Crítica: Korn "Requiem"

El mundo se ha convertido en un lugar inhóspito. No quiero ponerme en plan lovecraftiano y remitirme a un cosmos cruel y voraz, como tampoco ligottiano y afirmar con cinismo que lo mejor que podemos hacer es negarnos a la procreación o conspiranoico y creer que el planeta nos está mandando mensajes, claro que no. Pero el mundo, tal y como lo conocemos, no ha dejado de cambiar y, por primera vez en mucho tiempo, una generación que hemos crecido en el bienestar, somos testigos de cómo nuestras libertades están siendo restringidas, económica y socialmente. Y en esta vorágine de privaciones, de la cultura de cancelación, de pérdidas irreparables, de constantes simas en la economía, de mascarillas y geles, todo el mundo ha perdido algo, tú y yo, pero también Jonathan Davis y, por supuesto, Korn, como cualquier otro artista o banda. Pero el infortunio parece haberse cebado en especial con los de Bakersfield, no es sólo que Davis haya sufrido la perdida de un ser querido o hayan contraído la enfermedad que nos mantiene atenazados y cancelado la gira de presentación de “The Nothing” (2019) sino también los problemas de salud -esos que ninguno en el grupo quiere mencionar, pero todos intuimos- que mantienen lejos de los escenarios a nuestro querido Fieldy, quizá uno de los miembros más carismáticos de una banda sobrada de este pero que debe en gran parte su característico sonido al bajista.
 

Y es esta pandemia la que le ha permitido a Korn pasar más tiempo en el estudio y componer sin prisas (como a muchas otras bandas, claro está), hasta tal punto que afirman tener otro disco en el horno, habiendo publicado este que nos ocupa, “Requiem”, tan sólo hace unas horas. Junto a Chris Collider y aprovechando las pistas grabadas por Fieldy, Korn han grabado un disco que me parece sensiblemente mejor que “The Nothing” pero por poco; mientras que aquel poseía singles con gancho pero el resto del álbum naufragaba tras aquellos jugosos adelantos, “Requiem” no posee la pegada de canciones como "Cold" o "You'll Never Find Me" pero el álbum, en general, es más equilibrado. Otra cosa es el sonido; mientras que “The Nothing” sonaba más sólido y con groove, en “Requiem” la banda parece haber perdido parte de su sonido más clásico para abrazar una suerte de metal alternativo genérico en muchos momentos, lejos de la base rítmica de Fieldy y Luzier adornada por las guitarras de Head y Munky, aquí nos encontramos a una banda que parece no querer reverdecer los laureles de su marca y, mientras podemos considerar esto como algo bueno, los fans más veteranos nos encontraremos que, más allá de la evocación de su propio sonido, faltan canciones con grandes estribillos.

 

Y con esto no quiero decir que no disfrute y aprecie el esfuerzo de Davis y los suyos en el estudio, canciones como “Forgoteen” (quizá las más korneana del conjunto) o "Disconnect” evidencian trabajo y esfuerzo, me gustan los coros y las guitarras, el trabajo de Davis en las dobles voces o la melodía de “Let The Dark Do The Rest” en uno de los discos que se supone es de los más luminosos de la banda (el estribillo de “Let The Dark Do The Rest” me gusta mucho y suena esperanzador, a pesar su significado), pero un single como “Start The Healing”, a pesar de lo chicloso de su melodía, no termina de cuajar, como tampoco la gótica "Lost In The Grandeur". “Hopeless And Beaten” tira de una inusitada pesadez doom que le sienta bien a Korn, además de jugar con guturales, lo que es todo un acierto, pero "Penance To Sorrow" es lo más parecido a un autoplagio que no lleva a ningún sitio excepto al hip-hop en las estrofas de  "My Confession" que sólo levanta el vuelo en el estribillo o a una insospechadamente esperanzadora en su melodía, "Worst Is On Its Way", con Davis en estado de gracia.

 No es un mal disco porque Korn son incapaces de grabar un disco así (incluso en sus peores momentos, han sabido mantener la dignidad que muchos de su quinta perdieron por el camino) pero, aún pareciéndome mejor que “The Nothing”, “Requiem” no alcanza el nivel de “The Serenity of Suffering” (2016) y, a pesar de algunas buenas ideas y el buen trabajo en algunas canciones, se queda como una excusa para seguir de gira o intentarlo tras esta frustrante pandemia.


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