¿Recuerdas esa sensación de cuando entras en tu bar favorito y todo parece encajar, de cuando te calzas ese viejo par de botas que todo el mundo te dice que te deshagas de ellas, pero con las que te sientes como en casa? O, mucho mejor; ¿recuerdas cuando Norm Peterson (George Wendt) entraba en aquel mítico pub bostoniano, le saludaban y sabían que ya estaban todos? Pues eso mismo es lo que siento cuando Fenriz y Nocturno Culto anuncian un nuevo álbum de Darkthrone; no tienen nada que demostrar y sabes que, pudiéndote gustar más un álbum que otro, siempre será interesante escuchar lo que hayan grabado nuestros noruegos favoritos. Pero, ¿qué podemos esperar de "Astral Fortress”? Si escuchaste "Eternal Hails......"(2021) y te gustó, en esta nueva entrega no hay muchas más sorpresas salvo la eterna sensación de que Darkthrone, cuando no viran bruscamente el timón, lo que suelen hacer es redondear o pulir la propuesta anterior, algo que se puede entender -de manera metafórica, claro está- en la portada de un álbum en la que Fenriz y Nocturno (porque, según me pudo constatar el propio Gylve, es su eterno compañero el que se dedica más al apartado artístico en muchas ocasiones) parecen no impostar su imagen o utilizar la ilustración de un artista cuando han preferido mostrar una fotografía en la que Gylve aparece patinando sobre el hielo, como si el espíritu de Darkthrone no tuviera que rendir cuentas a nadie y patinase libre, divirtiéndose, picoteando de una u otra banda, de uno u otro subgénero, ajeno a cualquier moda u obligación con aquellos que se creen más trve y auténticos que ellos mismos (sorprende y algún día escribiré sobre ello -si a alguien le interesa, claro- que, cuando te acercas con humildad y desde la perspectiva de un seguidor, por supuesto, a cualquiera de aquellos que protagonizaron aquella escena de primeros de los noventa, te encuentras a personas con un profundo amor por la música pero ajenos por completo a etiquetas y demás tonterías; músicos que aman a Venom o Mercyful Fate, Manila Road y Satan pero también a Ghost, Abba, Yngwie Malmsteen, Scorpions e incluso U2 o Pearl Jam).
Pero, enfocándonos en "Astral Fortress”, si amas el metal en general, es un auténtico gustazo sumergirse en él, cuando "Caravan of Broken Ghosts" arranca con su comienzo acústico y, poco a poco, se despereza con Gylve gritando, sonando más ronco que nunca, casi en un segundo plano respecto a la guitarra para, segundos después, estallar todo con un riff al galope, con Nocturno acelerando, hasta el minuto final en el que hay cierta sobriedad doom. ¿Qué más le puedes pedir a un disco de Darkthrone que estos siete minutos en los cuales sintetizan lo mejor de sus últimos diez años? "Impeccable Caverns of Satan" ofrece cierta calma, gracias a su introducción y el trémolo de Nocturno, además de unas estrofas en las que alargan ese sentimiento doom, con algunos de los mejores versos escritos por el dúo; otro aspecto a destacar de "Astral Fortress” es la pluma, Darkthrone se manejan en su habitual panteón de influencias, claro que sí, pero se nota el esfuerzo y el trabajo por transmitir sentimientos diferentes, por ahondar en algunos de ellos a través de otras palabras, otros versos, e incluso cuando se muestran combativos no recurren a los tópicos y cambian el punto de vista o aquel al que dirigen sus chanzas.
En "Stalagmite Necklace", se agradece el uso de sintetizadores, siendo un auténtico viaje, igual que en el toque épico de los primeros minutos de "The Sea Beneath the Seas of the Sea", convirtiendo a Darkthrone en una bestia muy diferente a la que eran en "Panzerfaust"(1995), al que homenajean en esta última portada, pero el sentimiento sigue siendo el mismo y el riff de "Stalagmite Necklace", aunque no sea la pesadísima piedra prehistórica de “Quintaessence”, conserva su encanto. Siendo "Kevorkian Times" la menos sorprendente del conjunto, más cercana al black y con menos poder de seducción que "The Sea Beneath the Seas of the Sea" y sus diez minutos de auténtico festín, mientras que "Kolbotn, West of the Vast Forests" es la introducción de "Eon 2", pieza que cierra el disco y que no es más que la continuación de “Eon”, de "Soulside Journey"(1991), en la que poco queda de la original, excepto el también obsesivo riff final y que nunca sabremos si es una meditada segunda parte con la que quieren evocar el espíritu de aquella, una broma privada o, como podría decir el propio Gylve, simplemente lo que les ha venido en gana y un capricho de Nocturno.
"Astral Fortress” no pretende agradar, ni pasar a la historia por parte de una banda que ya es parte de ella y no tiene otra necesidad que seguir grabando canciones en esa extraña química que Nocturno y Gylve han encontrado cuando se juntan en el local de ensayo. No busques más explicaciones, no leas más críticas, escucha "Astral Fortress” y disfrútalo o regresa a cualquiera de sus discos anteriores, todo es más sencillo; es la relación entre la música y tú, nada más.
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