Crítica: The Black Dahlia Murder "Servitude"

Lo hemos escrito y leído hace poco en este blog, pero es verdad que contemplamos a nuestros artistas favoritos como astros inalcanzables, cuando lo cierto es que son humanos, como tú y como yo. Cualquiera que conociese a Trevor sabrá que era todo lo contrario a una estrella del metal, charlar con él o intentar hacerse una foto se convertía en algo tan sencillo como placentero, no había glamour alguno que te distanciase de él, te hacía sentir bienvenido. Y, claro, Trevor, como todos nosotros, luchaba con sus propios demonios, hasta que el once de mayo de hace dos años, decidió acabar con todo. Para mí, como seguidor, fue chocante, jamás hubiese pensado que alguien como él pudiese acabar así; era inteligente y repleto de talento, con gran sentido del humor sobre el escenario y en sus letras, no había nada que pudiese darme una pista de lo que se cocía en aquella cabeza. Por desgracia, suele ocurrir así; somos ajenos a las realidades de otras personas, y la de Trevor debía ser tan dolorosa como para querer ponerle fin. Pero, ¿sabes qué es lo peor de la muerte? Los que se quedan, su familia y amigos y todo el sufrimiento con el que han tenido que lidiar. Para ti y para mí, Trevor Strnad era el cantante de The Black Dahlia Murder, para ellos era su hermano, amigo y pareja. De la noche a la mañana, Brian, Max, Alan y Brandon se encontraron sin él, y cuando el dolor de la pérdida se adormeció, llegó el momento de decidir si la banda tendría futuro. Imagino que la decisión tuvo que ser difícil y dolorosa al mismo tiempo, ¿quién podía llegar a pensar en The Black Dahlia Murder sin Trevor? Con el regreso de Ryan Knight y el paso de Brian a las voces, la banda comenzó a dar algunos conciertos y aquello sonaba de muerte, la banda cobraba vida y, aunque todos echásemos de menos a Trevor, parecía imposible no encontrar mejor forma de rendirle homenaje. Pero, ¿cómo sonarían nuevas canciones sin su voz? Hace meses era mejor no pensarlo, hasta que llegó “Mammoth’s Hand” y todo pareció encajar, de manera que el regreso de The Black Dahlia Murder y el anunció de “Servitude” no era algo tan difícil de digerir, sino un auténtico caramelo que todos deseábamos probar.

Por primera vez en mucho tiempo, se puede decir que el sonido de un álbum sí suena maduro, y es algo que se palpa desde “Evening Ephemeral”. Llámalo experiencia o, simplemente, haber superado el duelo; The Black Dahlia Murder conservan todas sus señas de identidad, pero hacía tiempo que no sonaban tan afilados, concisos y contundentes. Los riffs siguen tomando lo mejor del death metal melódico, y Max y Alan tan robustos como siempre, al igual que la voz de Brian se ha ajustado a la perfección al espíritu de la banda y el legado de Trevor, pero dándole una nueva dimensión. Brian demuestra honrar la memoria de de su amigo en su forma de cantar, “Panic Hysteric”, logrando esos altos y bajos en una misma estrofa, en un mismo verso, pasando del gañido más afilado al gutural más bronco, mientras que “Aftermath” es Alan quien da una lección de cómo golpear los parches, logrando un death metal tan técnico que roza el progresivo en sus diferentes partes y, sin cambiar de tempo, bordándolo en tres minutos, o golpearnos con frialdad en “Cursed Creator”. Capítulo aparte es el trabajo de Ellis en los solos, demostrando que es capaz de repartirse con Ryan los riffs y, al mismo tiempo, completar un fraseo o lanzarse al shred más vertiginoso. El caos llega con “Asserting Dominion”, tras la opethiana “An Intermission”, y el balazo que es la propia “Servitude”, a la que seguirá una de mis favoritas, “Transcosmic Blueprint”, en la que The Black Dahlia Murder parecen darse la mano con los alemanes Obscura y despedir con esa maravilla que es “Utopia Black”, recordándome muchísimo al ánimo de mi disco favorito de ellos, “Everblack” (2013), por motivos plenamente sentimentales y afectivos, y es que me sigue pareciendo un álbum perfecto para lamerme las heridas.

“Servitude” es un notable altísimo, un álbum que marca un punto y aparte, pero que demuestra que The Black Dahlia Murder siguen siendo una banda enorme, repleta de talento. Un disco durísimo para nosotros, sus seguidores, pero también un paso de gigante que han sabido dar con dignidad e inspiración. Estoy deseando volver a verlos de gira, aunque la sombra de Trevor sea alargada, sé que está de su lado.


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