Tenía muchas ganas de escuchar el nuevo disco de Machine Head porque, os lo creáis o no, hubo una época en la que significaron mucho para mí. Recuerdo con cariño mi camiseta de Burn My Eyes (1994) en el instituto, recuerdo cuando se publicó The More Things Change... (1997) y creí que serían grandes y, por supuesto, también estuve cuando hicieron lo propio con The Burning Red (1999), el cual tuve la desgracia de ver en directo, y los siguientes desaciertos hasta que publicaron The Blackening (2007) y todos les perdonamos; lo peor estaba por llegar, pero no lo sabíamos. Por eso puedo llegar a entender el entusiasmo de muchos seguidores cuando tildan este Of Kingdom and Crown (2022), como el mejor álbum de Machine Head e incluso lo sitúan como la santa trilogía canónica de la banda, junto a Burn My Eyes (1994) o The Blackening (2007). Entiendo, pero no lo comparto, Of Kingdom and Crown (2022) para mí es la reconstrucción de Machine Head desde cero; la constatación de que Bloodstone & Diamonds (2014) era todo un desacierto y Catharsis (2018), el peor disco de su carrera (lo que forzó la salida de Phil Demmel y Dave McClain). Pero una reconstrucción, al fin y al cabo; Of Kingdom and Crown (2022) suena como un grandes éxitos de la banda en el que todas las canciones son nuevas, están los riffs y los fragmentos más melódicos, el encanto thrash, el músculo del groove y algunas partes más cercanas al melocore. Nada que objetar de un álbum que, en mi opinión, no tiene nada que ver con la magia de Burn My Eyes (1994) o The Blackening (2007) sino con la funcionalidad de un disco como Through the Ashes of Empires (2003) y la sensación de que Flynn quiere enmendar el mismo traspiés de The Burning Red (1999) o Supercharger (2001) pero esta vez de Catharsis (2018). Por lo tanto, Of Kingdom and Crown (2022) será tan bueno en el tiempo como sea su continuación, un disco transicional que merece la pena por el esfuerzo de Flynn en su intento por no defraudarnos de nuevo y eso, lo creamos o no, tiene mucho mérito cuando el protagonista es también el principal culpable de los desaciertos de una banda que ya no existe.
Con el talento de Vogg (Wacław Kiełtyka de Decapitated), Jared MacEachern y la participación teórica de Matt Alston (en realidad, Navene Koperweis), Flynn aborda el primer disco conceptual de su carrera, lo que le permite salirse de la primera persona en las letras y plantearse cosas nuevas desde el apartado compositivo; bien por un lado, es refrescante no escucharle cantar una y otra vez lo mismo, pero el resultado es desigual como poco; cuando lo único que parece cambiar es el pronombre e incluir interludios y codas que unen unas canciones con otras. Pero, con todo, cuando suena “Slaughter the Martyr” y Machine Head tiran claramente hacia The Blackening (2007), es imposible no sentirse agradecido; una larga introducción vocal, que nos lleva a su disco más oscuro y cuyo único defecto es el acceso melódico que evoca a Unto the Locust (2011), Bloodstone & Diamonds (2014) o Catharsis (2018) en los coros y es que diez minutos siguen siendo muchos. "Choke on the Ashes of Your Hate" es quizá una de las mejores canciones, cuatro minutos de mala ralea en los que Flynn y compañía parecen desenvolverse mucho mejor, alejados de la progresión y la constante necesidad de demostrar de lo que son capaces, algo que se siente en el oscurísimo trémolo de "Become the Firestorm", dos canciones en las que Vogg hace las delicias de los amantes de las seis cuerdas y en la que, quizás, lo único que sobran son los coros de MacEachern, igual que en esos accesos de “Slaughter the Martyr”.
"Overdose" es un interludio innecesario, como “My Hands Are Empty” parece la segunda parte de “Sail Into The Black” de Bloodstone & Diamonds (2014), en lo que es, claramente, el final de una primera cara de la que tan sólo podríamos salvar dos canciones. Pese a ello, “Unhallowed”, a pesar de su parte melódica, se encabrona con fiereza, mientras “Assimilate”, como "Overdose" o “Terminus” son fragmentos que, supuestamente, dan cohesión a la historia, pero consiguen que perdamos el interés. “Kill Thy Enemies” abusa de la repetición de estribillo, pero su combinación de riffs y coros logran convencer, quizá también por el magnífico trabajo de la base rítmica o el subidón de “No Gods No Masters” (a la que le sobran los facilones “oh, oh, oh”, todo hay que decirlo) o el final de auténtica altura que es "Arrows in Words from the Sky", a pesar de que la introducción parezca más propia de Maynard que de Flynn. Pero, claro, como todo lo que toca nuestro protagonista, el camino está repletos de cadáveres que son, junto a los interludios, los que impiden que el álbum suba de nota y me estoy refiriendo a "Bloodshot" o “Rotten”, dos horrores que nos recuerdan que Flynn es el mismo de anteriores descalabros, junto con algunas de las canciones mencionadas anteriormente y que sin alcanzar la mediocridad de las dos anteriores, tampoco están entre lo mejor de su producción.
Of Kingdom and Crown (2022) no es el mejor álbum de Machine Head, ni mucho menos, tampoco está en santa comunión con a Burn My Eyes (1994) o The Blackening (2007), es un buen esfuerzo, pero no lo suficiente. A Flynn hay que darle la enhorabuena, pero tampoco hay que entusiasmarse con un disco en el que ni las buenas son tan buenas pero las malas son horrendas, la historia que cuenta es más de lo mismo y la sensación de repetición y abuso de fórmula logran que parezca un pesado monolito en el cual lo poco gusta pero lo mucho cansa. Me gustaría que, como escribía antes, cumpliese la función de Through the Ashes of Empires (2003) y lo mejor estuviese por llegar, pero estamos hablando de Robb Flynn, el único y auténtico responsable de los peores desastres de Machine Head.
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