Crítica: Ensiferum “Winter Storm”

El nuevo álbum de Ensiferum, “Winter Storm” (2024), es una auténtica tormenta emocional y musical que nos invita a sumergirnos en un paisaje helado, donde la épica se mezcla con el dolor, la resistencia y la esperanza. También es verdad que no llega a las alturas de “Thalassic” (2020) pero no deja de ser una colección de canciones que podría servir de banda sonora para viajar a través de un invierno eterno, donde cada nota resuena con una carga emocional abrumadora y cada letra se siente como una súplica lanzada al viento gélido. Desde el primer segundo, la apertura de “Aurora” nos arrastra hacia la inmensidad blanca y desoladora de una tormenta invernal. Esta breve, pero desgarradora, instrumental de poco más de un minuto nos introduce en la atmósfera perfecta: un preludio casi cinematográfico, lleno de épica, como si observáramos un paisaje solitario y cómo las primeras ráfagas de nieve cubren la tierra. La melodía, etérea y casi fantasmal, establece el tono de lo que está por venir, creando una expectativa dolorosa, como si el invierno mismo tuviera una historia que contar y la naturaleza gélida de este intro fuese una llamada para enfrentarnos las tempestades personales, y la soledad del invierno fuese un reflejo de las batallas internas de cada uno de nosotros.

Así, “Winter Storm Vigilantes” estalla con una energía arrolladora. La guitarra de Toivonen es como el viento cortante, llevando consigo el espíritu guerrero que ha sido el sello de Ensiferum desde sus comienzos, esto sumado al ritmo vertiginoso de Janne y los coros épicos parece lograr que los corazones latan al compás de una batalla inminente. Pero lo que hace que esta canción destaque no es solo la ferocidad de su ejecución, sino la sensación de lucha constante, no solo contra enemigos externos, sino también contra uno mismo, contra el tiempo y el frío implacable de la vida, cuando tenemos que entender que los "vigilantes" de la tormenta que narran Ensiferum no son solo guerreros, sino almas que se niegan a sucumbir a la desesperación. Pero es con “Long Cold Winter of Sorrow and Strife” donde Ensiferum nos alcanza de lleno. Esta pieza monumental de casi siete minutazos es el auténtico corazón del disco, una epopeya sonora que mezcla melancolía y la rabia. Las voces guturales de Petri Lindroos suenan como gritos desde lo más profundo de un bosque cubierto de nieve, clamando por una liberación que parece inalcanzable y el invierno interminable como reflejo de las largas temporadas de dolor que todos atravesamos en la vida, esos momentos donde la luz parece extinguirse por completo. Sin embargo, entre las líneas de tristeza, hay un hálito de esperanza cuando las armonías de guitarra entrelazadas, con la firma inconfundible de Ensiferum actúan como todo un bálsamo, recordándonos que incluso en el invierno más largo, siempre hay una chispa que nos mantiene con vida, eso sumado a la progresión de acordes logra que la canción se sienta como una montaña rusa emocional, que nos eleva y deja caer con una maestría que pocas bandas del palo de Ensiferum pueden igualar. Al César, lo que es del César.

“Fatherland” nos transporta a un territorio aún más introspectivo. La palabra "padre" aquí no solo evoca una tierra ancestral, sino también la idea de herencia sentimiental y emocional, lo que se nos ha transmitido a través de generaciones, como una oda a la lucha por mantener nuestras raíces y no perderse en el vendaval del tiempo. Con un ritmo más pausado, casi meditativo, la canción permite que el oyente respire, pero también nos envuelve en una capa de nostalgia y anhelo. Hay un eco de historias no contadas, de héroes olvidados y de sacrificios silenciosos. El nyckelharpa y el violín, cortesía de Lassi Logrén, añaden una nota folk profunda, como si estuviéramos escuchando antiguas canciones transmitidas en medio de una hoguera durante la noche más fría del año. “Scars in My Heart”, con la participación vocal de Madeleine Liljestam, es un canto a las cicatrices del alma, esas que llevamos ocultas pero que moldean quienes somos. Su voz angelical contrasta de manera exquisita con la agresividad de los riffs y las voces de Lindroos, creando un paisaje sonoro que es tan etéreo como brutal, representando a la perfección el dolor y la belleza, explorando la vulnerabilidad; Liljestam no es solo una invitada en esta pista, sino que su presencia eleva la canción a un nivel más íntimo. Cada palabra se siente como una confesión, y es imposible no sentirse identificado con la tristeza y el anhelo que emana de su interpretación. “Resistentia” parte el álbum y “The Howl” y “From Order to Chaos”, Ensiferum recuperan su faceta más épica y vertiginosa, canciones que recuerdan a los viejos tiempos de la banda, llenas de furia y esos coros épicos, que parecen convocar a las hordas a la batalla. Pero lo que realmente resalta es la habilidad de la Ensiferum para alternar entre la brutalidad y la melodía sin perder un ápice de intensidad. La batería de Janne resulta implacable junto al bajo de Sami, marcando un ritmo que parece emular el caos mismo del que hablan las letras. 

El álbum cierra con “Victorious”, una declaración de triunfo a pesar de todas las adversidades. Si hay algo que “Winter Storm” (2024) nos enseña, es que las tormentas no duran para siempre. “Victorious” es la culminación de esta travesía emocional, un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, la victoria puede estar al alcance, si estamos dispuestos a no sucumbir a ella, resultando imposible no sentir una mezcla de orgullo y esperanza al escuchar esta pista final, con sus grandiosos coros y energía imparable. Dando la sensación de que Ensiferum han creado una obra que no solo es un homenaje a la resistencia vital de cada uno de nosotros, sino también a la capacidad de encontrar belleza en el sufrimiento. Un testamento de la dualidad de la vida: frío y calor, lucha y paz, dolor y esperanza. Ensiferum han logrado capturar en este álbum una tormenta emocional, en la que cada canción es una batalla ganada y, al final del disco, nos sentimos también victoriosos, habiendo sobrevivido a esta intensa tormenta musical, encontrando el paralelo en nuestras vidas.

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