¿Qué es lo que hace que un disco de metal merezca realmente la pena o sea saludado como un buen álbum? Parece algo evidente para aquellos que “saben de metal”, pero si tenemos algo de memoria podremos reírnos de soberanas espantadas, ajenas y propias. Si acudimos a las revistas supuestamente especializadas o esas webs que huelen a humedad, veremos ejemplos de discos que fueron saludados como grandes obras, con cuatro o cinco rayos, cuernos o estrellas, obras maestras, “discos que necesitaban escuchas”, “obras atemporales” que con el paso de los años se han confirmado como fiascos, como principios del fin de una u otra carrera, por unanimidad. Pudiendo concluir que el único que sabe de metal, el único que sabe de verdad de música y su impacto, es el tiempo; cuando contextualizamos aquella obra en su momento, en la carrera del artista o la relevancia entre el público. Así, hay discos sobrevalorados e infravalorados; aquellos que fueron un éxito porque todo el mundo así lo quiso, pero ahora cogen polvo en la estantería de tu casa, no se volverá a hablar de ellos o no como debiera, y esos otros que nunca gozaron de los favores de la crítica o público y son terriblemente buenos, injustamente incomprendidos.
En el caso de los suecos de mis desvelos, algo ocurre cuando todo el mundo coincide en señalar que “The Secrets Of The Black Arts” (1996) es un álbum seminal en el metal, auténtica piedra filosofal de uno de los géneros más extremos. A continuación, publicaron dos discos notables, aunque no a la altura del primero, y se estrellaron con “Attera Totus Sanctus” (2005) para salvar los muebles de la quema con “Angelus Exuro Pro Eternus” (2009) y fracasar con “Where Shadows Forever Reign” (2016), sí has leído bien. Lo curioso de Dark Funeral es que, desde hace unos años, la prensa especializada saluda cada lanzamiento como la constatación de su leyenda, el público medio los despedaza temporalmente y, cuando pasa el tiempo, se convierten en grandes discos a la altura de su historia. Recuerdo que cuando se publicó “Where Shadows Forever Reign”, a poca gente le gustó, las canciones en su gira pasaban sin pena ni gloria (tres veces estuve, lo sentí, lo ví), a excepción del single “Unchain My Soul” y ahora, seis años más tarde, hay muchos que lo sitúan a la altura o por encima de “The Secrets Of The Black Arts”. ¿Acaso nos hemos vuelto locos?
Pero han pasado seis años, Lord Ahriman es quizá uno de los compositores más fiables del metal (también uno de los más infravalorados) y Heljarmadr parece asentado en el seno de la mítica banda, tanto como para que "We Are The Apocalypse" haya llegado a nuestras manos y "Nightfall" hiele nuestras venas con su frío encanto y negrura, una canción muy superior al single promocional, con un Jalomaah enorme y un estribillo perfecto, por no hablar de las guitarras de Ahriman y Chaq Mol. "Let The Devil In", sin embargo, a pesar del esfuerzo de Heljarmadr y su rasposo tono, no me parece la canción ideal para servir como adelanto; me gusta su tono épico y cómo nos empuja constantemente, me gusta su ejecución y cómo no pierde la esencia de Dark Funeral, pero no las partes habladas (recordándome a los Gorgoroth más petardos), todo lo contrario a "When Our Vengeance Is Done", que podría haber sido parte de su debut, o “Nosferatu” que a pesar de algunas partes más aburridas en su tono elegíaco (¿Cradle Of Filth?) forman un tándem de canciones que entran bien y confieren cuerpo al disco.
Ese mismo que se deshace con una canción como "When Our Vengeance Is Done", tan lejos de Dark Funeral, que rompe el encanto por completo, más cercana del post-metal que de lo que ellos hacen y aunque “A Beast To Praise” o “Beyond The Grave” ahondan en esa vertiente tan propia suya, son "When Our Vengeance Is Done" y “Leviathan” las que matan un álbum en el que su canción homónima, "We Are The Apocalypse", sin ser un dechado de originalidad es de las que mejor entran gracias a su trémolo y la labor de Jalomaah y Heljarmadr, firmando un estribillo típicamente blackmetalero.
Podría deshacerme en elogios, decir que mantienen el tipo en su séptimo disco o rezar el consabido “han vuelto”, pero lo cierto es que Dark Funeral nunca se han ido y, aún con un Heljarmadr en estado de gracia, siento que algo falla en "We Are The Apocalypse" y no sé exactamente qué es; hay buenas canciones, otras no tanto, el sonido permanece ahí, pero echo de menos los tiempos de “Vobiscum Satanas” (1998) o “Diabolis Interium” (2001), por no mencionar de nuevo “The Secrets Of The Black Arts” y ser tachado de inmovilista, trve y bla bla bla bla bla. "We Are The Apocalypse" es un disco correcto con dos o tres canciones que despegan, el resto es más de “Where Shadows Forever Reign”. Disfrutable, claro que sí, pero inane.
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