Crítica: Zeal & Ardor “GREIF”

A estas alturas de la película, pocos podrán discutirme lo que anuncié hace ocho años; “Devil Is Fine” (2016) era un buen álbum “Strange Fruit” (2018) potenciaba todo lo del anterior y, aunque se convertía en una auténtica caricatura cuando mezclaba en dosis tan exageradas la música negra con el black, resultaba. Pero, el gran problema, no era esa carambola que le había salido a Manuel Gagneux sino que, cuando uno se enfrentaba a los directos de Zeal & Ardor, aquello chirriaba por todas partes cuando te encontrabas con una banda de metal genérica, de poca calidad y vacía de contenido. Algo que pude confirmar hasta en tres ocasiones, tanto en festival, como en sala, ya lo he escrito en varias ocasiones. ¿Qué ocurría? Muy sencillo, ni Zeal & Ardor, ni Gagneux eran los salvadores de un subgénero que no necesita ser salvado y su propuesta quedaba original en el estudio. Salvaron los restos del naufragio con el aceptable “Zeal & Ardor” (2022), que prometía mucho pero no cumplía; dando a entender las inmensas posibilidades que se le abrían a Gagneux, aunque en ese momento fuese incapaz de traducirlas al estudio, ya lejos de las cadenas y el góspel polvoriento de las plantaciones. Y, para colmo, publicó dos EPs magníficos, como son “Wake of a Nation” (2020) y “Church Burns” (2022), como si el formato más breve le sentase mejor que un larga duración. Y esa es la sensación que produce “GREIF” (2024), el peor álbum de su carrera y la confirmación de la línea descendente en la que el suizo parece incapaz de rectificar. “GREIF” (2024) es un disco que se hace largo y eso es uno de los peores insultos, aburrido y oscuro, pero no por dramático o siniestro, sino oscuro por apagado y tristón. Estoy seguro de que habrá quien pueda intentar disfrutar de algunas de sus canciones, y es que hay un poco de todo; a veces te sonará como una versión pobretona de Queens of The Stone Age y otra como si Gagneux quisiese ser parte de The Arctic Monkeys. Por increíble que te parezca lo que estás leyendo, así es. Catorce canciones en las que Gagneux parece querer probar de todo, dándole poca consistencia al álbum.

“the Bird, the Lion and the Wildkin” es como escuchar a Rammstein sin la robustez de los alemanes, minuto y medio que podría haber sido un descarte de “GREIF” (2024). “Fend You Off” es de las mejores del conjunto, quizá porque no pretende evocar ningún sonido ajeno, porque produce la tensión que necesitan las canciones de Gagneux y, aunque roce el rock alternativo de la segunda mitad de los noventa con su exceso de edulcorante, es sustancialmente mejor que “Kilonova” y su rollito indie, demostrando que Zeal & Ardor resultan más efectivos en “are you the only one now”, a pesar de esos insufribles coros vocales. “Go Home My Friend” y “369” nos trae de nuevo al Gagneux que más se disfruta, aunque la última abuse de producción y electrónica; lo que no es malo per se, si no emborrona una canción que quizá habría funcionado de una manera más orgánica. Por el camino, la horrorosa Thrill y la transmutación de Zeal & Ardor en The Arctic Monkeys, paisajes ensoñadores de pura electrónica, “une ville vide”, la sensación de que Sugarcoat podría ser otro descarte, pero esta vez de Queens Of The Stone Age, el post-rock más radiable y aborrecible en “Solace”, el regreso a sus raíces más exitosas con “Hide And Shade” y un insospechable acierto en la acústica e íntima, “to my ilk”, como si metiese un triple al sonar la bocina. Bien, pero no salva el partido.

Zeal & Ardor es una de esas bandas que deberían gustarme más de lo que lo hacen y, aunque me esfuerce, siento que no es tanto mi culpa como la de un artista que quiere triunfar y toca todos los palos, sin profundizar en ninguno, con talento, pero sin saber adónde ir. Una pena.

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