Crítica: Dark Tranquility “Endtime Signals”

En mi humilde opinión, “Endtime Signals” (2024) forma un magnífico cuerpo de trabajo con “Moment” (2020) y “Atoma” (2016), desde hace unos años todo el mundo suele referirse a este tipo de juegos como “trilogías”, cuando el término más apropiado es “triada”. Dicho esto, Dark Tranquility han vuelto a grabar un disco notable, digno sucesor de los mencionados, pero, sin embargo, es Quizá el más flojo de los tres. Con esto no quiero decir que los suecos hayan grabado un mal álbum, es sólo que las nuevas canciones no son tan poderosas como las mejores de Dark Tranquility y ni siquiera tan sólidas como las de los dos discos anteriores y digo esto sabiendo que “Moment” (2020) ha sido criticado por muchos seguidores que creen que “Endtime Signals” (2024) es superior. No es así, este disco posee el sonido, obra y gracia del propio Martin Brändström, el único miembro superviviente junto a Mikael en las espantadas de los últimos años y aunque el trabajo de Reinholdz, Jansson y Strandberg-Nilsson es incontestable, la única realidad es que cuando acabo de escuchar las canciones de este disco, no hay ninguna que destaque por encima de la otra, algo muy parecido a lo que le ha ocurrido a mi compañero con “Wake Up The Wicked” (2024) de Powerwolf y con esta comparación no quiero herir a nadie que ame la música de Dark Tranquility, cualquiera que me haya leído en los últimos quince años, sabrá que he defendido y defenderé a capa y espada los trabajos de la banda, pero “Endtime Signals” (2024) -a pesar de algunos buenos momentos- adolece de canciones a la altura de la leyenda de los mejores representantes actuales del death metal melódico sueco, o quizá aquellos que han envejecido mejor, y esto no hay nadie que pueda discutírmelo.

“Shivers and Voids” es claro ejemplo de lo que Dark Tranquility son, suena como todos esperamos y Mikael está magnífico, en pleno estado, sonando más agresivo y mejor que nunca, el puente posee la dosis justa de melancolía hasta el estribillo y las guitarras de Reinholdz resultan, a pesar de que el teclado de Brändström no aporte nada al tema, muy diferente a lo que nos encontramos en “Unforgivable”, una canción que sí va directa a la mandíbula y cuando cambia su tempo resulta evocadora de lo que los suecos son capaces, pero también hay fallos garrafales como “Neuronal Fire” o “Bleaker Sun”, no son horrendas, claro que no, pero no tienen lugar en un disco de Dark Tranquility, el estribillo de la primera es malo y sólo puedo salvar el solo (aunque también resulta genérico), mientras que “Bleaker Sun”, a pesar de su siniestra atmósfera, se hace aburrida y, cuando llevas ya unos minutos, te das cuenta que si se hace larga durando poco más de cuatro es porque es mala, así de fácil. Como “One of Us Is Gone” es una balada que rompe muchísimo el ritmo del álbum y, aunque sea otro color muy lejano de su habitual melodeath, evidencia muchísimo el amor de Stanne por Depeche Mode; no cuesta nada imaginarnos a Martin Gore cantando algo parecido, igual que ocurre con “False Reflection”. Una vez más, esto no es una crítica, tanto Gore como Gahan son artistas a los que admiro, es sólo que no espero algo tan obvio de Dark Tranquility y cuando digo “obvio” me refiero a que no han disimulado sus huellas en la arena y estas dos canciones, en concreto, parecen descartes de "Songs of Faith and Devotion" (1993).

Gracias a Stanne, tenemos “Drowned Out Voices”, que sirve como agresivo revulsivo a semejantes bajones góticos, o quizá la mejor de todo el álbum, “The Last Imagination”, que gana de largo por intensidad y carga emocional a todo lo grabado en “Endtime Signals” (2024). ¿Quiere decir esto que sólo apruebo canciones con algo de agresividad y no respeto que los artistas de los que disfruto exploren nuevos terrenos? No, en absoluto, “Enforced Perspective” es un buen ejemplo de que la inspiración es necesaria para que las cosas funcionen, a pesar de tener cuerpo es de lo más tontorrona y fácil, no aporta nada en absoluto, como ocurren con “Our Disconnect” o la también prescindible “Wayward Eyes”, canciones pasables, pero no memorables, ni siquiera reseñables; están ahí, no hacen daño a nadie, pero no suman tampoco.

“Endtime Signals” (2024) es un álbum aceptable pero inferior a “Moment” (2020), quizá porque Stanne ha estado más involucrado en la actividad con The Halo Effect, quizá por los recientes cambios de formación que convierten a la banda en un proyecto de dos cabezas, vete tú a saber pero, sin decepcionar, está lejos de lo que Stanne y Brändström son capaces.

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