A día de hoy, sigue sorprendiéndome el hecho de que haya publicaciones que vean la luz y pasen desapercibidas, no sólo para el gran público, sino también para ese de nicho. Lo que me lleva a pensar en muchísimos factores como la ingente oferta musical y cultural, la avalancha de publicaciones y esa supuesta democratización del acceso a escuchar toneladas de música pero también a que cualquiera grabe con un mínimo de calidad, como también que aquellos que llegan a un mayor público no dejan de ser aquellos que más promoción reciben (siendo, además, la distribución el gran problema de muchos músicos, todavía a estas alturas) y, en el caso que nos ocupa, a la poca promoción habría que sumarle el poco interés que sigue generando el metal underground, aún cuando en la última década ha sufrido una revitalización por parte de un gran público que ayer estaba escuchando a Bathory, porque eran los más auténticos, pero hoy ya no militan en sus filas y prefieren escuchar otros géneros por aquello de la versatilidad mal entendida o porque, siendo realistas, ni aquello, ni esto les interesa y la música no es considerada como arte sino una herramienta más para socializar y formarse una personalidad vacía, a retales de otros. Pero, sin querer divagar más y confundir al lector casual, sí, he de reconocer que me ha sorprendido la poca trascendencia de este proyecto, Rüim, por parte de Blasphemer (Rune Eriksen) que milita actualmente en Aura Noir, pero también lo hizo en Mayhem (además de en muchas otras bandas), en una de sus épocas menos célebres para l amayoría, pero en las que, igualmente, la banda grabó grandes discos -mucho más técnicos- con Rune aportando su inmenso talento en las canciones de “Grand Declaration Of War” (2000), “Chimera” (2004) y “Ordo Ad Chao” (2007).
Rüim es el nuevo proyecto de Blasphemer, que cuenta con la ayuda de César Vesvre a la batería, y Proscriptor McGovern (Magus o Melechesh) en las voces de la única versión de ese debut, Fall of Seraphs (Mayhem) y, sin duda alguna, es uno de los mejores discos de black de este año. No se trata de recurrir al pedigrí de Erik como aval, tan sólo de escuchar "Black Royal Spiritism - I. O Sino da Igreja" para, a poco que sepas de metal, descubrir un disco que, con tan sólo siete canciones originales y una versión, es capaz de mirar de frente al de bandas como Watain, con quienes comparten algunas similitudes estéticas. Blood.Sacrifice.Enthronement es pura agresividad mezclada con melodía y la apisonadora de Vesvre, además de encontrarnos con Blasphemer a cargo de guitarra y bajo, pero también mostrando su habilidad en las tareas vocales, conformando diez minutos articulados por un puente atmosférico en el que el guitarrista se siente cómodo sermoneando con tan sólo el apoyo de la batería, hasta que la guitarra entra como un torno y sentimos que The Triumph (Of Night & Fire) enlaza perfectamente gracias a su serpenteante riff; nada que ver con el auténtico viaje hiperrevolucionado que nos espera, logrando que Rüim claven la polimetría entre el tempo de la guitarra y la batería/bajo.
The Black House repite esquema, sin que ello pase factura al álbum, y la sensación de que la canción se convierte en una acelerada marcha fúnebre en la que Blasphemer, una vez más, tira del recurso de Attila Csihar en esa mezcla de canto poseído y sermón del subsuelo, o nos sorprenda con Black Royal Spiritism, una oda en dos partes, en apenas siete minutos y en su reprise, termine por rematarnos con Evig Dissonans. Fall of Seraphs que demuestra que quien tuvo, retuvo, con Proscriptor McGovern magnífico, para despedir el álbum a la altura con O Sino da Igreja, antes de la evocadora, Ao Rio que es, sencillamente, la introducción del número final, dando la sensación de que el único punto negativo de este sobresaliente "Black Royal Spiritism - I. O Sino da Igreja" es la duración, cuando quizá Blasphemer podría haber incluido alguna canción más, prescindiendo de la versión de Mayhem (con todo el dolor de mi negro corazón) e incluyendo más proteína. Por lo demás, sobresaliente en su producción, la sobriedad de su planteamiento y las emociones que transmite, no pudiendo esperar menos de un músico de su altura.
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