Cuando suena la guitarra de Ole Hartvigsen al comienzo de "Lausdans under stjernene" sabes que estás escuchando black metal de calidad. No se trata de la repetición de clichés de muchos artistas o el interés únicamente económico de otros, Kampfar han vuelto por la puerta grande, pero de manera súbita, como siempre. No esperes grandes campañas de marketing, docenas de ediciones en diferentes colores para expoliar repetidas veces el bolsillo de los mismos seguidores, nada de eso, escuchando "Til klovers Takt" (2022) tienes la misma sensación que con "Ofidians" (2019) o el maravilloso "Profan" (2015), un disco rico en matices, compuesto con cariño e interpretado con la misma fiereza de siempre, Kampfar no buscan lo fácil, pero logran que así lo parezca el mero hecho de seguir grabando buenas canciones. Si lo pienso bien, "Til klovers Takt" (2022), tras su supuestamente apacible, pero también inquietante portada, conserva todos los elementos que los han llevado a la popularidad; esos medios tiempos que se aceleran sin compasión, voces rasgadas, guitarras emocionales y puentes magistrales, logrando la sensación de hacerte creer que, durante los minutos que dura el encantamiento, no podrías estar escuchando nada más profano pero, a la vez, de mayor calidad. Kampfar son una banda que quizá nunca logre llegar a grandes audiencias (como Behemoth, por ejemplo) pero eso no es impedimento para que sus grabaciones suenen maravillosamente bien y en "Til klovers Takt" hay un poco de todos sus discos o quizá desde "Mare" (2011), pasando por "Djevelmakt" (2014) o los citados "Profan" (2015) y "Ofidians" (2019).
"Lausdans under stjernene" abre el disco de manera enérgica, pero también hay sabiduría en una composición cuya guitarra sirve como introducción para guiar al resto de la banda, suena emocional pero también ligeramente épica en el ritmo marcado por Dolk y Ask, hay un interludio que sirve para articular el torbellino de una segunda parte, pero también otro mucho más folk, con instrumentos de cuerda, justo antes de regresar a la agresividad y, de nuevo, a la primera parte; consiguiendo que los ocho minutos que dura la canción pasen a toda velocidad y necesites más, quieras volver a escucharla. ¿Cuántas veces te pasa eso tras escuchar una composición de casi nueve minutos? Sabes que un libro de dos mil páginas te ha gustado cuando te quedas con ganas de más y podrías volver a leértelo, "Lausdans under stjernene" y "Til klovers Takt" es así.
Pero quizá lo más grande del álbum es que todas las canciones gozan de la misma inspiración, como "Urkraft", con un increíble trabajo en los arreglos y sus dobles voces, los coros dotando de fuerza a una composición que, a pesar de su duración, también posee una segunda parte y hasta un desenlace, como si Kampfar disfrutasen planteando unas preguntas que llevan a un nudo y su posterior solución, sorprendiendo que en cuatro minutos de canción nos hagan disfrutar de semejante viaje. "Fandens trall" es un estallido en el que no hay tregua hasta su recta final, mientras que "Flammen fra nord" es un auténtico descenso a los infiernos, tan oscura pero, a la vez, tan abrasiva que es inevitable rememorar el mejor black metal grabado jamás, como "Rekviem" y su acceso de veneno y, de nuevo esos coros y arreglos, que la elevan a categoría de himno. ¿Puedes imaginarte esta canción en directo? Sorprendente que Kampfar giren por pequeñísimas salas, canciones como "Rekviem" piden más aire para combustionar mejor…
La sensación de exuberante festín es tal que cuando suena la final "Dødens aperitiff" y su magnífico ritmo, el asalto de sus últimos minutos, y el conjuro de Dolk logran que el aparentemente apacible comienzo nocturno de "Lausdans under stjernene" se disipen con el último alarido de este, consiguiendo que quieras escuchar "Til klovers Takt" (2022) en bucle. No puede haber mayor piropo o agradecimiento a la obra de un artista que haciendo uso de ella, disfrutándola una y otra vez. Kampfar nunca decepcionan, qué calidad. Luego nos quejaremos de que actualmente no se graba música de calidad y el metal no es el de los noventa, ¿quién puede decir semejante majadería?
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