SETLIST: Deuce/ War Machine/ La Bamba/ Are You Ready/ I Love It Loud/ Ace of Spades/ Shout It Out Loud/ Parasite/ Cold Gin/ Charisma/ Shock Me/ Calling Dr. Love/ Rock and Roll All Nite/
Suele ser habitual que ese público bovino, que cree saberlo todo, cada vez que Mick Jagger, Keith Richards, Brian May, Steven Tyler, Meine y Schenker u Ozzy se han echado a la carretera, se les acuse de hacerlo por dinero, como si alguno de ellos lo necesitase para llegar a fin de mes o el panadero y fontanero de tu barrio no se levantasen cada día con la misma necesidad y, por el contrario, a nadie se le ocurre afear su conducta (aunque no dudo que llegue el día en el que los que madrugamos cada día seamos el hazmerreír del resto, mientras estos vivan subvencionados). Lo mismo ocurre con Kiss, desde que era un niño, siempre he tenido que escuchar que la banda es una empresa, ¿cuál es el problema? ¿Acaso U2 o Metallica no lo son? ¿Es que nos creemos que detrás del éxito, independientemente de su alcance, no hay que poner cierta cabeza y saber administrar las cuentas? Podemos hablar de Kiss, pero también de Accept, Maiden, Behemoth, Suicidal Tendencies, Sepultura, Slipknot o Cradle of Filth, me da igual el pelaje o su impacto, todas las bandas profesionales son empresas y cuando no llenan o no venden lo suficiente, por desgracia (como pasó con Kylesa), deben dejarlo o buscar nuevas formas de lograrlo. Por no hablar de aquellas que trabajan y aprovechan su tiempo libre y vacaciones para girar (como ocurre con Immolation o The Haunted, entre muchos otros).
En el caso de Kiss, como otras grandes, está claro que, a Gene Simmons, con setenta y cuatro años, si se sube al escenario o hace una gira por salas es, simple y llanamente, porque ama lo que hace, vive la música y no entiende su vida sin ella, además le gusta pasárselo bien. ¿Le gusta el dinero? Claro, como a ti y a mí, pero a diferencia nuestra, no lo necesita y la sola oportunidad de que pase por tu ciudad e interprete “Parasite” o “Cold Gin” en una sala de apenas dos mil personas justifica casi cualquier esfuerzo y el abandono del cinismo por parte del público. Además, esta gira de Simmons es más que honesta, no hay disco en solitario que lo respalde, maquillaje o pirotecnia alguna, no hay ningún gancho o atractivo más que el de ver al músico sobre las tablas, disfrutando e interpretando algunas de las canciones que ama, da igual si son de Kiss, Motörhead o Van Halen. Huelga decir que si amas a Kiss es una cita imprescindible, no se tiene esta oportunidad todos los días; me siento afortunado de haber podido ver en directo a Ace en solitario y ahora le ha llegado el turno a Gene. Al que no le guste Kiss no tiene más que quedarse en casa viendo el fútbol, tomarse una cerveza en la playa o acostarse pronto, es tan sencillo como que cada uno disfrute de lo que le guste y ayer por la noche es justo lo que hicimos un puñado de afortunados y el propio Simmons.
Sin embargo, he de ser objetivo, la noche de Simmons es lo más parecido a una pachanga entre amigos; media hora de retraso, la sala con el aire acondicionado a medio gas, igual que la entrada con tan sólo un tercio lleno (programar un concierto en plena segunda quincena de agosto en Madrid es casi un suicidio, sabiendo que va a ir quien aguante en este horno) y poco más de una docena de canciones, con mucho espacio entre una y otra. La sensación era extraña, parecía una convención de Kiss en la peña de un pueblo. Lamento no haber llegado antes a la sala y haberme perdido parte del concierto Obús, todos mis respetos hacia Fortu y Paco Laguna, pero por el mismo a los lectores no suelo escribir sobre actuaciones que no veo al completo, a diferencia de otros medios que vuelan a las tres canciones o se pasan la noche acodados de charla y luego despachan a las bandas en tres o cuatro líneas y una saturadísima foto con ojo de pez.
Simmons, acompañado de Brent Woods (VINCE NEIL o SEBASTIAN BACH), Zach Throne (COREY TAYLOR) y el batería Brian Tichy (THE DEAD DAISIES, LYNCH MOB, WHITESNAKE, FOREIGNER, BILLY IDOL, SLASH'S SNAKEPIT o PRIDE & GLORY), arrancó fulgurantemente con “Deuce” y “War Machine”, un inicio arrollador que se desvaneció con diez minutos de búsqueda de seguidoras para interpretar “Are You Ready”, incluyendo “La Bamba”, repitiendo el mismo juego con “Shout It Out Loud” y la mítica “Rock And Roll All Nite”, logrando que diez minutos de música se convirtiesen en media hora en la que no faltaron voces gritando “más música”. Por suerte, la hubo y así fue con “Parasite”, “Cold Gin” o “Charisma”, que sonó especialmente bien, al igual que “Shock Me”. Una sensación contradictoria cuando lo que debería haber sido una velada de rock con The Demon, fue lo más parecido a un bolo de tu tío que hace versiones de Kiss, entre chistes y bromas de otra época. Dicho esto como punto negativo, sabía a lo que iba y la clara constatación de que en lugar de concierto debería haberse llamado “An Evening With Gene Simmons”, una tarde de colegas en la que no faltó una fortísima versión de “Ace Of Spades” y la maravilla de escuchar las canciones de Kiss de la boca de Simmons en una sala pequeña, no apta para público accidental o aquellos que se la cojan con papel de fumar.
En definitiva, una noche para el recuerdo, sencilla y sin sobresaltos, entrañable e histórica por la relevancia de un músico cuyas canciones han llegado a varias generaciones y quedarán para siempre escritas en la historia del rock, además de la libertad que respira lejos de los programadísimos conciertos de Kiss. Cercano y dicharachero con acento mexicano, Simmons es una leyenda, claro que sí, pero también es un ser humano accesible que disfruta de lo que hace y logra lo mismo con todo aquel que se acerque a uno de sus conciertos, sin prejuicio alguno.
© 2024 Txutxi Rodríguez
Simmons pic by © 2024 Gene Simmons
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