¿Conoces esa sensación de cuando alguien que quieres te está contando un chiste y tú sonríes por cortesía, esperando que llegue el clímax y reírte, aunque no sientes nada en absoluto, llega el momento de la sonora carcajada y sigues petrificado sin saber cuándo deberías haberte reído o no? Es entonces cuando tu estratagema es la de hacerle creer a la otra persona que eres tonto de remate por no pillarlo, para que no descubra que lo es ella o que, mucho peor, te estás riendo por cumplir porque el chiste, como cantaba Morrissey, dejó de tener puta gracia hace mucho. Pues esa mueca de hiena es la que he tenido durante los últimos veinte años cuando alguien me mencionaba con excitación a Disturbed y yo escuchaba sus discos intentando adivinar en dónde se hallaba aquello que tanto entusiasmaba a millones de personas. “The Sickness” (2000), “Ten Thousand Fists” (2005) o “Indestructible” (2008) se supone que debían despertar en mí el amor por la obra de Draiman pero soy de los que creen que el pseudometal alternativo con ínfulas del post-grunge de los dos mil ha envejecido tan mal como era de esperar; ya en aquella época resultaba un subgénero rancio, repleto de clichés y con una producción plana. ¿Qué podías esperar de Disturbed, Nickelback, Godsmack, Staind o Creed? En efecto, poco o nada.
Sin embargo, "Evolution" (2018) no mostró una cara aún más mediocre de la banda, ¿qué podíamos esperar de Disturbed tras un disco tan horrendo que, pese a todo, se aprovechó inesperadamente de la inane versión de “The Sound of Silence”? Pues lo que hacen todas las bandas en su posición; regresar a aquello que sí llena sus cuentas bancarias y parece colmar a sus poco exigentes seguidores. Ya desde la portada, de nuevo con The Guy en ella, y prescindiendo de Kevin Churko tras los mandos, pero con Drew Fulk (Papa Roach, A Day To Remember o Motionless In White pero también Lil Peep o Fever 333), intentando remozar aún más el sonido de Disturbed, Draiman y los suyos superan la nota de “Evolution”, pero sin demasiado esfuerzo; las letras son ramplonas, las melodías ya conocidas, los riffs no son tampoco un dechado de originalidad y el sonido del disco, por desgracia, vuelve a ser plano (todo parece sonar al mismo volumen, no hay protagonismo, las guitarras no destacan en absoluto y parecen tener la misma presencia de agudos que el bajo, mientras que en el set de Wengren parece imposible diferenciarse lo que es la caja de un timbal).
Seguramente, cualquier oyente, pasará por las canciones de “Divisive” y pensará que están bien, que son mejores que aquellas que daban forma a “Evolution” e incluso, en su error, sentirá que no están tan mal, pero uno más crítico también deducirá que son más de lo mismo y el más espabilado se aventurará en creer que las musas de Disturbed han visto tiempos mejores y no le faltará razón. Diez canciones, una colección que se abre con “Hey You” y Draiman haciendo de Draiman; no faltará el momento en el que sincopará su fraseo (haciendo honor a sus memes de “Down With The Sickness” y su cacareo) pero, a pesar de sonar sólidos, la sensación general es de aburrimiento cuando cuatro minutos se hacen eternos y parece unirse a “Bad Man”, con la sensación de que Disturbed componen todas sus canciones a raíz de un título sobre el que orbitan sus letras y la angustiosa repetición. “Bad Man” suena tan pasada de fecha, como si la hubiesen cocinado durante la época de "Ten Thousand Fists" (2005) y hubiese estado guardada como descarte o, mejor dicho, sobrante durante los últimos dieciocho años.
Resulta inútil destacar una canción sobre otra, cuando “Divisive” suena igual que las anteriores, como “Unstoppable” (quizá la mejor de esta colección), “Love To Hate” suena noventera y, lógicamente, llega tarde. “Don’t Tell Me” con Ann Wilson debería ofrecer una tregua pero sólo consigue el tedio más absoluto tras “Feeding The Fire” (en la que sí aciertan en la melodía y ofrecen algo ligeramente diferente a lo que Draiman nos ha condenado a lo largo de todo el disco) pero acabamos exactamente igual a como comenzábamos “Divisive” y el pálpito de haber escuchado una y otra vez la misma canción; “Take Back Your Life” (que podría haber formado parte de “Evolution”), “Part Of Me” (con una introducción propia de los también caducos Alien At Farm) o la, absolutamente prescindible, final “Won’t Back Down”.
Si lees otra críticas de internet, creerás que nos hemos equivocado y Disturbed han facturado un discazo (¿de verdad te lo crees?), si lees los comentarios de sus videos en YouTube, pensarás que no puede ser tan malo cuando miles de personas aseguran haber perdido a un familiar y “Divisive” haberles salvado la vida pero, acércate y escucha, tú y yo sabemos que Disturbed son a la música lo que el colesterol malo a tus arterías.
© 2022 Michael Brisgau