No quiero repetirme y escribir aquello de que "Cognitive" (2012) y "Tellurian" (2014) sonaban demasiado a Tool, que “Lykaia” (2017) es el primer álbum en el que reivindican su propio sonido y suenan tan cojonudos y orgánicos como para que uno se percate de que algo había cambiado en la banda sueca y, por suerte, eso se tradujo en “Lotus” (2019) e “Imperial” (2021), el primero me sigue pareciendo soberbio, mientras que el segundo, aunque notable, no alcanza las cotas de “Lotus” (2019) y sí comienza a dar la sensación de estar aprovechando aquellas canciones que sobraron en el anterior y terminaron de perfilar en la pandemia, pero si he de repetirme, lo haré. Nada que objetar cuando Soen tuvieron semejante vendimia, en la que hasta aquellos descartes seguían a un maravilloso nivel. Pese a ello, al innecesario EP de pandemia y una primera gira tras el confinamiento que registró el lleno hasta la bandera en todas las ciudades por las que pasó, Soen anunciaron que pronto entrarían al estudio y el resultado es “Memorial” (2023), un disco con el que me he sentido profundamente decepcionado, no porque suene mal o la banda no esté perfectamente engrasada sino porque, si escuchas “Lykaia” (2017) y la dupla siguiente, formada por “Lotus” (2019) e “Imperial” (2021), sí sientes que hay una evolución, un salto cualitativo en el cual la banda está luchando por romper su zona de confort, por crear y dejar sus influencias atrás, algo que no ocurre en “Memorial” (2023), lo que considero que es un retroceso junto a otros elementos que, a continuación, intentaré explicar.
“Memorial” (2023) traza una línea descendente desde la cota que fue “Lotus” (2019), en este último álbum, Soen, explotan la fórmula de sus dos anteriores discos, pero con menor fortuna, cuando las canciones tienen menos gracia (no quiero decir que suenen mal o estén pobremente interpretadas, nada de eso) pero, aunque hay joyas, la sensación es de poco vuelo. Además, en “Memorial”, Soen parecen querer dejar de buscar su sonido para creer que lo han hecho y el auto-plagio en las nuevas canciones es más que evidente; “Memorial” suena igual de contundente que “Lotus” (2019) e “Imperial” (2021), pero con más plano que “Lotus”, no posee la épica y grandilocuencia de aquel, además de que, para más inri, Soen parecen haberse convertido en una banda de metal más, no hay ni rastro del regusto natural que destilaban en discos anteriores las pistas de Martín López están repletas de fills y dobles bombos que convierten a Soen en un grupo de metal de bajo octanaje, sobre el que la voz de Joel tiene la dura tarea de convencer, cuando deberían apoyarse precisamente en la belleza de su garganta y no en esos riffs de Cody y la manía por hacer el contrapunto de López.
Además, siendo un seguidor de la banda de Jones, Maynard, Chancellor y Carey (mamando su música como lo he hecho, hasta que sus riffs forman parte de mi ADN desde que compré “Ænima" en 1996 y vi, por primera vez, en la gira de “Lateralus”) siento un verdadero bajón cuando pincho “Memorial”, suena “Sincere” y los primeros compases son una vulgar copia de “The Grudge”, como ese comienzo de “Fortress”, ¿nadie se lo ha dicho? ¿nadie en el estudio les avisó de que sonaba prácticamente igual? Honestamente, lo que esperaba de Soen es aquello mismo que sentí en “Lykaia” (2017) y “Lotus” (2019), no percibir que todavía siguen mirando de reojillo a los viñedos de Arizona. Por suerte, no todo es así, “Unbreakable”, a pesar del doble bombo de López, posee grandes armonías vocales y la abrasiva guitarra de Cody, un bonito piano y capacidad para permanecer en la memoria, como la voz de Joel sobre el teclado de Lars, quizá lo mejor del álbum, mientras “Hollowed (Elisa)” ofrece la balada necesaria del álbum y, de nuevo, un gran momento de Cody, como “Memorial” (sin la manía de López, de nuevo) resulta impactante para afrontar una segunda cara, sin embargo, mucho más decepcionante. “Incendary” y “Tragedian” lastran el dinamismo del álbum, al igual que “Icon” y la amarguísima sensación de que los últimos temas son los menos lustrosos, aquellos que se podían haber dejado fuera, como ocurre con “Vitals” y la constatación de que “Memorial” podría haber sido mucho mejor, que hay demasiadas canciones que suenan igual, demasiado relleno y un desgaste, como si con este álbum cerrasen la etapa iniciada con “Lotus”.
No es un mal disco en absoluto, claro que no, posee la calidad habitual de Soen pero no la genialidad de obras pasadas y toma prestado demasiado de su inspiración más reciente, además de someter al oyente a una experiencia en la que hay demasiado regusto, como ese tipo de comidas de las que uno disfruta de vez en cuando pero que no podría decir lo mismo como cena todos los días. Una lástima, pero un fin de ciclo totalmente necesario, lo interesante no es “Memorial” sino lo que tendría que venir después, ahí sí que podremos saber si Soen reclaman su puesto o se conforman con convertirse en lo mismo que los Katatonia actuales.
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