Puede parecer una exageración, pero Sulphur Aeon, en los últimos años, se han convertido en una de mis bandas favoritas. Lo que empezó con “Swallowed by the Ocean's Tide” (2013) y parecía, simplemente, un homenaje lovecraftiano, ha ido consolidándose gracias a su talento que, cada dos y tres años, nos ha ido regalando perlas del calibre de “Gateway To The Antisphere” (2015) o la obra maestra que es “The Scythe Of Cosmic Chaos” (2018). Auténticas piezas de metal contemporáneo, a medio camino entre el black (esos afilados trémolos) y el death más técnico, creando una receta magnífica de death ennegrecido muy similar por la cual Behemoth se hicieron famosos en el pasado, pero construyendo un animal muy diferente cuando lo que nos encontramos en los discos de Sulphur Aeon son auténticas deidades prehistóricas, capaces de engullir galaxias enteras y dejar a los hombres a la altura de simples insectos. Ese panteón del de Providence, por el cual la música de los alemanes parece haber mamado del mismo pecho que muchas de sus creaciones. No es descabellado pensar que no hay mejor banda sonora para leerle, si de verdad amas el metal extremo y canciones que orbitan entre los cinco minutos y los nueve, densas como una tormenta de hormigón y con una instrumentación rica gracias a las guitarras de Torsten y Andreas, pero también los teclados de Sascha. Un auténtico festín al que hay que sumar el magnífico arte del pintor Paolo Girardi, un habitual del metal que ha ilustrado alguna de las grandes obras del género, derrochando "Seven Crowns and Seven Seals" auténtica genialidad por todos los poros.
Es cierto que la triada anterior, “Swallowed by the Ocean's Tide” (2013), “Gateway To The Antisphere” (2015) y “The Scythe Of Cosmic Chaos” (2018) puede llegar a ensombrecer el album que nos ocupa, pero es comenzar a sonar “Sombre Tidings” y abrir “Hammer From The Howling Void” para darnos cuenta que “Sulphur Aeon” han vuelto por la puerta grande; no se trata del diálogo entre un riff y otro, sino de que todo parece funcionar a la perfección, con Daniel evocando el espíritu de Immolation tras los platos y Martin fuera de sí. “Usurper of the Earth and Sea” combina el espíritu melódico de la banda, con un comienzo más propio del postpunk de los ochenta que del metal actual, hasta que Sulphur Aeon cogen a Cthulhu por los tentáculos y lo despedazan, acercándose el black noruego, pero con más groove, no tan veloz, más pesado. Son esas influencias las que utilizan como medidos ingredientes de "The Yearning Abyss Devours Us" con los armónicos como aderezo al riff principal, mientas Daniel engalana la canción con sus ‘fills’ y Martin parece un tenor en plena salmodia. “Arcane Cambrian Sorcery” y “Seven Crowns and Seven Seals” funcionan como relojes de precisión, elevando las señas de identidad de los alemanes a una fórmula en la que nada parece fallar, cuando tras sus robustas estrofas encontramos sus estribillos escritos a la perfección y la final “Beneath the Ziqqurats”, recordando a “Swallowed by the Ocean's Tide” (2013), en sus diez minutos de descarga, con Daniel trabajando el doble bombo a un tempo diferente, mientras los coros nos recuerdan, de nuevo, a los Behemoth anteriores a “The Satanist” (2014), una referencia que nunca debe ser tomada en vano cuando la banda de Nergal ha sido capaz de lo mejor en el pasado.
No alcanza la perfección de su producción anterior, pero es un notable tan alto que roza el sobresaliente de nuevo: bien escrito, bien interpretado, excelentemente producido y mezclado, repleto de buen gusto y habilidad para, haciendo lo de siempre, sorprendernos por su calidad. Sulphur Aeon son una apuesta segura y una banda a tener en cuenta, Lovecraft estaría verdaderamente orgulloso.
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