Ya lo he escrito en más de una ocasión, pero siempre recordaré a aquel chaval que en el instituto llevaba una camiseta de "Vile" (1996) y lo que me impactó escucharlo en aquella época. He de admitir que, admirando a Corpse desde siempre, comencé a apreciarlos con Corpsegrinder y no porque menosprecie los clásicos grabados con Barnes -siendo, además, "Butchered at Birth" (1991), uno de mis discos favoritos de la historia- pero sí; Cannibal Corpse formaron parte de mí gracias a la voz de Fisher y, por supuesto, una discografía quizá ya no legendaria pero siempre sobresaliente. Es por eso que tras un muy buen disco como "Violence Unimagined" (2021), no entiendo qué es lo que ha hecho que Corpsegrinder comience ahora una carrera en solitario. ¿Acaso no tienen cabidad estos temas en Cannibal? ¿Resulta tan difícil mover la maquinaría de la mítica banda? Más si tenemos en cuenta que Erik Rutan está en “Acid Vat” y su amigo Jamey Jasta (Hatebreeder) tras los mandos, además de mantener una excelente relación con el resto de la banda.
Titulado poco originalmente “Corpsegrinder”, el álbum suena potente y compacto, acelerado, rico en graves y con un sonido adorable a serie B, pero con pericia. Sonando bruto y a puro death, sin embargo, echo de menos la mano de Cannibal tras él, Charlie y Nick Bellmore no son rivales de Rob Barrett, Rutan y Mazurkiewicz. Sé que la comparación podrá sobrarle a muchos lectores, pero resulta inevitable comparar el disco de Corpsegrinder con uno de Cannibal Corpse; los de Buffalo están a un nivel estratosférico, su death metal es brutal pero también técnico (algo que mucha gente parece obviar). Pinchamos el vinilo y suena “Acid Vat”, es una brillante apertura, rica en groove, con una letra claramente reminiscente del trabajo en Cannibal, Corpsegrinder abre la garganta como una boa y parece engullirnos, el trabajo de los Bellmore es efectista pero correcto, mientras echo de menos el bajo de Webster. “Bottom Dweller” es tan directa como “On Wings Of Carnage”, dando la sensación de que Fisher ha calculado a la perfección el impacto de un disco que abre con sus canciones más efectistas. “All Souls Get Torn” continúa con esa agresión, pero disminuye el efecto sorpresa, aún así me gusta cómo encara el trote y se convierte en una apisonadora o como Fisher alterna su cavernosa voz con su alarido, pena que no disfrute de la alocada forma de tocar de Charlie Bellmore, más propia del thrash pajillero que del death.
“Death Is The Only Key” y “Devourer of Souls" bajan el nivel, fundamentalmente porque la primera ralentiza el disco por completo, sirviendo como cierre a la primera cara y “Devourer of Souls" tarda un poquito en arrancar, teniendo, por suerte, a “Crimson Proof” entre ellas, para acelerarnos un poquito el ritmo pero la sensación que uno tiene es de relleno en estas últimas canciones; como ocurre con “Defined by your Demise” y las últimas, “Master of the Longest Night”, que es demasiado lenta y “Vaguely Human”, aunque lo soluciona a ritmo de death con tintes de thrash hipervitaminado, ahonda en esa sensación por la cual, “Corpsegrinder” es un álbum que comienza de manera desenfrenada y va perdiendo fuelle según avanza; no es que las canciones sean mediocres o no tengan velocidad y pegada, es que las mejores y más acertadas están en la primera cara y el final no es digno de ellas. "Corpsegrinder", como los otros proyectos de Fisher (Serpentine Dominion, Paths Of Possession o Voodoo Gods) no es un mal álbum y tiene momentos francamente disfrutables, pero, nos guste o no, se queda como nota a pie de página de la carrera de Cannibal Corpse. Si tengo la oportunidad de disfrutarlo en directo, lo haré, y me gusta escucharlo, pero no siento lo mismo que por obras pretéritas y escribir lo contrario sería engañarte y, mucho peor, engañarme a mí mismo.
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