SETLIST: Bestial Devastation/ Antichrist/ Necromancer/ Morbid Visions/ Mayhem/ Crucifixion/ Funeral Rites/ From the Past Comes the Storms/ Septic Schizo/ Inquisition Symphony/ Escape to the Void/ R.I.P (Rest In pain)/ Refuse/Resist/ Propaganda/ Territory/ Troops of Doom/ Morbid Visions/ Dead Embryonic Cells/
Casi siempre que leo una crítica sobre los hermanos Cavalera en blogs o portales supuestamente dedicados a la música, recuerdo la célebre canción de Slipknot por la que deseo meterme los dedos en los ojos y dejar de leer. Muchos dan por sentado que el que lee debe entender lo que bandas, ahora ya míticas, supusieron para el mundo de la música o el del metal en particular y se equivocan de pleno, porque muchos de sus lectores son demasiado jóvenes para haber vivido una u otra época y su conocimiento se limitará al empacho de discos en streaming y la lectura en diagonal de Wikipedia, creyéndose que con eso es suficiente; mientras que para aquellos más veteranos, esas crónicas o críticas de uno u otro artista quedarán relegadas por lo superficial y porque no encajan con lo que ellos han vivido. Sepultura son parte de la historia de la música y punto pero, el más miope de los lectores creerá que es porque hacían buenas canciones, otros pensarán que es porque hicieron buenos discos, otros criticaran “Roots” (1997) desde la comodidad de casa de sus padres y el paso del tiempo y la llegada del infame nu metal, cuando la realidad es que Sepultura son historia de la música no sólo por la calidad de su material en los ochenta y primeros de los noventa, sino porque abrieron los límites musicales y demostraron que una banda humilde de Brasil podía aspirar a la grandeza y cantando en inglés decidieron gestionar su propia carrera, comerse el mundo con su death/thrash y lograr el reconocimiento mundial, habiéndose sentido, como afirmaban, tercer mundo. Por supuesto que escribieron grandes canciones, claro que sí, pero es que discos como “Beneath The Remains” (1989) o “Arise” (1991) poseen una importancia seminal para el metal de hoy, como el ya clásico “Schizophrenia” (1987), que es el que les ha servido de motivo para que Igor y Max vuelvan a girar con él bajo el brazo, lo que vino después carece de importancia.
Es por eso que muchos, no solamente aquellos que peinan canas, nunca hayan podido entender a Sepultura sin los hermanos Cavalera y respetando a Andreas Kisser, su banda haya ido perdiendo fuelle con cada lanzamiento, hasta su completa desaparición. En mi opinión, con aquella escisión los que perdimos de verdad fuimos sus seguidores; me habría encantado saber qué venía después de “Roots” (1997), me habría gustado ver la evolución de la banda y ser testigo de cómo los cuatro cabalgaban juntos y, aunque he estado en muchos conciertos de los Sepultura de Kisser, la sensación siempre ha sido de bajón o tristeza cuando a nadie le interesaba lo que ocurría sobre el escenario hasta que comenzaban a sonar los clásicos compuestos por Cavalera. Por lo mismo que tampoco he entendido nunca los ataques contra Max y su vida, su rendimiento sobre las tablas o sus discos con Soulffly, ¿cómo explicarle a un chaval que, si tiene suerte, el también envejecerá y cumplirá años? ¿cómo hacer entender a mucha gente que hay discos de Soulfly que se meriendan vivos otros de los Sepultura de Kisser? Debo ser muy idiota porque, en lo más personal, le debo un respeto enorme a los hermanos Cavalera por todos los buenos momentos que me han hecho pasar, como para afearles un mal disco, un mal concierto, que cumplan años o creerme saber mejor que nadie cómo deben dirigir sus carreras.
Dicho esto, los hermanos Cavalera volvían a nuestro país, con su nueva versión de “Schizophrenia” (2024), en una velada que muchos tardaremos en olvidar y en la que todo sonó como debería haber sonado hace años, haciendo justicia a canciones como “Bestial Devastation” o “Antichrist” que abrieron sin piedad y en canal a un público sediento de metal, “Morbid Visions” siguió sonando infecta con Igor Cavalera desatado, mientras que es un auténtico gustazo escuchar una canción como “Septic Schizo” que, precisamente, nunca fue una habitual en directo en su época. Disfruté muchísimo de las guitarras en “Escape to the Void” con el buen trabajo de Travis y, con todo el dolor de mi corazón, aunque me hubiese encantado ver a Kisser, no le eché de menos, como "From the Past Comes the Storms" sonó como si un rayo nos atravesase el cuerpo, por no hablar de la veloz "Funeral Rites", maravillosa. Tras el recorrido por las dos regrabaciones más recientes, llegó el momento de un final más popular con “Refuse/Resist” y la coreadísima “Territory”, con la que muchos viajamos a nuestra más tierna adolescencia, sonando más bronca que la original, con más mala leche, pero igual de icónica.
“Troops of Doom” nos hacía regresar a “Schizophrenia” (2024), mientras que “Morbid Visions” y, sobre todo, una de mis favoritas “Dead Embryonic Cells” me hizo desear una regrabación de un disco que, aunque me parece perfecto, me gustaría escuchar pasado por la túrmix de los Cavalera actuales, “Arise” (1991). Y soy consciente de ello, de que se trata de un capricho que jamás llegará a ocurrir porque Max tan sólo quería darle el sonido que él creía a los discos regrabados y el famoso “Arise” (1991) ya tiene la mano del maestro Scott Burns, sonando igual de bien ahora que hace tres décadas, pero anoche salí encantado de mi cita con los Cavalera, por mucho que algunos los critiquen con la nostalgia como única vara de medida, me siguen pareciendo cojonudos en directo y eso es un hecho que ayer volvieron a demostrar en Madrid.
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