Por lo mismo que nos ha ocurrido con Knocked Loose, ahora que estamos haciendo balance ante el inminente cambio de año, me resisto también a dejar de escribir sobre un disco que he estado escuchando en bucle durante los últimos cuatro meses, más si tenemos en cuenta que me enviaron promo y me gustó tanto como para darle de nuevo la oportunidad a su debut, “Cub” (2022). Y es que el nuevo proyecto de Jacob Slater ha crecido de manera sustancial en dos años, pudiendo haberse anclado en su primer álbum, “Midas” (2024) supone un auténtico chute en el que Slater decide echar el resto e incluir todas sus influencias; en su chulería y voz, en su fraseo o su guitarra hay ecos de Dead Pretties pero también Queens of The Stone Age, Iggy Pop y toda la herencia indie y rock inglesa en su aguardentoso tono. Cuando suena “Midas”, sabes que hay tanto carácter como para que una única canción se convierta en la bandera de tu segundo álbum; la batería seca de Jamie, el bajo vibrante de Peter y la sensación de estar escuchando una nueva versión de “Passenger” interpretada por una banda fresca y repleta de vida. Wunderhorse es ya una banda de pleno derecho y no tanto el proyecto de Slater.
Así, nos llega “Midas” (2024), un álbum en el que dejan también muy atrás cualquier etiqueta posible para convertirse, simple y llanamente, en una banda de rock, con un single tan incontestable como la propia “Midas” y Slater cantándola con chulería, como un cruce entre el mencionado Homme y Dylan, en el retrato de un monstruo corporativo, un auténtico psicópata que olvidamos gracias al bajo de Peter en “Rain” o la rabia con la que el propio Slater escupe ese “estoy listo para morir” en la desgarradora “July”, en pleno apocalipsis emocional, evocando el desagarro más puro de los noventa, algo que no escuchaba desde hace mucho tiempo; esa fórmula tan sencilla de bajo y guitarra, mientras la voz parece sobrevolar la mezcla y Slater atrapado en ella, exorciza sus demonios. Esos mismos que lo atormentan en “Emily”, en un álbum en el que incluso las canciones más lentas suenan narcóticas y cargadas de atmósfera. Nadie puede dudar de la influencia inglesa en una canción como ”Emily” pero tampoco la de las guitarras, un auténtico diez. Algo que constatan con “Silver”, mucho más ligera (que no insustancial) o “Arizona”, como un cruce entre los primeros Smiths y R.E.M. de “Murmur” (1983), sazonados con los riffs gruesos del rock alternativo.
“Superman”, aunque introspectiva, es la catarsis del álbum cuando Wunderhorse parecen en completo trance y Slater susurra lo mucho que desearía mostrar su poder, como metáfora del potencial de una banda que, sin duda, puede llegar a mucho más. “Cathedrals” confirma la querencia por los noventa con esa guitarra saturadísima, mientras que “Girl” nos recuerda de nuevo al genio que es Stipe y “Aeroplane” cierra “Midas” de manera acústica. Slater es un gran compositor, con capacidad para escribir letras de capacidad evocadora en un par de pinceladas y la genialidad de cantar con intimismo pero también con la socarronería de Bolan o Pop en sus singles. Es cierto que todavía es pronto y el negocio de la música puede resultar harto cruel, pero ya quisieran muchas bandas un segundo álbum tan generoso como este. Una banda para tener en el foco, desde luego que sí.
© 2024 Conde Draco