Creo haber escrito ya en miles de ocasiones lo que Cannibal Corpse significan para un servidor, por lo que me ahorraré el ataque de nostalgia que sí he vertido en otras críticas. ¡Estamos ante el decimosexto álbum de los de Buffalo! ¿No resulta increíble? Pero más asombroso es pensar que Erik Rutan (Hate Eternal) ya es miembro de pleno derecho, habiendo sustituido a Pat O'Brien, y ha aportado su pericia a la banda, sonando aún más frescos, pese a los galones que ya cuelgan de sus respectivas solapas. Así, la jugada de los Corpse es doble; por un lado, mantienen ese sentimiento tan ‘old-school’ pero no dejan de sonar actuales, como si las manos de Rutan hubiesen remozado su sonido, no sólo gracias a sus guitarras sino a su habilidad en la producción, algo de lo que ya había advertido, pero que es ahora con este disco en el que las piezas parecen encajar de manera natural, mejor que nunca. Es por eso que “Chaos Horrific” suena tan maravillosamente bien y cuando el bajo de Webster abre “Overlords Of Violence”, sentimos que esta nueva versión de Cannibal Corpse golpea aún con más fuerza; no es sólo el groove de la canción o la habilidad en la atropellada forma de golpear de Mazurkiewicz, sino que las guitarras de Rutan y Barrett parecen unirse, sonando como una (con un magnífico solo, repleto de caos, pero también habilidad), y la garganta de Corpsegrinder parece más potente que nunca, tan cavernosa y gruesa como de costumbre, pero con ese puntito arenoso que tanto me gusta.
“Frenzied Feeding” está más cerca del thrash que del death en sus primeros compases, hasta que entra la voz y Cannibal Corpse firman una de las canciones más divertidas y cafres, antes de la épica “Summoned For Sacrifice”, que podría servir para abrir cualquiera de sus nuevos conciertos, tan pegadiza como haber sido elegida como single, y con un tempo en el que la banda se decide a romper nuestras vertebras, sin ningún tipo de piedad, resultando verdaderamente matadora. Bajan las revoluciones en “Blood Blind”, como en "Fracture And Refracture", cuando firman una canción que habría hecho sentirse orgulloso al mismísimo Dimebag, mientras que en "Vengeful Invasion" hacen gala de su habilidad, con un death técnico en el que, además de un gran riff, hay espacio para un profundo breakdown articulado como riff principal (¿quién puede sonar igual que ellos en la actualidad?). “Chaos Horrific”, la canción, resuena pérfida y afilada, justo lo que podríamos esperar de Cannibal Corpse en pleno 2023, con un magnífico trabajo de Webster y Mazurkiewicz, como esa centrifugadora que es “Pitchfork Impalement” o los números finales de “Pestilential Rictus” y “Drain you Empty”, pisando el acelerador, concluyendo el álbum de manera soberbia y repletos de energía, como si el propio disco pidiese una vueltecita más. ¡Dásela!
Es por todo esto que “Chaos Horrific” funciona muchísimo mejor que "Violence Unimagined" (2021) o "Red Before Black" (2017), discos notables que, sin embargo, no poseían el dinamismo de este que nos ocupa, en el que Rutan parece haber rejuvenecido al resto y la banda, por completo, parece hipervitaminada y repleta de fuerza. Piénsalo de nuevo, Cannibal Corpse siguen entre nosotros, gozando de excelente salud, en pleno 2023, dieciséis discos a sus espaldas, sin parar de girar, y dando lecciones a bandas infinitamente más jóvenes. Desde luego que sí, la veteranía es un grado, pero también el talento y el trabajo duro. Excepcional.
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