Cuando una banda publica un disco que no está a la altura, muchos lectores pensarán que estoy deseando defenestrarlo por el mero placer de sentir el colmillo gotear, porque parece que cuando no amas algo es más fácil ver sus defectos y no sus bondades. Pero el problema (heme aquí, lector) es cuando sí has vibrado con su música y lo que publican te parece tan mediocre que hiere hasta tu amor propio. Y este es el caso de Muse, una banda a la que he visto en infinidad y ocasiones; desde Showbiz (1999) hasta Drones (2015) o Simulation Theory (2018) -como he escrito anteriormente, quizá por llorar o por legitimar mi discurso actual-, y que ahora, literalmente no puedo aguantar, logrando la pirueta inimaginable de ser incapaz de disfrutar lo anterior a tenor de lo que facturan actualmente. Y no pido al lector que se caliente demasiado la cabeza, elucubrando absurdas teorías fanáticas por las cuales es así; no se trata de mi edad, de mi apatía o supuesta amargura, tampoco la entelequia por la cual ellos han sabido evolucionar y yo no, que unos músicos capaces de firmar Origin of Symmetry (2001), hayan crecido tantísimo que no quieran grabar lo mismo porque ya lo hicieron, nada de eso. Es simple y llanamente que llevan tres discos, desde Drones (2015), el cual creí un accidente cuando afirmaba que era el peor disco de su discografía, hasta un horror como Simulation Theory (2018) y ahora este Will Of The People (2022) que causa verdadera vergüenza ajena. ¿Cuál ha sido el problema? ¿Existe tal o está sólo en la cabeza de algunos?
Desde luego que sí, quizá Muse lo dieron todo con el mencionado Origin of Symmetry (2001), pero nadie puede negar los grandísimos momentos de Absolution (2003) o, en menor medida, Black Holes and Revelations (2006), incluso The Resistance (2009) o The 2nd Law (2012), a pesar de los considerables bajones de creatividad. Pero, claro, pinchabas “Animals” y se te pasaban las penas, porque lo tenía todo, e incluso eran capaces de contentar a los seguidores menos exigentes con “Follow me” o canciones menores, pero que se pegaban como un chicle; “Madness” (plagiando a U2) o “Panic Station” (A Queen, como no). Muse sabían equilibrar la balanza y dar a todo el mundo lo que pedía, es por eso por lo que estaban llamados a la gloria, aunque las musas comenzasen a olvidarse de visitarles regularmente. Drones (2015) era el comienzo del fin, un disco hecho con lo que les sobraba en la papelera de reciclaje de sus ordenadores, Simulation Theory (2018) era un horror, pero había buenas ideas -aunque no supiesen rematarlas- pero Will Of The People y su rácana duración (apenas cuarenta minutos) con diez canciones que rara vez superan la barrera de los cuatro minutos, pero se hacen eternas, es lo peor que han grabado hasta el momento y ya llevan tres discos seguidos del mismo calado. No es un accidente, como tal.
Producido por ellos mismos, Will Of The People, representa a Muse queriendo ser Muse, es un monumento a la egolatría y el narcisismo, es el sonido de una banda tomándose a sí misma tan en serio como para que el paranoide mundo de Bellamy se haya convertido en un chiste, su guitarra apenas destaque, su falsete es una caricatura y la labor de Dominic y Chris sea tan discreta que la banda es capaz de firmar nuevas canciones que parecen versiones de las anteriores. Will of The People, el álbum, además, posee un sonido rancio como pocos, es como escuchar un disco de primeros de los dos mil; una mezcla horrenda bajo una producción sintética, con herencia de Awolnation o el caduco Skrillex. Si Muse hubiesen publicado Will Of The People a primeros de los dos mil, su sonido habría sido innovador; si lo hubiesen hecho en 2010, se habrían subido al carro del dubstep, pero ahora suena tan caduco que es inevitable acordarse de Wilde cuando afirmaba que no había nada más peligroso que querer resultar moderno porque se corría el riesgo de estar pasado de moda.
Cuando suena la canción que abre el álbum, “Will Of The People”, soy incapaz de no escuchar “The Beautiful People” de Marilyn Manson, con la guitarra muteada de “Psycho” en las estrofas y lo que Bellamy quería que fuese un himno de estadio, a medio camino entre el rock y el glam, se convierte en una horterada. Pero, claro, me ocurre algo similar con “Compliance”, un sencillo horrendo, cuyo esquema es tan básico que asusta y su letra es una sarta de obviedades más propia del marido de tu hermana, que de una banda como Muse. Otra cosa que me llama la atención es la poca fuerza de Bellamy en la voz, no se trata de la grabación o producción, es que no le siento con la misma energía que antes.
“Liberation”, con sus comprimidísimos coros al estilo Queen, podría haber formado parte de The Resistance (2009), pero le falta la sensación de riesgo de "United States of Eurasia (+Collateral Damage)" y su progresión en tres minutos la convierte en una parodia de lo que Muse podrían haber grabado y han pretendido resolver en una composición que parece más un snippet que una nueva canción. Imagino que Awolnation, de nuevo, cobrarán por el robo de "Won't Stand Down", una canción que parece una cápsula del tiempo de lo que fue el sonido electrónico hace quince años, como el puente y el estribillo es un terrible autoplagio. Puedo salvar "Ghosts (How Can I Move On)" con Bellamy al piano, no porque sea bellísima o extremadamente original, sino porque es la menos obvia del conjunto, a pesar de no parecerme sobresaliente en ninguno de sus tres minutos. Aunque la horterada definitiva es "You Make Me Feel Like It's Halloween", aquella que nunca querrás que nadie te recuerde que es de Muse, cuya naturaleza kitsch es tal que podría formar parte de cualquier telefilme adolescente de bajo presupuesto, por mucho que Bellamy incluya arreglos de la Tocata y fuga en re menor de Bach (lo has leído aquí por primera vez, recuerda). “Kill or Be Killed”, como "Ghosts (How Can I Move On)", no es de las peores, a pesar de que su último minuto es prescindible, aunque muchos seguidores afirman que es “puro metal” (si repites esto tres veces, Dimebag llorará en su tumba). "Verona", además de ser la muerte de un diabético, es mala con ganas; el sintetizador está robado a Vangelis o Daftpunk, y la letra debe haber sido escrita tras un traumatismo severo en el lóbulo límbico, como “Euphoria” es una canción menor para lucir leggins y jugar con el anillo de Nintendo o, si creías que habías escuchado lo peor del disco con es "You Make Me Feel Like It's Halloween", Muse son capaces de llegar aún más profundo en tu tacto rectal y finalizar con una premonitoria "We Are Fucking Fucked" en la que no hay ironía sino la cara de póker de todos aquellos que alguna vez los defendimos.
No dudo que ahora llenen más que nunca, que sus hordas de fans se cuenten por cientos de miles y sus conciertos estén repletos de pirotecnia y luces, claro que no, pero en lo musical se han convertido en todo un despropósito. Will Of The People es un horror injustificable, un posavasos, un álbum para coger polvo en tu estantería, un desperdicio incluso para llevarlo al punto limpio más cercano. No puedo salvar nada de él o escuchar a uno de sus nuevos seguidores sin descojonarme. Amigos míos, Muse han muerto y sus mejores y más devotos seguidores están por llegar.
© 2022 Conde Draco