Si escribo que no me gustan los súper-grupos, siempre habrá algún lector que lea entre líneas y me quiera afear algo tan subjetivo como un gusto, intentando hacerme entrar en razón cuando he hablado bien de uno u otro, o queriendo desacreditarme por no amar a Cream, cuando lo hago. No pasa nada, esto es Internet y la gente adora sentirse indignada, atacada o, por el contrario, intentando demostrar que saben más que uno u otro, bienvenidos al auténtico festival de las vanidades que es la red. Pero sí, no me gustan demasiado los súper-grupos porque duran poco; siempre hay luchas de egos que se traducen en carreras en solitario, constantes cambios de integrantes o resultados que no son significantes del talento de sus miembros. Y me estoy refiriendo a esas bandas armadas como un meccano, no a esas otras en las que se da la casualidad que nacen y todos sus miembros -o la mayoría- son virtuosos. Y aquí es donde entran Mr.Big, porque desde su formación, Martin, Sheehan, Gilbert o Torpey, estaban destinados a triunfar y pocos podían imaginarse que semejante torrente de talento corría por las venas de los cuatro. Tras unos años de parón, volvieron a principios de la década pasada y pude disfrutarlos en un festival suizo, todavía con Torpey, habían regresado con “What if…” (2010), un álbum que funcionaba mucho mejor que “Actual Size” (2001) o “Get over It” (2000), pero no era, ni mucho menos, lo que significaban su triada inicial con “Mr.Big” (1989), “Lean Into It” (1991) y “Bump Ahead” (1993). Bajaron de nivel en “...The Stories We Could Tell” (2014) y despejaron dudas con “Defying Gravity” (2017) que, sin ser la cuadratura del círculo, significa un disco mucho más sólido que esta supuesta despedida con “Ten” (2024), en el que hay momentos magníficos -claro que sí- pero algunas canciones son tan prescindibles que lastran el resultado final.
“Good Luck Trying” me parece una manera perfecta de abrir un disco, bluesy pero repleta de energía, con D'Virgilio haciendo un trabajo magnífico junto al maestro Sheehan y Paul Gilbert que, sin sonar como él mismo, compone un magnífico solo repleto de sabor y sentimiento; por supuesto, no puede enredarse en su pirotecnia habitual, pero no es posible ponerle ninguna pega cuando está supeditado a la composición, además el tono de su guitarra es maravilloso. Sin embargo, aunque "I Am You" se siente repleta de optimismo y es pegadiza, representando ese imposible cruce de Mr.Big y su hard, no es lo que espero de la banda, resultando demasiado pop, en el peor de los sentidos. Se siente bien, es amable, pero prefiero “Good Luck Trying” o "Sunday Morning Kinda Girl", esta última más cercana a ese hard del que hablo, pero con aroma a Queen. La oriental “Right Outta Here” queda relegada a curiosidad, a pesar del excelente trabajo de Gilbert con el slide, como ocurre también con "Who We Are" y "What Were You Thinking", canciones que no están mal, pero que no deberían formar parte de la despedida de una banda con semejante bagaje, entre las que también podríamos incluir "As Good As It Gets", sino fuese por la labor de D'Virgilio y la sensación de ligereza heredada del rock setentero más radiable, o quizá la más prescindible de todas, “Courageous”.
De esta forma sólo nos queda el single “Up On You” y el bonito juego de voces o la guitarra de Gilbert con la fortísima línea de bajo de Sheehan o esa insospechada joya que es “The Frame”, un precioso medio tiempo que sí sirve como cierre al disco y una carrera repleta de buen hacer y gusto. Como regalo, incluyen “8 Days On The Road”, un divertido blues que demuestra que los patinazos en “Ten” (2024) son premeditados cuando hay canciones con mejores hechuras que algunas de las descritas, como es el caso y la exhibición de Sheehan. Esperaba más de este disco, por supuesto que sí, pero nada nos impedirá escuchar de nuevo “Lean Into It” (1991) o divertimentos como esta inocua despedida que tampoco altera la imagen del grupo y lo grabado hace tres décadas.
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