Algo huele a podrido en el circuito, cuando las críticas son escritas todas con el mismo rasero y todos sabemos el motivo. Entiendo que algún seguidor se sienta decepcionado, quizá incluso agraviado, con alguno de los escritos publicados en esta web y se crea así mismo, muy en serio, cuando lea nuestra crítica de Avenged Sevenfold y se encuentre de bruces con el hecho de que su último álbum es un horror a todos lo niveles y, para validar su gusto, de manera adolescente, acuda a leer la última de Metallica para creer corroborar que los que escribimos no tenemos ni idea; como si se pudiesen comparar huevos con manzanas, cuando una flatulencia de Hetfield tiene más sentido que cualquier nuevo álbum de Bring Me The Horizon o todos los publicados por M Shadows tras “Avenged Sevenfold” (2007) o incluso, si me apuras, “Nightmare”(2010). Pero lo vivido con Orbit Culture es una pena; todavía hay seguidores que creen que lo mejor del cartel de su gira europea eran ellos y no In Flames o At The Gates (dos dinosaurios que gozan de buena salud, pero que han visto épocas mejores, por qué no decirlo) y es que tras haber firmado “Nija” (2020), muchos creyeron ver en la banda sueca a las nuevas promesas del death melódico. Nada que objetar, “Nija” es un disco estupendo pero lo que me encontré en directo fue arena de otro costal, sin desmerecer el trabajo del cuarteto, tuve la misma sensación de cuando escuchas un disco en el que lo que suena es demasiado prometedor en comparación a lo que te encuentras en directo; está claro que la horda de críos y crías que acudieron a verlos, creyeron estar asistiendo a la presentación de Led Zeppelin en el LA Forum de los 70 y cualquier cosa que les ofreciese Niklas sería más que suficiente, pero no fue así. El concierto fue correcto y me produjo una sensación de terrible hastío, con una banda en pañales pero buen sonido, que no demostró ser capaz de llevar al directo lo que graba en el estudio. Al finalizar el concierto, Niklas amabilísimo con su público y yo con su púa en el bolsillo, ¿esperaba más? Muchísimo más, quería haber escuchado algo de lo que se escribe en la prensa internacional, eso por lo que decenas de chavalas compraron su vinilo, pero no lo encontré.
¡Siempre les quedará el estudio! Tras “Nija” (2020), las expectativas eran altas y, lógicamente, muy a pesar de lo que jure la prensa supuestamente especializada, “Descent”, sonando como un auténtico tiro a la línea de flotación, con el magnífico trabajo de Niklas a las voces y una base rítmica verdaderamente espectacular, con Christopher desatado (un auténtico escándalo su doble bombo), tiene el defecto de seguir la senda de “Nija” en todos los sentidos; no sólo en cuanto a sonido, sino que las canciones parecen ser las sobrantes de aquel y todo aquello que nos deslumbraba, ahora se ha convertido en un camino ya recorrido en el que Orbit Culture resultan previsibles en su sonido y sus maneras. Tras la consabida introducción, la homónima “Descending” abre con la fuerza habitual, a pesar del robo del riff a Muse (por increíble que parezca), tanto ella como “Sorrower” son de lo mejor gracias a su groove, a pesar de su marca de agua más propia de Metallica en los puentes o la sensación de estar escuchando a unos Amon Amarth más pulidos en sus formas, en “From The Inside”, el disco despega con altura suficiente como para confiar en él y sus bondades, más allá de “Nija” y así parece con “Vultures Of North”, uno de esos grandísimos momentos en los que Richard y Niklas emulan el cuerpo rítmico de Hetfield y los estribillos de Hegg (el mero hecho de compararlos con estas dos bandas, resuena en mi cabeza como un auténtico chiste, pero es lo que hay, dando buena o mala muestra de lo que encontramos en “Descent”) pero sin llegar a sorprendernos, algo que se repetirá en “Alienated” (a pesar del groove) o el inicio atmosférico en “The Aisle Of Fire” para repetir el mismo esquema de las nueve restantes.
Como tampoco les ayudan canciones como “Undercity” o “Descent”, con estribillos más que predecibles y la amarga sensación del ajo en los riffs, o el inexcusable final de “Through Time”, emulando a lo peor de Soilwork o In Flames, muy lejos de lo que esperaba de Orbit Culture. Siendo así, no puedo afirmar que “Descent” sea un mal disco porque, a pesar de la horrenda compresión, suena notablemente bien y la banda da lo mejor de sí en la interpretación, es sólo que todo aquello que amo de “Nija” aquí no está presente o no en las mismas dosis y las canciones son prescindibles en su mayoría. Estoy convencido de que lo mejor está por llegar, pero asegurar que este es el sonido del metal en el próximo milenio es propio de aquel que quiere conseguir pases, promos y golosinas variadas, pero menosprecia el sentido común de sus lectores. “Descent” está bien, pero nada más, que no te confundan y te hagan creer lo que no es.
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