Si te gustan Rotting Christ, bienvenido, pero si no tienes demasiado espíritu crítico y, a pesar de haber nacido hace décadas, has adquirido la famosísima piel de cristal por la cual vas a leer esta crítica con la sensación de estar siendo maltratado por todos tus orificios, lo mejor es que dejes de leer inmediatamente. No hay cosa que duela más que sentir que el otro, aquel al que lees, no tiene ni idea de lo que escribe tan solo porque, íntimamente, sabes que te has sentido atacado o quieres pensar que no puedes estar tan equivocado, tú; que vas a tantos conciertos... Tal y como escribí en “Rituals” (2016) y “The Heretics” (2019), a pesar de todo el cariño que siento por los hermanos Tolis, resulta innegable que su metal ha evolucionado y esta palabra, por mucho que algunos lo crean, no siempre significa algo positivo. Rotting Christ han dejado el death o el black, han abandonado géneros más salvajes para bajar el tempo de las canciones, han preferido levantar el pie del acelerador y escribir temas de una media de cinco minutos en los que prima el groove, los movimientos lentos y majestuosos, la rabia en favor de la presencia y el intento de componer solos épicos, que a veces funcionan y otras no, acompañándolo de pasajes hablados, diálogos y recitados que, como lo anterior, pueden o no resultar. En mi opinión, tras escuchar “Pro Xristou” (2024) con avidez y echándole muchas ganas, invirtiendo tiempo en sus surcos, la sensación de repetición es lo que mata la experiencia; el groove, los solos o los recitados funcionan, pero no para que pueblen todas las canciones, a veces he echado de menos más rapidez, más reaños, un brusco cambio de timón, una canción que me sorprenda y no adivine sus cuatro minutos y medio en tan sólo los primeros compases. Y es que cualquiera de las composiciones de “Pro Xristou” parece alargada intencionadamente tras la idea inicial, entiendo cuando alguien me dice que se le hace pesada una canción de ocho, diez o doce minutos, pero que eso te ocurra con canciones de apenas cinco, resulta criminal cuando en todas y cada una repites los mismos golpes de efecto de la anterior.
Y lo cierto es que Sakis y Themmis no nos mienten, desde la inicial “Pro Xristou (Προ Χριστού)”, nos hacen saber los ingredientes con los que han pergeñado el álbum; groove lentísimo, recitados y hasta una campana, nada que temer hasta “The Apostate” en la que priman los coros con ansias de sonar épicos y la melodía, transformando a Rotting Christ en una suerte de banda con influencias góticas. De nuevo, no pasa nada, no tengo problema alguno con el metal gótico y, aunque suenen lentos y pesadotes (sin llegar al doom), disfruto por igual. Lo que ocurre con “The Apostate” es que parece otra introducción cuando se repite todo una y otra vez en bucle durante cinco minutos hasta que irrumpe el enfadadísimo recitado de “Like Father, Like Son”; como canción, sube un poquito la tensión y hay algo más de sangre, pero tampoco hay grandes cambios o desarrollos, no hay progresión o evolución, nada que indique que no estamos atrapados en ese mencionado bucle por el que el de Harold Ramis parece hasta un santiamén.
La guitarra de “The Sixth Day”es pegadiza, es vanheliana, es interesante si no fuese porque soporta sobre el alma de su mástil los casi cuatro minutos de la canción, pero pese a ello, lo peor está por llegar y son las operetas de “La Lettera Del Diavolo” e “Yggdrasil” (escrita en runas, lo nunca visto; ᛦᚵᛑᚱᛆᛋᛁᛚ), la primera se torna irritante cuando parece un diálogo en el cual la sensación de blasfemia se diluye cuando llega un momento en el que, como oyente, no quiero estar escuchando a unos Pimpinela del séptimo círculo del averno y la segunda porque, además de ser hermana de la anterior, repite tantísimo “Yggdrasil” que sería ideal para jugar con chupitos un viernes por la noche. Quedan totalmente relegadas las buenas ideas en los riffs, como ocurre con “The Farewell”, aunque caigan en más y más tópicos y a las campanas le añadan incluso relinchos de caballos, “Pix Lax Dax” sea un refrito de la anterior, “The Apostate”, ayudando a que la digestión sea aún más pesada, “Pretty World, Pretty Dies” parezcan querer sonar como unos Behemoth de marca blanca y en “Saoirse” se disfracen de Therion.
Como siempre, porque tras tantos años escribiendo sobre la música que amo ya me lo conozco, surgirán unos que defiendan sus últimos discos y otros que se mantengan tras la barrera viendo los toros pasar, pero muchos con la sensación de que lo que ellos han escuchado no está tan mal y ese o aquel medio lo han calificado con un notable o sobresaliente, pero luego, cuando Rotting Christ vienen de gira y toca rascarse el bolsillo un martes por la noche, les cuesta horrores llenar una sala pequeña y los que estamos somos los de siempre. En fin…
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