Vale, sí, es cierto que “Science, Not Fiction” (2024) puede que no sea el mejor álbum de Orange Goblin, pero pinchas “The Fire at the Centre of the Earth Is Mine” y sientes que estás en un concierto; la vibrante emoción de la música en directo, las afiladas guitarras y la magnífica voz de Ben Ward. Es en esos momentos cuando uno se quita el disfraz de crítico improvisado y deja que sus tripas hablen, Orange Goblin han vuelto tras cinco años y suenan de muerte, como si el tiempo no hubiese pasado, el bajo de Harry se une a la batería de Chris, repletos de groove, bajas la ventanilla de tu coche y pisas el acelerador. Es verdad que “The Wolf Bites Back” (2018) sonaba más cohesionado, todo tenía sentido y tenías la sensación de estar escuchando un álbum y no una colección de canciones, como también es cierto que “The Big Black” (2000) y el ya mítico “Time Travelling Blues” (1998) siguen ocupando mi corazón, y este “Science, Not Fiction” (2024) produce la sensación de, a pesar de sonar tan bien -como escribía unas líneas más arriba, como una bocanada de rock- carecer de la frescura de los anteriores por la cual esa mezcla de stoner y doom sonaba como un auténtico cohete pero, ¿quién soy yo para cuestionar un riff de Hoare? Como es el caso de “(Not) Rocket Science”, tan accesible y ligera como para entrar de un tiro, directamente a tu cerebro; quizá el problema sea que no hay que escuchar este álbum haciéndolo pasar por el filtro del intelecto, sino sentirlo, como si estuviésemos en pleno concierto, subir el volumen y dejarse llevar.
Es fácil cuando suena un riff tan monstruoso como el de “Ascend The Negative”, mientras la voz repleta de actitud de Ben es como la de un animal herido y, aunque más bien parezca una narración, se pegue como un auténtico chicle y derroche saber hacer. No es el caso de “False Hope Diet”, que parece una improvisación propia de Clutch y el mayor de sus defectos es la duración de lo que parece un medio tiempo, siete minutos son muchos para tener la sensación de que uno va a la deriva y el desaguisado no se arregla hasta “Cemetary Rats”, tras los dos primeros minutos de clarísimo homenaje a Sabbath, justo cuando la canción se encabrita y Orange Goblin parecen querer jugar con el thrash, todo muy divertido pero el álbum no retomará su dirección hasta “The Fury of a Patient Man”, cien por cien marca de la casa, con ese puntito polvoriento tan sabroso, algo que agradezco pero que no es suficiente cuando “Gemini (Twins of Evil)” no llega a la altura de lo que esperamos en Orange Goblin y “The Justice Knife”, aunque ligeramente mejor, tampoco logra que el álbum remonte el vuelo ya perdido, despidiéndose con la melódica “End of Transmission”, pudiendo resumir que tan sólo cuatro canciones de las nueve son las que merecen de verdad la pena.
Aunque los destellos son breves, causan tan buena impresión que resulta imposible desdeñar el esfuerzo, cuando estoy seguro de que bandas con menos carrera y pedigrí venderían su riñón derecho por un disco así, pero, por el contrario, “Science, Not Fiction” (2024) no es capaz de hacer que olvides glorias pasadas. Igualmente, si este álbum les sirve para salir de nuevo de gira, no tengo nada en contra, tan sólo espero que encuentren la misma inspiración que les hizo grabar “The Wolf Bites Back” (2018) o “Back From the Abyss” (2014).
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