La última vez que escuché "The Wings Of War" (2019) fue hace cuatro años y tras la gira de presentación, en la cual Overkill se mostraron como lo que son, una auténtica fiera en directo, pero no he vuelto a escuchar aquel álbum, como tampoco "The Grinding Wheel" (2017) pero, sorpresa, sí he regresé a "The Electric Age" (2012) o "White Devil Armory" (2014) y, por supuesto, su producción anterior, hasta “Feel The Fire” (1985), lo que significa que "The Grinding Wheel" (2017) fue un pequeño fiasco, como también la tirita sobre su herida, "The Wings Of War" (2019) y la constatación de que era un traspiés en el estudio cuando sobre las tablas seguían mostrándose tan fieros como siempre. Es por eso por lo que tenía algo de miedo con “Scorched” (2023), ¿sería una vuelta de tuerca al anterior? ¿Significaría una triada demoníaca en la carrera, hasta entonces sin mácula, de la banda de Blitz y Verni? Me tranquilicé tras su primer single, pero “Scorched” tenía mucho más que demostrar y ser el álbum sin fisuras que todos esperaríamos de semejante veteranos, porque Overkill llevan la friolera de casi cuatro décadas repartiendo a diestro y siniestro y Bobby, como decía en mi anterior crítica, seguramente sea uno de los mejores cantantes de thrash del momento, aunque este dure décadas, además de conservarse en un estado casi prodigioso. “Scorched” supone la lápida definitiva sobre las innecesariamente larguísimas composiciones de "The Grinding Wheel" (2017) y "The Wings Of War" (2019), además de dar la sensación de que las nuevas composiciones han sido trabajadas dentro y fuera del estudio, sintiéndose el trabajo sobre el papel, no sólo de Bobby sino de toda la banda; a su brillante y sólida ejecución hay que sumarle a que en “Scorched” no sobra ni un solo riff, ni un solo puente y los estribillos despegan como un cohete, a lo que hay que sumarle la rabia thrash por la que todas las canciones parecen aceleradas al máximo con la característica voz de Blitz tan cortante como una cuchilla.
Por ejemplo, la apertura de “Scorched”, la canción principal, resuena clásica desde el primer segundo, y cuando la banda entra como una estampida con Blitz sonando punzante y amargo, sabes que Overkill han vuelto, con un estribillo completamente pegadizo y un trabajo magnífico de Linsk y Tailer, como también ocurre con “Going Home”, que suena como su producción de final de los ochenta, me refiero a discos ya clásicos como "Taking Over" (1987), "Under the Influence" (1988) o "The Years of Decay" (1989), cualquiera que vuelva a escucharlos encontrará ese fortísimo sentimiento en un tema como “Going Home”, en el que ponen la directa hasta “The Surgeon” y Verni sonando en la introducción, en una de las canciones más accesibles de todo el disco gracias al fraseo de Blitz y los coros, además de Bittner maltratando su batería. ¡Este es el thrash que quería de un disco de Overkill y no la rácana dosis que me dieron en sus dos entregas anteriores!
“Twist of the Wick”, aunque no le habría venido mal el recorte de un minutito, es otro directo a la mandíbula en el que destacan Verni y Bittner, mientras que en “Wicked Place” el sentimiento sabbathiano es fortísimo (y le sienta maravillosamente bien a Overkill, todo hay que decirlo, como los arreglos del final a cargo de Michael Romeo), hasta quizá la mejor canción del álbum, “Won't Be Comin' Back” en la que los coros vuelven a hacer de las suyas en cuatro minutos de vendaval que te dejan con ganas de más, como en “Fever”, que se atreven con un comienzo mucho más oscuro hasta que la cabra tira hacia el monte y se desbocan igualmente finiquitando con una magnífica guitarra de Dave. ¿Qué más podríamos pedirle a un disco de Overkill? Pues sencillo, una canción auténticamente rabiosa como es “Harder They Fall” que debe, sí o sí, convertirse en una pedrada habitual de sus conciertos, con un Bobby más chirriante y entregado que nunca, cantando con auténtica pasión, y unos coros haciendo las veces de segundas voces, uniéndose con “Know Her Name” (magnífico Verni) y un final a la altura con el dúo de Dave y Derek haciendo de las suyas en "Bag o' Bones". “Scorched” supone el mejor album de Overkill desde "White Devil Armory" (2014) y eso son diez años, todo un logro para una banda que se muestra tan encabronada con el mundo como siempre. Un placer reencontrarse con ellos, lejos de los experimentos. Así da gusto.
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