Creo que ya lo dije en mi anterior crítica de Bloodbath, aquella a "The Arrow of Satan Is Drawn" (2018), pero que podría resumirse gracias a la Ley del principio universal de proporcionalidad de Systrom y Krieger, por la cual todo aquello publicado en su red social es inversamente proporcional en calidad al número de likes y comentarios generados en esta. Así, es común sentir un clamor generalizado con un álbum como "Grand Morbid Funeral" (2014) e ignorar "Resurrection Through Carnage" (2002), "Nightmares Made Flesh" (2004) o "The Fathomless Mastery" (2008), nada que objetar a semejante esfuerzo, además de la incorporación de Holmes, pero, tal y como también decía en aquella crítica, siento que algo se perdió por el camino tras "The Fathomless Mastery" (2008), y el súper grupo, como tal, dejó de tener gracia. Pero entonces, ¿cuál es el problema de un álbum como “Survival of the Sickest”? Ninguno en particular, sino la suma de todo.
“Survival of the Sickest”, producido por Lawrence Mackrory, resalta la base rítmica formada por Jonas Renkse y Martin "Axe" Axenrot, sonando espectacularmente rico en graves, dando esa sensación pantanosa a podredumbre, tan propia del death metal. Pero, por otra parte, suena demasiado limpio y producido, relamido, como para que el exceso de parches y cuerdas del bajo Renkse obren el milagro. La voz de Holmes es magnífica, el vocalista de Paradise Lost nunca ha tenido problema en mostrar su registro más gutural y olvidarse de la renuncia que sí parece enarbolar con orgullo Mikael Åkerfeldt, pero, a pesar de su oficio, parece sentirse más cómodo en el registro más cercano al doom o al gótico, que al subgénero de Chris Reifert, lo mismo que la propia banda; a veces se siente demasiado impostada o pulcra en sus intenciones; es death metal, por supuesto, pero no ese que la portada de Travis Smith (todo queda en casa) nos pretende mostrar. Para que nos entendamos; escuchas a Obscura y hay un gran nivel instrumental, pero es death metal técnico y no hay duda alguna de lo que es, como ocurre con Hypocrisy, con Cannibal Corpse o Revocation -por poner unos pocos ejemplo-, teniendo la sensación de que su propuesta sí encaja con lo que la banda ofrece; sin embargo, con Bloodbath y “Survival of the Sickest”, sientes que unos músicos tan veteranos todavía siguen buscando la identidad de un proyecto que ya la tenía plenamente definida hasta "The Fathomless Mastery" (2008) y unas canciones que, sin ser malas, están carentes de chispa. ¿Suena bien “Survival of the Sickest”? Por supuesto que sí y el trabajo de los cinco es más que solvente, pero te estoy intentando explicar que hay algo que escapa a la razón y se trata de sentir, algo que Bloodbath no logran desde hace ya tres discos.
Cuando abren con "Zombie Inferno" no tienes duda alguna de lo que buscan tras ese feroz riff y el “ugh!” de Holmes y la presencia salvaje de la batería de Axenrot o la repetición del estribillo, como tampoco de sus intenciones en "Putrefying Corpse", quieren llevarte de viaje a los noventa (Barney Greenway, como invitado, ayuda a ello) e intentan hacerte sentir lo mismo pero funciona durante unos segundos, porque la canción es efectista y poco más, lo mismo que ocurre con "Dead Parade" y el homenaje a Reifert, sólo que lo que hace Autopsy suena tan fresco y natural porque es lo que les sale del alma y no hay nada de forzado en ello. Llegados a este momento, "Malignant Maggot Therapy" funciona mucho mejor porque, aunque el ejercicio de estilo los lleve de nuevo a Florida, el riff y la sensación de estar caminando sobre tus rótulas, abriéndote paso entre tus propias vísceras, está más lograda y las guitarras de Nyström y Åkvik no parecen tan obvias.
"Carved" y "To Die", con la participación de Marc Grewe y Luc Lemay suben el nivel del álbum, quizá por el vibrante trabajo de Åkvik o por lo pegadizo de ambas canciones, como la sensación de estar a punto de descarrilar de "Born Infernal" y su tremendísimo riff, una forma magnífica de darle cuerpo a un disco que no abría, precisamente, con sus mejores bazas, mientras que el medio tiempo que parece ser "Affliction of Extinction" tiempla demasiado los ánimos cuando Bloodbath justo pretenden lo contrario y así lo demuestran "Tales of Melting Flesh" y "Environcide" y un Holmes enorme que parece sentirse mucho más cómodo, en la última fase del álbum, más alejado del registro gutural del death por uno menos profundo, pero más bronco.
“Survival of the Sickest” produce la sensación de ser un álbum en el que han querido virar el timón y darle un giro a su carrera, orientarla a un death metal más básico y cercano al ‘old school’ de los noventa, pero se han olvidado de darle la cohesión necesaria en una ensalada de composiciones de desigual impacto, lo que lleva a disfrutar del disco pero olvidarlo tan pronto como acaba y no tener la necesidad de volver a él, como sí ocurre con "Resurrection Through Carnage" (2002), "Nightmares Made Flesh" (2004) o "The Fathomless Mastery" (2008). Bloodbath, a estas alturas, deberían estar puliendo y repuliendo su propuesta, no buscando y dando bandazos. Así lo siento.
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