El metal siempre ha sido perfecto para abordar grandes historias y Grand Magus es una banda que encarna el espíritu y la esencia básica del género, por lo que su decisión de basar su décimo álbum de estudio, “Sunraven” (2024), en el poema legendario Beowulf, ambientado en la Escandinavia pagana del siglo V, tiene todo el sentido del mundo. La música de Grand Magus, llena de potencia y lirismo, refleja el dramatismo de historias heroicas como esta. La voz de JB Christoffersson transmite una profundidad y fuerza únicas y convierte a “Sunraven” (2024) en un proyecto ambicioso, con la promesa de una verdadera experiencia, logrando canalizar los temas heroicos de Beowulf con facilidad en un álbum característico de metal tradicional, pero en el que también se percibe que han encontrado el vehículo perfecto para expresar lo que la banda deseaba desde hace tiempo, cuando comienza a sonar “Skybound” con un coro imponente que captura la atención de inmediato y uno no puede menos que asentir con satisfacción, logrando que hasta la persona con menos capacidad para conmoverse pueda llegar a emocionarse con su música, al igual que en “Grendel” rinden homenaje al monstruo mítico del poema evocando la magia de los Sabbath de Dio (gracias al galope de Ludwig Witt), con una intensidad incomparable, siendo una de las canciones más auténticas del álbum.
Pero, aunque Grand Magus se enfocan en narrar una historia atemporal, “Sunraven” (2024) también funciona como una colección de himnos de metal, sin importar las crudísimas y conmovedoras letras de Christoffersson, conteniendo algunas de las melodías más potentes de la banda desde “Iron Will” (2008). Por ejemplo, “The Wheel of Pain” posee encanto blusero, con una línea vocal triunfal y una esencia agresiva más cercana a los Manowar de primeros de los ochenta, mientras que la canción que da nombre al álbum desprende poder con un solo de guitarra memorable que va directamente al corazón. Christoffersson luce revitalizado, con una voz imponente, riffs llenos de dinamismo y energía que canalizan influencias del NWOBHM, solos expresivos y llenos de sentimiento en donde las influencias de metal vikingo se hacen evidentes en canciones como “To Heorot”, mientras que, a nivel instrumental, Ludwig Witt ofrece un trabajo potente en la batería, con una intensidad inigualable y Fox Skinner lo complementa con una gran labor en el bajo y coros de apoyo, como si Grand Magus se hubiesen hipervitaminado para grabar un álbum que funciona como un crisol de influencias.
“The Black Lake” destaca como un ejercicio magistral de doom de la vieja escuela, mientras que el cierre del disco, “The End Belongs to You”, ralentiza el ritmo, como si fuese una marcha oscura pero decidida, que mezcla melancolía y tensión a partes iguales. De todo el conjunto, “Winter Storms” se siente especialmente reflexiva, evocando una noche sin fin bajo las estrellas escandinavas y, aun así, conserva el núcleo firme del metal clásico con un coro conmovedor que probablemente sea uno de los mejores en la historia de la banda. Treinta y cinco minutos apabullantes, sin relleno alguno (con canciones directas y al grano), repletos de heroísmo, epicidad y grandes estribillos. Me cuesta mucho escribirlo porque no me gustan este tipo de afirmaciones tan categóricas, pero “Sunraven” (2024) es el álbum que más he disfrutado desde “Hammer of the North” (2010). Grand Magus nunca se fueron, pero en este álbum lucen como si hubieran regresado por todo lo grande, derrochando energía y saber hacer. Una auténtica maravilla.
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