Vivimos tiempos extraños, muy extraños, tanto como para condenar a alguien desde el salón de nuestra casa o asegurar que un artista ha regresado por todo lo alto, tan sólo por haber perdido peso. Es cierto que Marilyn Manson ha publicado un disco ligeramente aceptable, pero sólo eso. ¿De verdad que alguien puede creerse que el mejor Manson ha vuelto con "One Assassination Under God - Chapter 1" (2024)? Quiero creer que cuando era escupido en las dos noches de la gira "Antichrist Superstar" (1996) que presencié, no estaba ninguno de esos que escriben semejante estupidez compartiendo pista conmigo. Repitiendo con Tyler Bates, Manson ha grabado canciones correctas para este disco pero, claro, es que lo tenía muy fácil porque, le guste o no a cualquiera que lea esta reseña, “Holy Wood (In the Shadow of the Valley of Death)” (2000) era su último disco mínimamente aceptable, porque, entre “The Golden Age of Grotesque” (2003) y “We Are Chaos” (2020), sólo existe el auténtico horror; el de un tipo que fue degenerando, completamente perdido, sin norte y cuyo único intento de corregir la trayectoria, “The Pale Emperor” (2015), se quedó en agua de borrajas. Sin embargo, tras las acusaciones y su cancelación, Manson ha perdido peso y es lo único que parece importarles a sus seguidores que, cuando escuchan “Nod If You Understand” con ecos de “Little Horn” en su estribillo o “Raise The Red Flag” con ese comienzo interrumpido de "Angel With the Scabbed Wings" y la vigésima evocación de “The Beautiful People” en la síncopa de “Sacrilegious”, les hace creer que Brian Warner ha regresado, cuando nada de eso. "One Assassination Under God - Chapter 1" (2024) es tan sólo una copia de sí mismo, de aquello que sabe que funciona, repleto de tópicos en sus poses, vídeos, sonidos ácidos y punzantes, acompañados de una banda solvente pero plana con Bates a la guitarra y bajo, Sharone a la batería, Lola Colette en el piano y Maxwell Urasky en los sampleados y sintetizadores. Grabado en Los Angeles, en los estudios The Abattoir, por Bates y Carranza, "One Assassination Under God - Chapter 1" (2024) es lo que el público quiere, Manson sabe y sirve, como si fuese Elvis en el mítico Comeback Special del 68, sólo que aquí todo es de mentirijilla, suena mejor que en discos anteriores, pero dista de su momento de gloria y, desde luego, no es el mejor Manson como muchos aseguran en redes. Pero es que a esos deberías dejar de hacerles caso…
“Man That You Fear” pasado por el paisaje de sintetizador de Urasky da a luz a una canción como "One Assassination Under God", buen comienzo para un álbum, una letra repleta de caminos comunes y Manson correcto en la tarea vocal pero, aun así, resulta y es un buen comienzo, al igual que la guitarra de Bates en "No Funeral Without Applause", el problema es que la canción no está a la altura de semejante crescendo, evidenciando el dilema compositivo del último Manson; acierta a medias, hay buenos momentos pero todos aislados y sin terminar de convencer en su conjunto, como ocurre con la efectista “Nod If You Understand”, su pésima letra, el autoplagio en el estribillo, y la repetición de esquemas en “Sacrilegious”, sonando Manson plenamente domado. En "As Sick as the Secrets Within" ocurre lo mismo que en "No Funeral Without Applause", el riff de apertura me parece magnifico pero la canción se convierte en un medio tiempo en lugar de estallar, mientras que experimentos como "Death Is Not a Costume" habrían acabado convertidos en descartes o colaboraciones para películas en los noventa, y una idiotez pop como "Meet Me in Purgatory" o la aburridota "Sacrifice of the Mass" para cerrar se hace eterna cuando, por ejemplo, carece de la belleza de “The Speed Of Pain”.
Otra cosa que me sorprende es la inocencia que desprenden algunos en la red; “mientras sea inocente, seguiremos escuchándolo”, me encanta cuando la moral se antoja caprichosa, ¿por qué no lo hacen ya? ¿Dónde cojones estaban todos estos en sus giras de los noventa? ¿Pensaban que todo lo que rodeaba a Manson era tan de mentirijilla como la tinta roja con la que simulaba sus cortes en escena? (que nadie me lo cuente, lo vi en dos ocasiones con mis propios ojos en el año 96, en dos salas, a escasos dos metros de mí). Manson podrá ser un buen o mal compositor, haber parasitado a Reznor o haberse aprovechado de sus compañeros de banda pero es innegable la importancia de discos como “Portrait of an American Family” (1994) y su obra maestra, “Antichrist Superstar” (1996), lo que no quita para que me siga pareciendo un buen pedazo de mierda como persona; sea o no inocente de los últimos cargos. ¿En qué me baso? Muy fácil, cuando le estuvimos esperando en el 96, se ofreció a firmar un disco a cambio de la mamada de la novia de mi colega y cuando repetimos en el 98 y sorprendimos a la banda entrando en la prueba de sonido, uno de sus guardaespaldas hizo volar de un tortazo a otra amiga. Tenga en cuenta el lector que éramos adolescentes y, a estas alturas, ni me quejo, ni me sorprende, aquí no hay lloros, pero Manson es lo que es. Si me limito a lo estrictamente musical, su música desde 1998 es una auténtica nadería, le pese a quien le pese.
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