Parece mentira, pero el tiempo vuela y no deja a ninguno con vida, un minuto estás aquí y al siguiente ya no. Quizá, ese sentimiento de sombra y fragilidad que nos rodea a aquellos que hemos perdido a demasiada gente, nos acompañará eternamente porque sabemos de la volatilidad de la vida, de lo efímero del momento y, por ende, lo precioso de aquello que nos rodea cuando, paradójicamente, podemos perderlo todo en cualquier segundo. Así llevo sintiéndome un tiempo, no solamente porque por el camino se hayan quedado algunos de mis artistas preferidos y muchos más jóvenes que quien os escribe, sino porque la juventud acaba cuando se es de verdad consciente de la mortalidad, de que la fiesta se acaba en cualquier momento y, como decía Gil de Biedma; la vida iba en serio. Alexi Laiho era un genio, no hay nadie que pueda discutirlo, podían gustarte más o menos sus discos, pero Alexi estaba tocado por Dios. Era un grandísimo guitarrista, con la habilidad, rapidez y creatividad de los mejores, disfrutarlo en directo era algo de otro mundo, incluso cuando comenzó a perder peso y esa sombra fatal parecía sobrevolarle, atemorizándonos a todos.
Es por eso que a muchos nos enfadó la actitud de sus compañeros de banda, Children Of Bodom, pero era desde la perspectiva infantil del seguidor que se siente herido, lejos de la realidad que supone ver cómo un amigo, casi un hermano, se está matando poco a poco y estoy seguro de que Henkka, Haska, Daniel y Janne no supieron hacerlo de mejor manera que poniendo fin a la locura, pensando que aquel parón le pondría en órbita y sabría reaccionar, lamentablemente no fue así. Alexi nos dejó el 29 de diciembre del 2020 y parece que fue ayer pero, al mismo tiempo, parece haber pasado una eternidad. Por un lado, Alexi permanecerá eternamente joven en nuestro recuerdo, pequeño en tamaño -casi adolescente- encorvado sobre su ESP, mientras sus dedos parecían perderse a velocidades de infarto sobre el diapasón pero, por otro lado, nuestro corazón presiente que los años comienzan a estirarse desde su último concierto en nuestra ciudad, aquel que parecía uno más y, sin embargo, no sabíamos que sería el último.
Children Of Bodom se acabó, no hay posibilidad de reemplazo, la pérdida es demasiado grande y es mejor entender que aquello fue un sueño mientras duró. Pero sus amigos, sus compañeros, también son conscientes de que siempre nos quedará la música y no hay mejor recuerdo para cerrar una carrera tan brillante que publicar el que fue el último concierto de Children Of Bodom, el 15 de diciembre de 2019, en Helsinki, un año antes del fatal desenlace. Así llega hasta nosotros "A Chapter Called Children Of Bodom (The Final Show In Helsinki Ice Hall 2019)" con un temible Roy entre el público, coronando una impactante portada que recuerda a la de "Hate Crew Deathroll" (2003), sólo que aquí parece todo mucho más real, más amargo, más triste y solemne cuando nunca más escucharemos a Alexi en directo. Dieciocho canciones, cuatro discos, que muestran la grandeza de una banda auténticamente demoledora en directo; brutal pero técnica, infalible, afilada y melódica, de precisión. Presentando “Hexed” (2019), es normal que comiencen sonando “Under The Grass Clover” o "Platitudes and Barren Words", dos canciones magníficas, pero de ahí volamos a "Are You Dead Yet?" (2005) con “In Your Face” y los magníficos teclados de Janne para despegar del suelo; “Shovel Knockout”, “Bodom Beach Terror” o “Follow The Reaper” comparten minutaje con “Blooddrunk” y “Angels Don’t Kill”, mientras la atropelladísima versión de “Needled 24/7” nos acelera el pulso hasta “Hate Me” o la siniestra y glacial “Lake Bodom”, que sigue siendo capaz de helar la sangre desde 1997 con Alexi fuera de sí, apoyándose en Daniel, Henkka y Jaska en musculosa comunión y Janne adornando, creando un colchón como si de un hipervitaminado Jon Lord se tratase, hasta la orgásmica “Downfall”, casi una veintena de canciones que entran como un chute de buena música, como el canto a la vida que eran en directo.
No hay mejor forma de recordar a Alexi que escuchando su música, un auténtico regalo que nos acompañará por siempre, recordándonos la importancia de cada uno de nosotros en la vida de aquellos que nos rodean. Si es así, Alexi tocó el corazón de millones de amantes de la música y no hay mayor riqueza que semejante logro. Querido amigo, ojalá encuentres el merecido descanso allá donde estés, ojalá nos volvamos a ver.
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