Crónica: Metallica (Madrid) 06.07.2022

SETLIST:
Whiplash/ Creeping Death/ Enter Sandman/ Ride the Lightning/ Wherever I May Roam/ Nothing Else Matters/ Dirty Window/ Sad but True/ Whiskey in the Jar/ For Whom the Bell Tolls/ Moth Into Flame/ Fade to Black/ Seek & Destroy/ Damage, Inc./ One/ Master of Puppets/

Parece mentira cómo pasan los años y el tiempo pone a cada uno en su sitio; como a Metallica. Ninguno de los que ayer estuvo en su concierto madrileño, aunque fuese en un festival de pésima organización que parece hacer descuento a guiris que triplican la tasa de alcoholemia (convirtiéndose en todo aquello en lo que terminó degenerando el famoso FIB), podrá albergar duda alguna del estatus de una banda que hace décadas era cuestionada por discos como “Load” (1996), “Reload” (1997) o el horrendo “St. Anger” (2003), y ahora es saludada como las leyendas que son. Si Lars era criticado en los noventa por su posición ante el ‘peer to peer’ y hacer que su banda pareciese una empresa, Hetfield por todo aquello que representaba durante “Some Kind Of Monster” (2004), Hammett por su uso indiscriminado del Wah y poca pericia a las seis cuerdas y el bueno de Trujillo por haber entrado en el momento equivocado y no haber grabado discos como los que sí avalaron a Jason Newsted, en los últimos años todo ha cambiado para bien; Lars se ha ganado el cariño de miles de seguidores, James ha regresado de una rehabilitación que nos ha tenido a todos con el alma en vilo y se ha mostrado más humano que nunca, mientras que Kirk o Rob han formado un tándem con una química envidiable y mejor sentido del humor, que acepta de buena gana su labor aglutinante en una banda en la que hay dos egos del tamaño de zepelín, como son el de Lars y James, dos amigos cuya hermandad ha fundado una de las bandas más famosas e influyentes de los últimos cuarenta años y sin los que, muy seguramente, ni tú estarías leyendo esta crítica, ni yo molestándome en escribir “una más” si no fuese por la pasión que nos mueve tanto a ti, como a mí; Metallica. 

Y, claro, suena "The Ecstasy of Gold" y todos, el que más y el que menos, el chaval que ha recorrido kilómetros por verlos por primera vez o el ingles/alemán borracho hasta las cejas, tiene su corazoncito y es imposible no emocionarse con Morricone cuando lo que sigue es Metallica en el vértice del snakepit, rodeados de setenta mil gargantas mientras James escupe el estribillo de “Whiplash” y Kirk arremete con el cortante riff de “Kill’Em All” (1983). “Creeping Death” y la sensación de estar en una olla a presión se intensifica, más cuando no escatiman y disparan un “Enter Sandman” que sorprende por su pronta posición en el repertorio, habitualmente relegada a las últimas canciones, el famosísimo single del “Black Album” (1991) hace que el concierto despegue y más cuando lo que le sigue es “Ride The Lightning” (con todo, a mi chica y a mí nos sorprendió que tan poca gente la siguiese y, menos, la cantasen cuando es historia viva del género).

El repaso al álbum más negro de Metallica llegó con “Wherever I May Roam”, la consabida “Nothing Else Matters” y, claro, “Sad But True” y su enorme groove, himnos obligatorios en casi cualquier concierto de los de San Francisco, con la única mancha en el repertorio de la inclusión de “Dirty Window”, de un álbum como es “St. Anger” que, como dijo el propio James, no sin ironía; “está calando poco a poco” o la divertida pero innecesaria versión de “Whiskey In The Jar” que pareció un guiñó a toda esa caterva inglesa de beodos que poblaron el festival. “For Whom The Bell Tolls” cayó como un mazazo, igual que la oscurísima “Fade To Black” y el alegato de James contra el suicidio; “Si estás luchando contra algo, no desistas, pide ayuda, no estás solo”, con parada incluida en “Hardwired” (2016) con “Moth Into Flame” y la sensación punky de urgencia en “Seek And Destroy”.

La sorpresa en los bises fue “Damage, Inc.” antes de “One” o “Master Of Puppets” para cerrar una actuación que dejó el mismo buen sabor de boca a todos los allí presentes como a la banda, y la promesa de un nuevo álbum ya compuesto y, fundamentalmente, la recuperación de James, porque sin él o ese cabroncete que es Lars, no es posible entender la música de nuestro tiempo. Una vez escribí que Metallica son mucho más que música y tras volver a verlos por duodécima vez desde los noventa, no hay duda alguna de ello; Metallica son más grandes que la vida.

© 2022 Conde Draco
Foto © 2022 Kiko Huesca