Estará de acuerdo el lector que escribir sobre un nuevo álbum de Scorpions es una labor tan poco agradecida como estéril, tanto como la publicación del mismo disco; escribir sobre las nuevas canciones de los alemanes tiene el mismo efecto que seguir grabando para ellos, ya que poco más pueden añadir a su propia leyenda, ninguna de sus últimas canciones hará que la banda alcance nuevas cotas de popularidad o relevancia cuando hace mucho, mucho tiempo que traspasaron el ámbito musical para integrarse en la mismísima cultura popular y escribir su nombre con letras doradas en la historia del rock. ¿Qué pueden añadir a eso estas nuevas canciones? ¿Qué puede añadir todo aquel que escriba sobre semejante carrera? Todos sabemos que si los alemanes se desdijeron con aquella retirada es porque aman lo que hacen y, fundamentalmente, se dieron cuenta de que había público de sobra para llenar sus bolsillos una vez más. ¿Y saben lo peor? No veo lo malo en ello, sí en el engaño, pero ¿qué más da? Ellos son felices subiéndose al escenario y nosotros disfrutando de sus canciones una vez más.
Pese a ello, no me he vuelto loco de remate, soy consciente de los desastrosos conciertos que he visto en los últimos años, así como el tibio "Return to Forever" (2015), estando en un momento en el que hay más mecha por detrás que por delante, siendo "Sting in the Tail" (2010) el último disco que realmente disfruté de ellos y de eso hace doce años. Pero heme aquí, escuchando “Rock Believer”, un álbum cuyo trasfondo es tan obvio como clásicos sus surcos y es ahí, justo ahí, en donde Scorpions han acertado. Se han olvidado de "Return to Forever" (2015) y el intento del lifting, han regresado a una estética más clásica, no sólo en la portada, el diseño o la fuente (magnífico el trabajo de Jeff Thrower) y un sonido clásico con la ayuda de Hans-Martin Buff en el que, siendo honestos, las canciones no son nada del otro mundo, pero el sonido es brillante como la orientación que han tomado, además de la pegada del bueno de Mikkey Dee (reemplazando a James Kottak) que, aunque no pueda desplegar toda su fuerza tras los parches y hacer exhibición en semejantes canciones, se agradece.
Por eso, cuando suena “Gas in the Tank" parece todo un manifiesto; “Somos Scorpions, llevamos cincuenta años en esto, pero todavía hay gasolina en el depósito” y es cierto que la canción, siendo ligera, funciona con Matthias Jabs y Rudolf Schenker haciendo lo que mejor saben y Klaus Meine sonando magníficamente bien. No me gustan los coros o la luminosidad del estribillo, habría agradecido algo de más mala baba, pero me parece una buena apertura, como “Roots In My Boots”; una canción puramente hard, facilona y efectista, pero continuista, como “Knock ‘Em Dead”, “Hot and Cold” y “Peacemaker”, composiciones que resultan en el cuerpo del álbum; bien ejecutadas y con la banda plenamente engrasada pero sin riesgo, lo que no es algo tampoco malo sino sintomático del momento que la banda está viviendo.
“Shining of Your Soul” y “Seventh Sun” suenan a su catálogo más clásico, en concreto “Seventh Sun”, claramente evocadora de su época con Roth, mientras que en "When I Lay My Bones to Rest" pisan un poco el acelerador a ritmo de rock and roll. “Call of the Wild” rompe tanto el ritmo que cuando llega la balada “When You Know” no sorprende porque el disco entra en punto muerto y te das cuenta de que quince canciones son muchas (aunque la versión sencilla acabe en esta) y deberían haber metido menos relleno incluso en el cuerpo central del álbum, haber ido más al grano y conservar las mejores gracias a una pequeña criba. “Shoot for Your Heart” y “When Tomorrow Comes” poco aportan, como “Unleash the Beast” o “Crossing Borders” en la que lo mejor son las guitarras pero, llegados a este punto, da la sensación de que los alemanes no saben haberlo secuenciado o cómo concluirlo y prueba de ello es la innecesaria inclusión de la versión acústica de “When You Know”, aún sabiendo que las últimas cinco pertenecen a la edición deluxe y son, aparentemente, un regalo. No estoy criticando negativamente a la banda, pero tú y yo sabemos perfectamente los puntos en los que “Rock Believer” falla y que es tan sólo una excusa para salir de gira, nada que objetar, que no se sorprenda nadie a estas alturas. Al fin y al cabo, Scorpions son unos profesionales y cumplen de sobra, aunque sin sobresaltos para el oyente.
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