SETLIST: Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper/ Act I: Scene Two: I. Overture 1928/ Act I: Scene Two: II. Strange Déjà Vu/ The Mirror/ Panic Attack/ Barstool Warrior/ Hollow Years/ Constant Motion/ As I Am/ Night Terror/ Under a Glass Moon/ This Is the Life/ Vacant/ Stream of Consciousness/ Octavarium/ Act II: Scene Six: Home/ Act II: Scene Eight: The Spirit Carries On/ Pull Me Under/
He visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar de nuevo una canción como “Octavarium” en directo, brillar los ojos de Petrucci en sintonía con la banda, a Portnoy dirigir a toda la pista con su baqueta como batuta, mientras esta cantaba los riffs de sus canciones, y también a esa misma baqueta ser arrojada a un roadie, por diversión, en el lateral derecho del escenario, para este volver a tirársela al batería que, para mi sorpresa, la recogía en el aire sin perder el tempo de la canción de una de las bandas más famosas del metal progresivo. También he visto a Labrie hacer algún que otro gallo (nada nuevo bajo el sol), pero esto no puede opacar de ninguna manera el regreso de Portnoy a la banda de su vida, en una gira que está siendo un auténtico éxito en la venta de entradas como no se veía desde más de una década, justo desde que este abandonó Dream Theater. Pero seamos justos, la etapa con Manigini sigue brillando con luz propia, es un magnífico batería que grabó cinco discos (algunos más acertados que otros, todo hay que decirlo) pero al que no se le puede culpar de los fracasos de la banda (como el auténtico sinsentido que es “The Astonishing” de 2016) o de la falta de carisma que sí derrocha Portnoy. ¿Cómo explicar algo que es del todo intangible y sólo se puede sentir? Sobre el papel, Mangini es un gran batería, técnico y con pegada, capaz de tocar en una banda tan exigente como Dream Theater pero Portnoy es el corazón de esta y cuando se sienta tras los platos y lo escuchas jalear al resto, mirar y dirigir el cotarro, pegar como un loco y, además, disfrutar y bromear, es cuando entiendes que eso que exuda no lo podía suplir Mangini, más que con su profesionalidad y, aún así, no era suficiente.
No era mi primera vez con la banda (aquella gira compartían cartel con Opeth, hace muchos, muchos años), para muchos seguidores sí, y está bien que sea así y se desteten con Portnoy, el morbo estaba servido, la formación de Dream Theater al completo, celebrando su aniversario y con un nuevo álbum bajo el brazo, a puntito de salir a la luz, la excitación en el ambiente era palpable; largas colas que avanzaban con lentitud y conversaciones de todo tipo. Por suerte, pude estar con la banda al completo, fue breve pero intenso, uno de los seguidores le dio la bienvenida a Portnoy y le dijo que se alegraba por él, a lo que el batería contestó con cierta ironía; “el que se alegra soy yo, por vosotros”, al igual que Labrie respondió a otro, mientras le firmaba “Octavarium” (2005), cuando este le deseaba que disfrutase del concierto; “disfrútalo tú, para eso estamos aquí”. Y es que acercarse a Dream Theater, en persona, impone cierto respeto, son músicos trabajadores y profesionales, pero también están tocados por la varita de la genialidad. Querer que Ruddess o Myung te firmen un álbum o se hagan una foto es lo normal, fuera de eso, son lo más parecidos a extraterrestres. Esta gira de aniversario recalaba con una única fecha en nuestro país (por el momento, hasta que el nuevo álbum se publique y pasen de nuevo), con la intención de repasar toda su carrera, pasando incluso por la época de Mangini, aunque fuese de manera breve y, a mi gusto, no con su mejor representante.
Un escenario sin demasiado adorno pero funcional y la banda tomando sus puestos tras la consabida introducción y el clamor por Portnoy, da paso a “Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper” de “Images And Words” (1992), demostrando la clara intención de Dream Theater de ir a por todas en un repertorio en el que la única pega que puedo tener, además de “Barstool Warrior” frente a otras ausentes, es lo estático de este. Nada que uno no pueda olvidar con “Act I: Scene Two: I. Overture 1928” y “Act I: Scene Two: II. Strange Déjà Vu”, la ejecución es perfecta, no puedo decir menos. El sobrio Myung forma un tándem magnífico con Portnoy, mientras que Ruddess despliega su magia en las teclas. Produce auténtico placer verlos sobre el escenario.
Aunque conociésemos el repertorio con antelación, la sorpresa de “The Mirror” no pierde impacto, al igual que volvemos a recuperar a los Dream Theater más encabronados con “Panic Attack”, como ocurre con “As I Am”. “Hollow Years” y “Constant Motion” dejan libertad absoluta a los músicos para navegar y disfrutar, aunque calmó los ánimos hasta su segunda parte con la resurrección del nuevo single, “Night Terror” y, más aún, con “Under A Glass Moon”, coreada por toda la plaza (un lugar con una acústica horrenda para un concierto), como disfruté muchísimo con “Vacant” y “Stream Of Conciousness”, acompañada de unos visuales magníficos y la banda ya caliente y engrasada. “Octavarium” fue una de las más celebradas y lo entiendo a la perfección porque daba la sensación de que el tiempo no hubiese pasado o como si tuviésemos de vuelta a los Dream Theater que todos habíamos conocido, mientras que, para finalizar, llegó el momento de “The Spirit Carries On” y la consabida “Pull Me Under”, que es un final a la altura pero, en su lugar, es un cartucho que habría disparado mucho antes. Más de dos horas de concierto que, sin embargo, supieron a poco.
La sensación es de victoria, tanto para ellos, como para su público. Pero, pasada la euforia, lejos de las horas posteriores al concierto, surgen las dudas. ¿Habrá continuidad? ¿Será “Parasomnia” (2025) el primero de muchos capítulos por llegar? ¿Es posible que Dream Theater entiendan que Portnoy es un músico con la necesidad de explorar y colaborar con otros artistas? ¿Qué la relación, parece ser que envenenada, con Labrie se haya restaurado? ¿Calentará Mangini por siempre el banquillo o volverá a la palestra? Dudas lógicas tras la felicidad de verlos de nuevo sobre el escenario, dudas de aquel que quiere prolongar la excitación, de aquel que ha visto comunión absoluta en el escenario y ver de nuevo volar la nave más allá de Orión.
© 2024 Jota Jiménez