella, era muy fan de Architects, su carta de presentación era “Doomsday” y aseguraba que la cantaba con toda su alma en las primeras filas de sus conciertos (sólo fue a uno, pero eso es otra historia más divertida aún). Pero, sin saberlo, ella misma se había convertido en el epítome de cualquier seguidor del metalcore; esa generación insulsa que, en los últimos diez años, han creído que aquel resplandor basado en la rabia adolescente era algo genuinamente suyo y, con el paso del tiempo, cuando los artistas de sus desvelos (tras dos o tres títulos), grababan discos que ya no encajaban en sus parámetros (porque, recuerda, todos los seguidores cumplen años, al igual que los músicos que admiran), les dan la espalda; una generación tan inane y equivocada como las anteriores y las que vendrán, que me provoca un bostezo de tal magnitud como los gymbro, las dilatas y las mangas tatuadas, por ser algo tan manido y sobado, tan representativo de una época que no sé cómo lo va a gestionar esa chavalería que se creía eterna y tan original, cuando busquen ayuda -lógicamente digital- para paliar sus inseguridades. 

Pero, en el caso de Architects, al tener su propio santón, Tom Searle, siempre es fácil alimentar su leyenda, como si la presencia del pobre chaval hubiese podido impactar positivamente en discos como “Holy Hell” (2018) y el descalabre definitivo que ha venido después. Es algo típico en el rock y el cebado de sus leyendas, les pasó a los adolescentes de los ochenta, tras “Master Of Puppets” (1986), creyendo que todas las respuestas estaban en la muerte de Cliff Burton, ajenos a que el malogrado bajista se habría pintado las uñas y engominado como el que más para “Load” (1996), a los adolescentes en los noventa con Cobain y, en menor medida, rango e impacto, en una banda tan orientada al pop, a las masas con bajo nivel de exigencia, que escucha cositas como Architects, Parkway Drive o Bring Me The Horizon y todavía se siguen creyendo que esto es metal. El álbum que nos ocupa, titulado “The Sky, The Earth & The All In Between” (2025) no está a la altura de lo mejor de su producción, aunque muchos le otorguen notas que no le corresponden, por lo que es inevitable mencionar “Lost Forever // Lost Together” (2014), y de este hace ya quince años, siendo, muy posiblemente, esta vez la última que me tome la molestia en reseñar algo nuevo de Architects. El motivo es sencillo, este disco representa su tercer intento fallido de crear un álbum de metal alternativo que no sea un completo desastre, sintiendo que, a menos que ocurra un milagro, es muy posible que la banda jamás vuelva a grabar un disco de calidad y me estoy conformando, simple y llanamente, con un “Holy Hell” (2018), a pesar de todo su azúcar.

Es verdad que después de las actuaciones que vi este verano y la publicación de discos como “For Those That Wish to Exist” (2021) y “The Classic Symptoms of a Broken Spirit” (2022), he llegado agotado a “The Sky, The Earth & The All In Between” (2025) y siento que no puedo perder más tiempo con discos que ofrecen tan poco. Architects no son una banda de progresivo, como se quieren vender cuando aseguran que ninguno de sus discos suena igual, porque esta suprema gilipollez de Sam no podría evidenciar más su equivocación, pero, además, su propuesta musical se ha vuelto tan repetitiva que todos sus riffs parecen haber sonado una y mil veces antes, las estructuras de sus canciones son predecibles y ni siquiera los aderezos electrónicos aportan gran cosa. Honestamente, no sé qué hace un músico como Josh Middleton involucrado en un proyecto más propio de una boy band mezclado con metal de bajísimo octanaje, como tampoco entiendo las reseñas positivas; estoy seguro de que estos son los mismos que ahora desprecian a Fall Out Boy, pero en su época se deshacían con sus canciones. Pero también entiendo que todos los mencionados tienen facturas que pagar...

Si las canciones y la creatividad que exhibe la banda es pésima, la producción podría ser el remate en “The Sky, The Earth, & The All In Between” (2025), Jordan Fish parece haber copiado los mismos ajustes de su trabajo con Bring Me The Horizon, todas las canciones suenan igual; la batería de Dan castrada, inofensiva, las guitarras planas y los coros todos al mismo nivel, mientras que la voz de Sam se siente débil, más aún que en sus directos, como si hubiese aspirado helio y perdido cualquier rastro de agresividad o potencia. “Blackhole” es el claro ejemplo del metalcore de marca blanca que Achitects practican, no me puedo tomar en serio una canción que comienza con una batería pregrabada de jungle noventero, un breakdown tan forzado y una letra púber que evoca la luz y el fuego en los ojos del protagonista, la vacuidad o la medianoche, pareciéndome mentira que estos músicos tengan ya canas en los cojones como para escribir semejantes estupideces propias de una redacción de instituto. ¿Cuál es el público objetivo al que quieren apuntar? Cualquier veinteañero que se enganchase a su música en “Hollow Crown” (2009), ahora mismo estará más cerca de los cuarenta y tendrá otras inquietudes, quizá lo peor sea que “Blackhole” es un refrito de “a new moral low ground” o esos puentes sin fuerza, denotando una desgana que es capaz de calar en el oyente más distraído. ¿Es posible que alguien escuche “Blackhole” y piense que es un temazo? Me deprime muchísimo esa remotísima posibilidad. También es verdad que “Blackhole” no habría tenido esa capacidad para hundirme en la miseria, si hubiese prestado atención al anuncio que era “Elegy”, en la cual ya debería haber tomado nota del drama-queen en el que Sam se ha convertido desde hace años, con esas voces tan melodramáticas.

“Everything Ends” podría ser, fácilmente, la peor canción que hayan grabado nunca, mientras que “Brain Dead” o “House Of Protection” son naderías repletas de edulcorante. Y pensar que al pobre de Chester le llovían botellas de plástico en la gira de “One More Light” (2017), mientras que Architects abren para otras bandas en estadios… “Evil Eyes” es aburridísima gracias a sus coros, “Landmines” carece de chispa, recuerda a “Whiplash”, y "Judgement Day", con Amira Elfeky, y sus versos de inspiración teleñeca; “lluvia, vete ya”, evocan toda la vergüenza ajena del mundo, haciéndome reír cuando Architects me recuerdan a esas canciones de catequesis, “Broken Mirror”, repletas de salmos y frasecillas sencillas, engalanadas con coros genéricos a más no poder, como esa respuesta infantil a las críticas en “Seeing Red”, ¿de verdad esto está escrito por un adulto? Pero, claro, basta escuchar “Chandelier”, ese intento de pseudo metal en el que nada funciona excepto lo cursi de sus versos para entender que Architects fueron un pedete en un jacuzzi de la música de hace una década y da igual que abran para Metallica, que su propuesta actual seguirá siendo el mismo bodrio.

© 2025 Conde Draco