Estoy casi seguro de que “Days Of The Lost” es uno de los discos más esperados del año, así como una de las grandes apuestas de Nuclear Blast, negarlo es engañarse a uno mismo. Y es que el morbo está servido cuando todos descubrimos que esta nueva banda sueca estaba formada por Mikael Stanne (Dark Tranquility, pero también In Flames, con su participación en “Lunar Strain” de 1993) y, nada más y nada menos, que Jesper Strömblad, Niclas Engelin, Peter Iwers y Daniel Svensson también de In Flames. Pero el asunto se torna aún más jugoso cuando analizamos en detalle la situación personal de cada uno; Jesper Strömblad dejó la nave nodriza en 2010, tras "A Sense of Purpose" (2008), por problemas de salud derivados de sus adicciones, y la aparente negativa posterior a querer ser readmitido. Daniel Svensson hacía lo propio en 2015 y Peter Iwers en 2016, ambos querían dedicar su tiempo para estar con sus familias, elaborar sus propias cervezas o estar tras la barra de su propio bar y, por último, era Niclas el que se veía obligado a dejar In Flames también por unos supuestos problemas de salud nunca aclarados, siendo reemplazado por Chris Broderick, pero figurando como miembro oficial aunque esquive la pregunta y parezca más que claro que ya no forma parte de la banda y Anders haya corrido presto a coger el guante hace unas semanas indicando que Broderick (gran músico pero un mercenario en el peor de los sentidos) es miembro de pleno derecho en In Flames (espero que no haga una espantada con el mismo poco estilo de cuando abandonó Megadeth). Cuatro músicos, aparentemente retirados (cuando no con problemas, como Jesper y su zigzagueante carrera musical) cuya unión bajo el nombre de The Halo Effect, más que demostrar la serendipia del universo evidencia que hay un problema con el binomio excesivamente melódico, formado por Anders Fridén y Björn Gelotte, en una banda como In Flames, cuyo desangre ha sido lento, a pesar de ser capaces de seguir grabando buenas canciones, pero resistiéndoseles el formato de álbum.
Pero he aquí lo maravilloso de los conflictos, de los pinks y los floyds (entienda el lector la situación por la cual, en la misma noche, actuaban Gilmour y Waters en estadios diferentes) o el más reciente cisma de Batushka, que gracias a este revés del destino de Stanne y los suyos, en un mismo mes, como le decía a mi chica, podremos disfrutar sobre los escenarios de una gira de Dark Tranquility, The Halo Effect e In Flames, cuando las tres formaciones se encuentran girando este mismo otoño por Europa. Pero la situación, lejos de la maravillosa oportunidad en que se convierte para los seguidores de la banda y el death metal melódico sueco, en general, es mucho más importante de lo que podríamos creernos tras un primer y superficial análisis.
Y es que, cuando el río suena es que agua lleva, y cuando todo tu círculo te da de lado y te quedas solo es porque el problema lo tienes tú; cuando todos los músicos dejan a Fridén y Gelotte es porque, quizá y sólo quizá, trabajar con ellos puede que no sea todo lo fácil que debería, cuando ellos dos solitos han llevado a In Flames a su peor momento creativo y sólo con la ayuda de otros cuatro músicos (ahora en The Halo Effect) han sido capaces de tocar el cielo. Y Anders y Björn eso lo saben y, a pesar de lo que afirmen en sus entrevistas, les tiene que doler semejante jugada porque evidencia que entre Strömblad, Engelin, Iwers y Svensson no hay ningún inconveniente para tocar, pero sí lo tenían con ellos. Así, no es de extrañar el quiebro que han dado Fridén y Gelotte al nuevo material que está grabando In Flames, no es casualidad que no siga la senda de un single tan inocuo y horrendo como "(This Is Our) House" sino que hayan optado por volver su sonido más agresivo en canciones como "State of Slow Decay" o "The Great Deceiver" y acuden a una canción como “Stand Ablaze” en directo (la cual no interpretaban desde hace veintitrés años), queriendo reivindicar quienes eran (aunque, paradójicamente, en la grabación de “Subterranean” no participasen Björn o Anders, limitándose este último a la grabación de "Murders In The Rue Morgue").
Centrándonos en el álbum y de la mano del inevitable Jens Bogren en la mezcla, The Halo Effect es lo que In Flames deberían haber grabado en lugar de “Soundtrack to Your Escape” (2004). Mucha gente piensa que "Sounds of a Playground Fading" (2011) es el comienzo del fin de la banda tal y como la conocíamos, pero se equivocan, aquel disco tiene grandes momentos y no anuncia o evidencia nada que no hiciese “Soundtrack to Your Escape” (2004) que si parece otra cosa es por el sándwich formado por “Reroute to Remain” (2002) y "Come Clarity" (2006). De esta forma, The Halo Effect han grabado un álbum como “Days Of The Lost” en el que todo está perfectamente situado; el difícil equilibrio entre agresión y melodía, las guitarras de Jesper y Niclas, la voz mucho más cortante de Stanne y la base rítmica y endiablada de Iwers y Danielsson, una maravilla que se abre con “Shadowminds”, una canción perfecta como apertura, pegadiza y evocando las guitarras de los mejores In Flames. Siendo así, quizá la más accesible, “Days Of The Lost”, no sólo por cómo las guitarras trazan la melodía sino por el groove de las estrofas y su luminosa unión en el estribillo, o la épica trazada en “The Needles End”, un trío de ases difícil de superar, sino fuese porque en “Conditional” aprietan como nunca y tras sus machacones estribillos, nos encontramos una de las mejores composiciones del álbum, si alguien te llega a decir que estos son los In Flames de "Come Clarity" o “Clayman” podrías creértelo sin problemas. Esa esa manera de mezclar los colores con maestría, la que hace que en “In Broken Trust” nos encontremos un tono mucho más sombrío, con un estribillo más cercano a Soilwork, no porque Stanne cambie su registro sino porque es Jonas Slättung el que toma las riendas de la parte vocal y la lleva al goticismo de los ochenta. “Gateways” es perfecta para entrar en calor en su segunda cara, continuando con esa oscuridad de “In Broken Trust”, para estallar con luminosidad en “A Truth Worth Lying For”, sonando más accesibles de nuevo, con la ayuda de Örjan Örnkloo, por supuesto, o haciendo el ejercicio de “Feel What I Believe”, siendo más melodeath y más Gotemburgo que toda la escena de los noventa, otro acierto más a sumar en un disco en el que hasta la colaboración de Matt Heafy (Trivium) se queda en anécdota durante “Last of Our Kind”, gracias a las fortísimas señas de identidad de The Halo Effect.
Y es que es estamos hablando de músicos con décadas de experiencia a sus espaldas, con denominación de origen. Tanta que cuando se despiden con “Last of Our Kind” (qué maravilla de guitarras, por favor…), todo parece encajar y se entiende que las canciones han sido compuestas entendiéndose como una unidad, siendo un trabajo de equipo y no de dos personas, como en otras ocasiones. La única duda que me queda, quizá el único temor; es que The Halo Effect no tengan entidad propia y no se convierta en un grupo de facto, que sean una anécdota al pie de In Flames o Dark Tranquility, y no graben más discos, salgan de gira (la sombra de la salud de Jesper siempre acechante) y tanto ellos, como nosotros, tengamos lo que nos merecemos. Por lo demás, sobresaliente.
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