SETLIST: Street Fighting Man/ 19th Nervous Breakdown/ Sad Sad Sad/ Tumbling Dice/ Out of Time/ Beast of Burden/ You Can't Always Get What You Want/ Living in a Ghost Town/ Honky Tonk Women/ Happy / Slipping Away/ Miss You/ Midnight Rambler/ Start Me Up/ Paint It Black/ Sympathy for the Devil/ Jumpin' Jack Flash/ Gimme Shelter/ (I Can't Get No) Satisfaction/
Vayan ustedes a saber, si fue debido a que ha sido el primer concierto europeo sin el eterno Charlie, si porque ha significado para miles de personas la salida definitiva del túnel de una pandemia que se resiste a abandonarnos pero que, con el concierto de los Stones, puede ya hablarse de una relativa vuelta a la normalidad en cuestión de música en directo (por favor, que nadie me mencione conciertos en salas, que también estamos breados en esas lindes, pero estamos hablando de un evento trascendente), si es porque cumplen sesenta años sobre los escenarios o porque también se cumplía la redonda fecha de cuatro décadas desde su primer y antológico primer concierto en Madrid o porque, simple y llanamente, Keith Richards seguramente también pasó por aquel cruce de caminos en Clarksdale, entre el 49 y el 61, para vender su alma al diablo junto con la de Jagger y Wood, pero anoche los Stones (los Rolling, como quieras) hicieron historia en Madrid, ayer sí, justo ayer. En una noche en la que todo pareció encajar, como por arte de magia, y quizá a todo lo citado anteriormente, haya que sumar el tapón efervescente de unos músicos que han visto cómo han tenido que posponer sus giras más recientes con el agravante de que para ellos, al contrario de muchos, no hay un rédito de años en los que consolarse; si no giran, saben que quizá mañana no estén entre nosotros, concierto que no den, concierto al que tú no asistas, quizá sea la última vez para unos y para otros, así de duro, pero es lo que hace de esta vida algo único.
Así, de manera dramática, sobreponiéndose a la pérdida del aglutinante que siempre fue el implacable y entrañable Charlie, los Stones aparecieron en España con más ganas o quizá más excitados que nunca, como si los últimos años no hubiesen pasado, con la energía no sólo intacta sino desbocada y la sensación de todos los allí asistentes de que no son un producto o una empresa, de que siguen siendo una banda de rock viva, que varía cada noche el repertorio, que incluye sorpresas y rescata canciones de su eterno cancionero, capaces de improvisar y salir indemnes. Sólo así se puede explicar que, tras el bonito homenaje a Charlie, el descorche fuese con las más obvias “Street Fighting Man” y “19th Nervous Breakdown”, pero desempolvasen “Sad Sad Sad” de “Steel Wheels” y nos sorprendiesen a todos con “Out of Time” de su clásico “Aftermath”, por primera vez en directo, en lugar de acudir a todas esas canciones que poseen y que son ases en la manga, aquellas por las que mataría cualquier banda en directo como recurso efectista e infalible. Sin embargo, Jagger, Richards y Wood tenían en mente otro tipo de concierto y vaya si acertaron; “Tumbling Dice” es infalible pero la petición del público fue todo un deleite cuando nos dispararon al corazón con mi favorita “Beast of Burden” y, de nuevo, la sensación de Richards y Wood entrando y saliendo sobre las olas, entre licks y jugueteos con sus guitarras o Jagger emocionado, no ajeno a sus limitaciones, pero supliéndolas disfrutando mientras su voz jugaba con los coros.
“You Can't Always Get What You Want” levantó a todo el mundo, no hay nadie que pueda negarse a su estribillo, es imposible, tanto como valiente introducir “Living in a Ghost Town” y desenganchar a muchos, pero saberlo y reenganchar a más de cuarenta mil almas con “Honky Tonk Women”. Sin embargo, la noche deparaba más sorpresas, porque el concierto del miércoles no fue apto para aquellos que salen de casa con el repertorio aprendido y el móvil en mano; el momento de Keith llegaba con la clásica “Happy” y, por fin, la emocionante “Slipping Away”, en la que nos hizo disfrutar del encanto bluesy de su Gibson negra semihueca y demostró, una vez más, su sentimiento a las seis cuerdas, lejos de su amor por las Telecaster de cinco cuerdas, puente de latón y afinación en Sol. Keith es un genio, no hay más, solo así es posible aceptar que entiende la guitarra como una herramienta, que la innovación y la técnica no son recorrer el mástil a tempos imposibles sino descubrir sus inmensas posibilidades y en eso, sabiendo un poco, no hay quien le gane.
Si a estas alturas muchos esperaban “Sympathy for the Devil” y una recta final, tuvieron que esperar cuatro canciones porque la sorpresa fue la recuperación de “Miss You” con Jagger más lúbrico que de costumbre, una larga versión de “Midnight Rambler” (como debe ser) o una “Start Me Up” a destiempo que pilló a muchos con el paso cambiado y refrescó tras la larga aventura de “Let It Bleed” y Jagger viviéndolo tras la armónica. El escenario se tiñó de negro, la pantalla en alto contraste y Wood se armó con un sitar, imposible no reconocer “Paint It Black” y dejarse la garganta de nuevo con ella, Brian Jones sobrevoló Madrid, no hay duda de ello cuando todo el estadio se pintó de negro, con ausencia de luz, y el tiempo pareció detenerse antes de teñirse de rojo con “Sympathy for the Devil” y Jagger aceptando su mefistofélica naturaleza, tras la que vino “Jumpin' Jack Flash” despidiendo un concierto que, no obstante, seguía con gas suficiente como para la preciosa “Gimme Shelter” y, de nuevo, el dúo formado por Wood y Richards jugueteando o la espídica “(I Can't Get No) Satisfaction” para cerrar semejante esfuerzo hercúleo con la aparente facilidad y sencillez de unos músicos con ocho décadas de vida a sus espaldas y la sensación de haber vivido mil vidas. Si te lo cuentan, no te lo creerías, tendrías que haber estado allí, pero Madrid 2022 ha sido histórico y eso lo saben Jagger, Richards, Wood y Watts desde las nubes, no lo dudes ni un segundo.
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