Creo que no fui el único que se sintió algo decepcionado con “Death Atlas” (2019), puede ser que no llegase en el momento adecuado, pero no para mí, sino para la banda. Tal y como dije en su día, aquel álbum tenía el enorme peso sobre sus hombros (y nunca mejor dicho, a tenor de su portada) de soportar las comparaciones con “Monolith Of Inhumanity” (2012) y “The Anthropocene Extinction” (2015), el cual me sigue pareciendo una de sus mejores obras o, por lo menos, aquella que más disfruto y no solamente porque estuviese en su gira, sino por su calidad; sin entrar en comparaciones con el anterior y quizá obra cumbre de los de San Diego. Pero, volviendo a “Death Atlas”, lo que sentía con un álbum que parecía intentar abarcar demasiado, pocas canciones mayúsculas compartiendo espacio con otras menores y una falta de cohesión asombrosa para una banda veterana como Cattle Decapitation, perdiendo sus señas de identidad, alejándose del grind, tocando otros géneros y, en general, no acertando en el resultado de un álbum al que, para colmo, la pandemia cercenó su promoción (nunca un single fue tan premonitorio de lo que se nos venía encima, “Bring Back the Plague”). Por lo que era de lógica que Cattle Decapitation entrasen al estudio de nuevo, con nuevas canciones y la ilusión intacta, repitiendo con Dave Otero a los mandos y Wes Benscoter tras los lápices, además de una banda que funciona como el motor de un cohete y Travis Ryan (al que, siempre que me leas, nunca me cansaré de defender como uno de los mejores vocalistas del metal) para grabar el acertadísimo “Terrasite”. ¿Quién dijo miedo? Desde que me llegó el promo no pude parar de escuchar un álbum al que amenazaba la sombra de “Death Atlas” pero que, tras sus primeras escuchas, mostraba sus principales ases y valía.
Rabia, rabia y más rabia, "Terrasitic Adaptation" hace acto de aparición y se disipan las dudas, McGraw apunta y dispara, la banda se envalentona y se convierten en un huracán. Ríete de la rapidez de Archspire porque Cattle Decapitation, además desgarran: alternancia de voces, guturales y gañidos como un cuchillo, Travis canta con brutalidad sobre las guitarras de Elmore y Dimuzio, hasta esos dos últimos minutos en los que la banda parece aceptar estar más cerca del death que del grind y no esquivar esos accesos melódicos con voz chillona que tanta adicción generan. Pero, si tenías curiosidad por saber como sonaría en pleno 2023 el hijo bastardo del death y el black, la irónica y ácida “We Eat Our Young” te lo deja claro, doble diálogo de Ryan y más y más velocidad en los puentes hasta que, en la mitad de la canción, sorprenden con algo de groove.
"Scourge of the Offspring" es uno de los singles más claros, no es que Cattle Decapitation hagan lucimiento de su aspecto más técnico y sean capaces de sonar como una auténtica apisonadora con la calculadora frialdad de un ordenador, sino que posee uno de los mejores estribillos de “Terrasite” y no exagero, un auténtico gusto de canción en la que se dan la mano la vena más agresiva de la banda y, a la vez, la más melódica: un diez para Travis Ryan. Algo similar ocurre con “The Insignificants” y “…And the World Will Go On Without You”, canciones en las que saben disparar sus retorcidos estribillos cuando el músculo de los riffs de Elmore y Dimuzio parecen que van a romperse. “The Storm Upstairs” nos descubre la profundísima gruta en la que se transforma la garganta de Ryan, para tirar de groove y melodía tras las estrofas, mientras que “Photic” es una ametralladora (Pinard y McGraw haciendo exhibición), “Dead End Residents” les sumerge en pura oscuridad y baja las revoluciones de “Terrasite” hasta “Solastalgia” (verdaderamente sobresaliente en su asalto a tus sentidos) con un riff hipnótico y los más de diez minutos de “Just Another Body” en la que confirmamos que los auténticos parásitos somos la raza humana, en un mundo que existía y seguramente existiría cuando el último de nosotros lo abandone, si es que no nos lo cargamos antes.
Sin duda, “Terrasite” es el álbum que Cattle Decapitation deberían haber publicado tras “The Anthropocene Extinction” (2015) y eso es mucho decir, no es que aquellos que amen aquel disco se vayan a encontrar su continuación, porque no podrían estar más equivocados; este álbum posee su propia identidad, pero trae de vuelta lo mejor de la banda y un trabajo previo al estudio que no se sentía en “Death Atlas”. Notable alto, sin duda.
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