Crítica: Arch Enemy “Blood Dynasty”

Parafraseando a Zavalita, ¿en qué momento se jodió Arch Enemy? Los suecos nacieron como un proyecto surgido de la mente de los hermanos Amott y Erlandsson y el legado de Carcass, pero Arch Enemy han sabido consolidarse en la escena del death metal más melódico, alejándose del death de Steer y Walker, con álbumes como "Wages of Sin" (2001) y "Doomsday Machine" (2005), logrando un reconocimiento rápido gracias a la accesibilidad de sus melodías, la incorporación de Angela Gossow y, por qué no decirlo, el recién estrenado circuito digital; cuando canciones de su directo "Live Apocalypse" (2006) circularon con fruición en los primeros años del monstruo que es ahora YouTube, haciendo seguidores y alimentando la demanda de cientos de bandas. Aquellos discos los catapultaron al estatus de banderas del metal melódico y Arch Enemy no desaprovecharon la oportunidad cuando su música sufrió las consecuencias, ¿cómo quejarse cuando tus discos se venden más gracias a los estribillos? ¿Quién querría volver a grabar alguno de sus primeros discos cuando el pastel era tan suculento? Sin embargo, Gossow mantenía el nivel de agresión, todo lo contrario que me ocurre con Alissa White-Gluz; soy consciente de su presencia escénica y su imagen, pero sus guturales no llegan a la suela de las botas de Angela y, aunque la formación actual de Arch Enemy no carece de talento (con Joey Concepcion reemplazando al genio que es Jeff Loomis, pero complementando a veteranos como Michael Amott y Daniel Erlandsson), da la sensación de verdadero fin de ciclo, cuando Arch Enemy prefieren grabar tres o cuatro singles pegadizos, en lugar de discos sólidos que aguanten una escucha tras otra.

Es verdad que Michael Amott, verdadero cerebro de la banda, encuentra en Concepcion la chispa renovada para rejuvenecer dinámica de la banda, tras la época con Jeff Loomis, al que muchos acusan de haber llevado al grupo por un camino de riffs más pesados y atmósferas sombrías, ralentizando su característica energía melódica (como si el pobre de Loomis hubiese tenido voz y voto en la banda a nivel compositivo), por lo que “Blood Dynasty” (2025) parece recuperar de manera fugaz la frescura de hace años. "Dream Stealer" se inspira en Judas Priest con un solo fulminante y un uso agresivo del puente de la guitarra, mientras que "Don't Look Down" y la homónima “Blood Dynasty” parecen jugar con los sintetizadores de los Dark Tranquillity más recientes ( “Blood Dynasty” parece retomar la esencia de canciones icónicas de la banda, con una estructura clásica de death metal melódico y una producción moderna con un trabajo de guitarras impecable), como el momento más sorprendente de todo el álbum llega con su versión de "Vivre Libre" de Blaspheme, donde White-Gluz abandona sus guturales para entregarse a un canto grueso pero melódico y canciones como "A Million Suns" y "Paper Tiger" (otro pequeño homenaje a Priest en el calco del riff) también aportan un aire desenfadado, con riffs rápidos y un cierto toque de heavy metal clásico, en lugar de death, identificando diferentes influencias que pueden haber marcado la evolución de Arch Enemy, cuando "Illuminate the Path" muestra elementos cercanos al rock alternativo, acusando un estribillo accesible o también melodías que pueden recordar a una banda clásica del sonido Gotemburgo como es In Flames (pero los de su etapa más melódica), mientras que "March of the Miscreants" está claramente escrita para ser un single para los conciertos, con su estribillo repetitivo y esos irritantes coros, ideales para invitar al público. Sin embargo, su mensaje de rebeldía y resistencia choca con la realidad de una banda que ya es una de las más grandes dentro del metal, lo que le resta autenticidad, además de producir cierta vergüenza ajena cuando Amott está cerca de la sesentena y Erlandsson o D'Angelo de los cincuenta y parecen querer empatizar con un público que no les corresponde. "The Pendulum" y "Liars And Thieves" cierran el disco, ambas con una fuerte influencia del power metal y un sonido más accesible que podría gustar a nuevos seguidores, pero no creo que convenza a aquellos forjados en el power alemán y, aunque estas canciones funcionan bien en su propio contexto, también producen la impresión de ser un intento de llegar un público más amplio, sacrificando parte de la agresividad que definió a Arch Enemy en su mejor época.

A pesar de sus pocos aciertos, “Blood Dynasty” (2025) peca de lugares comunes y falta de cohesión, la citada "March of the Miscreants" suena irónica, "Illuminate the Path" incorpora elementos de rock alternativo que pueden resultar desconcertantes para los seguidores más veteranos, "The Pendulum" y "Liars And Thieves" cierran el álbum con un toque de power metal totalmente genérico y sin alma y, a pesar de que White-Gluz demuestra su versatilidad vocal, asegurando que incluso los momentos menos inspirados sigan siendo disfrutables, la sensación de redundancia persiste. En conclusión, “Blood Dynasty” (2025) es un disco que cumple con las expectativas del núcleo duro de seguidores de Arch Enemy sin arriesgar demasiado, pero un auténtico bodrio para aquellos seguidores que busquen algo más. A estas alturas de su carrera, Arch Enemy no necesita demostrar nada y “Blood Dynasty” (2025) ofrece una buena dosis de entretenimiento con su metal de fácil digestión, algo así como ‘fast food’ para las orejas. Para los nuevos oyentes, puede ser una entrada accesible al subgénero, pero para los más experimentados, hay opciones más innovadoras en la escena. En cualquier caso, “Blood Dynasty” (2025) reafirma el estatus de Arch Enemy como una de las bandas más rentables del death metal melódico, aunque sin el hambre de antaño que los llevó a la cima.

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