Siempre que puedo y escribo sobre obras o artistas con una dilatada carrera y tengo que recurrir al pasado, intento empaparme y evaluarlo en su contexto, de lo contrario es muy difícil juzgar los resultados y no hay cosa que más me duela que leer estupideces sobre obras clásicas cuyos jueces no han sabido apreciar lo ocurrido, por no mencionar haberlo vivido. Y escribo todo esto porque si bien me parece harto difícil lo descrito, se convierte en una labor imposible cuando hay una pieza del puzle que nos falta para entender y, por tanto, apreciar. Voy a intentar situarte, el disco que nos ocupa fue grabado en dos semanas (imagínate las dosis de frescura, pero también todos los defectos inherentes a tan poco tiempo; composición, sonido, versus esa espontaneidad y talento, por supuesto), en 1991 (hagámonos a la idea), como respuesta al deseo de Steve Vai de tener una banda sonora para escuchar mientras conducía su Harley (lo que ya nos indica quién o quiénes son los destinatarios de estas composiciones y/o su nivel de exigencia, además del cariz de la música que grabaron) y la voz de Johnny Gash (amigo de Vai) en un disco que podemos ubicar en la carrera del guitarrista entre "Passion And Warfare" (1990) y "Sex and Religion" (1993) con Devin Townsend (a todo esto, hay que sumarle lo que pocos te señalarán; las colaboraciones de Vai con Whitesnake, Cooper, viniendo de participar con Randy Coven, David Lee Roth a mediado/finales de los ochenta) por lo que ya tenemos definido el sonido de este álbum. Además, y quizá lo más definitivo es la muerte de Johnny “Gash” Sombrotto en 1998, a causa de un accidente de moto, y las canciones del disco escondidas durante más de veinte años, entendiendo que era algo privado y Vai publica como un sentido homenaje a su amigo.
Llegados a este punto, ¿me siento capacitado para valorar este disco? Obviamente no, porque Gash no significó nada para mí, no le conozco, ni tengo una conexión emocional, todo lo contrario que me ocurre con Vai y si intento escuchar y valorar estas canciones no es por su calidad intrínseca sino por ese ejercicio de empatía que hago con un guitarrista al cual admiro y del que amo su música. Así, es evidente que Steve tiene un fortísimo sentimiento por su amigo desaparecido, esa emoción que le hace querer publicar el disco cuyas canciones, seguramente, signifiquen más para él que para cualquiera que en 2023 se aproxime al álbum.
“Vai/Gash” es un disco propio de su época, del terreno que Vai y Gash compartían, su amor por las motos y el hard rock, es fácil encontrar las coordenadas de todo el álbum en Van Halen pero, lógicamente, sin el talento de Lee Roth o la aportación de Alex y Michael. La inicial “The Wind” es la más pegadiza y sintetiza lo que nos encontraremos a lo largo del álbum. La asociación Vai/Roth vuelve a sentirse en “Busted”, siendo ambas las más disfrutables del conjunto, con un Vai pirotécnico que evita los desarrollos y, lógicamente, está al servicio de las canciones. Pero la sensación de estar a la deriva comienza a sentirse a partir de “Let’s Jam”, Gash es, lógicamente, un cantante con sus limitaciones y la guitarra de Vai es una locomotora sin frenos, repleta de talento, ese que eclipsa las canciones y, por fortuna, es así cuando nos encontramos composiciones bastante planas o que transitan caminos comunes, como “Woman Fever”, a medio camino entre la socarronería de Lee Roth y la lúbrica guitarra de Ray Vaughan, pero la sensación de haber puesto la directa es demasiado obvia en temas como “She Saved My Life Tonight” y sus anacrónicos arreglos o “Danger Zone” y su sonido traqueteante a lo “Shattered” stoniano. Siendo quizá “New Sensation” en donde apreciamos el ambiente festivo de un disco que debe ser entendido como un divertimento o un intento de proyecto frustrado en un collage en el que todo parece valer, como “Flowers Of Fire” y su sonido épico, recordando a "Passion And Warfare" en sus primeros compases, hasta que se edulcora hasta parecer Poison, en un álbum que gustará únicamente a completistas de la obra de Vai, como es mi caso, y que debe tomarse como una nota a pie de página, el homenaje de un amigo a otro en el que nosotros únicamente somos invitados como oyentes y quizá nunca deberíamos opinar.
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