Crítica: Gaerea "Coma"

Mis predicciones se van cumpliendo poco a poco, Gaerea se han convertido en referentes mundiales del black con tan sólo tres discos, "Unsettling Whispers" (2018), "Limbo" (2020) y "Mirage" (2022) y parecen no tener límite alguno cuando escucho su nuevo álbum, “Coma” (2024”, y siento que van más allá de las fronteras del black metal al fusionar diferentes subgéneros en la dosis justa. Para los seguidores de la banda, cada álbum nos ha mostrado una evolución desde la crudeza de “Unsettling Whispers” (2018) hasta la introspección de “Mirage” (2022), que se sentía como una culminación de su estilo. Sin embargo, “Coma” (2024) representa un cambio, expandiendo aún más su alcance y presentando nuevas formas. Desde el primer tema, “Coma” (2024) invita al oyente a descubrir una faceta diferente de Gaerea. Si bien sus discos anteriores se alineaban con la sombría atmósfera del black metal tradicional, este álbum incorpora momentos de introspección delicada e incluso esperanza, un giro sorprendente en el sonido característicamente implacable de la banda. 

La canción de apertura, “The Poet’s Ballet”, lo ejemplifica con voces limpias y acordes resonantes que disipan la brutalidad habitual del subgénero y establecen un tono que equilibra luz y oscuridad. Temas como “Wilted Flower” y “Coma” también muestran la habilidad de Gaerea para crear paisajes sonoros inmersivos que atraen al oyente con una calidez engañosa antes de arrastrarlo a intensos pasajes repletos de blast beats y guturales, introduciendo aún más variedad de texturas y dinámicas a lo largo del álbum, lo cual aporta esa sensación de imprevisibilidad tan satisfactoria, por la que cada tema construye su propia narrativa, navegando entre la desesperación, el triunfo y la catarsis con fluidez. Composiciones como “World Ablaze” y “Kingdom of Thorns” reflejan la cohesión temática del álbum, donde los lusos combinan melodías inquietantes con agresividad implacable en crescendos tan emotivos como explosivos. En lugar de optar por un asalto sonoro incesante, la banda juega con altibajos en cada tema, como en "Hope Shatters", utilizando secciones más suaves para intensificar el impacto de los momentos más pesados. No es nada nuevo, pero sí en las formas y como te lo presentan.

El álbum no solo consolida el estatus de Gaerea en el black metal, sino que redefine su lugar en el panorama musical en general, adoptando influencias de post-metal, black metal melódico e incluso post-rock, refrescando su sonido, sin alejarse de sus raíces, enriqueciendo la brutalidad con momentos de respiro y claridad en el caos. Las canciones también varían en estructura: hay piezas cortas y más accesibles junto a composiciones más extensas y tradicionales, siendo esta diversidad la que crea una experiencia inmersiva, atrayendo al oyente a un oscuro núcleo reflexivo, pero permitiendo momentos de alivio. Siendo quizá uno de los aspectos más llamativos de “Coma” (2024) su carga emocional, como ocurre en "Suspended" o la inmediata "Reborn" y su nervioso trémolo; cada canción se siente diseñada para la catarsis, un reflejo de la vulnerabilidad y el crecimiento de la banda, desde la desesperación de “Unsettling Whispers” (2018) hasta la transformación en “Coma” (2024), el álbum no solo explora la evolución de Gaerea, sino que también ofrece una reflexión sobre la experiencia humana; un atractivo universal que resuena más allá del black metal. 

Sin embargo, la producción presenta algunos puntos débiles. Aunque es pulida, carece de un rango dinámico suficiente para destacar los momentos más frágiles. En los pasajes suaves, la compresión no permite que la atmósfera de las composiciones respire como debería, lo cual resta algo de impacto, por ejemplo, los interludios de “Wilted Flower” y “The Poet’s Ballet” se habrían beneficiado de una mezcla menos densa, permitiendo que cada pista resonara con más libertad. Pese a ello, son detalles que no opacan el brillo general del álbum; tan envolvente y emocionalmente potente como cualquier trabajo anterior de Gaerea, percibiéndose como un punto de inflexión para la banda, que demuestra su disposición a evolucionar y a ampliar el alcance de lo que el black metal puede expresar sin perder la intensidad esencial del género. Gaerea emplean con sabiduría la experiencia adquirida en discos como “Limbo” (2020) y “Mirage” (2022) como trampolín para profundizar en su sonido. Cada canción parece un lienzo en el que se logra el brutal equilibrio entre la agresión visceral y la sutileza melódica. Una mística danza entre caos y calma en donde “Coma” (2024) brilla con luz propia, encarnando una dualidad que define la propuesta de Gaerea. Lo avisé hace años y con orgullo cuando hablé con ellos a través de Bandcamp, esta banda se está comiendo vivos a muchos otros artistas con más peso.

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