Puedes amar o no el black metal, menospreciar a Watain o, por el contrario, idolatrarlos, pero cuando suena "Ecstasies in Night Infinite", la sensación de entrar en tromba, de arrasar con todo, de una enorme bola de fuego siendo arrojada contra ti y millones de murciélagos atravesando tu cuerpo, es cuando entiendes por qué Erik una vez juró el black metal por encima de su madre, por qué Nödtveidt supo ver en él a un músico con el que subirse al escenario. Watain no han grabado un disco que baje del notable y los que seguimos a los suecos lo sabemos, es por eso que cuando publican álbum la cita es ineludible, pero déjame que te explique por qué “The Agony And Ecstasy of Watain” es un disco tan valiente; Danielsson podría haber firmado un disco como “Lawless Darkness” (2010) ,“Sworn to the Dark” (2007) o “Casus Lucifer” (2003) pero, en lugar de ello, ha preferido intentar crecer, como ocurría con “The Wild Hunt” (2013) o el monolítico "Trident Wolf Eclipse" (2018), discos en los que Danielsson intenta dotar a su banda de otra dimensión más profunda sin olvidar la agresión y la negrura tan característica. Pues bien, en “The Agony And Ecstasy of Watain” sigo teniendo la sensación de que sigue intentándolo y no quieren recorrer sendas ya transitadas (“Casus Lucifer”) sino que sigue erre que erre en intentar que Watain avancen y, en mi opinión, aunque no sea un giro copernicano, lo logra.
Tore Gunnar Stjerna (Necromorbus) en la producción, Forsberg a las guitarras y echando una mano a Erik en la composición, mientras Forcas y Álvaro Lillo en la base rítmica, Watain nunca han sonado tan agresivos pero con tanta pegada y la sensación de que los suecos no se quieren conformar con grabar un buen álbum y salir de gira, ellos quieren tocar el cielo invocando a su propio grimario, quieren que con su música viajes y te sumerjas en los infiernos más oscuros y fríos del ser humano; el fuego, los tridentes, los lobos, los gélidos riffs de Dissection, los sermones de Daniel y los cubos y cubos de sangre son tan sólo parte de un ritual que sirve como envoltorio a composiciones bien escritas y mejor interpretadas. Es imposible no escuchar “The Howling” y sentir que se puede sonar más dinámico y épico que en esta canción; posee la audacia del black más clásico pero, al mismo tiempo, suena moderno y afilado, mientras que en “Serimosa” bajan el tempo y logran evocar su vertiente más melódica con una composición en la que demuestran que es posible mostrarse calmado e intrigante, agresivo sin tener que hacer descarrilar la batería de Forcas.
Algo similar a lo que pasa en la explícita “Black Cunt”, Watain no tienen necesidad de arrasar con todo para que sus trémolos suenen fríos y acerados, mientras que “Leper’s Grace” tiene más presencia el bajo de Lillo y el músculo los acerca al death en un mestizaje brillante, en el que domina el groove. La instrumental “Not Sun Nor Man Nor God” divide brillantemente un álbum que, no obstante, guarda algunas de sus mejores sorpresas para el final, por increíble que parezca, bien balanceado de principio a fin; “Before the Cataclysm” es tan puramente Watain que no dudan en regodearse durante sus siete minutos y, entre vaivenes, lograr que pasen volando con una exhibición de toda la banda dando lo mejor de sí, para llevarnos de la mano a la joya que es “We Remain”, en la que colabora Gottfrid Åhman para el solo y nuestra querida Farida Lemouchi con una interpretación auténticamente brillante, su hermano Selim no podría estar más orgulloso de semejante colaboración, con un videoclip repleto de emoción. Para finalizar, “Funeral Winter” y su aroma añejo, a clásico instantáneo y “Septentrion”, de nuevo la constatación de que no necesitan pisar a fondo para demostrar toda su negrura.
No es el mejor álbum de Watain, pero se le parece y quizá sí sea el disco más sentido y emotivo de la banda, en el que Danielsson y compañía parecen haberse volcado más y puesto más de su sangre. El sonido de la madurez de una banda que parece no querer dormirse en los laureles, tan trabajado y con tan buen sonido que hace palidecer a otros artistas con más historia a sus espaldas. Casi sobresaliente, siempre impresionantes.