No me quiero sentir pedante o petulante, como muchos me tachan cuando me leen, no quiero sentirme como una ratilla de biblioteca, pura teoría y repleto de palabrería para escribir sobre algo tan propio de las tripas, pero, al mismo tiempo, me cuesta muchísimo explicar todo lo que siento cuando escucho el disco de un artista que he escuchado hasta la náusea porque, en mi mente, se agolpan miles de sentimientos y emociones, tantos que siento que escribirlo es como volcar un enorme gran cubo de arena sobre un embudo de pequeñísimo diámetro; imposible hacerte que sientas lo mismo que yo o, por lo menos, explicarte lo que quiero transmitir. Pearl Jam fueron (sí, en pasado) más grandes que la vida durante muchísimos años y yo los disfruté como un loco desde el año 93, “Vs.” era su último disco para mí y lo llevaba deshonestamente grabado en un cinta TDK de ciento veinte, “In Utero” (también del 93) grabado en la otra cara; cuando acaba uno, empezaba el otro, con abruptos cortes acababa “Indifference” y estallaba “Serve The Servants” en aquel verano en el que mi único propósito era leer y escuchar toda la discografía de Sonic Youth (hasta “Dirty”, 1992) y Pavement. ¡Maravillosa adolescencia! Cuando crees que tus artistas son dioses y están tocados por la varita, repletos de ideales ante un pérfido mundo por arreglar. Sí, estás leyendo una humilde crítica de “Earthling” de Eddie Vedder, entremos en calor.
Una vez escribí una crítica de The Smashing Pumpkins que a Corgan no le gustó y le sirvió para bloquear a esta web y denunciar el artículo que venía a decir; “mientras el recuerdo de Layne y Cobain permanece joven e inalterable, Corgan tiene que enfrentarse al paso del tiempo” y es ese mismo paso del tiempo al que Vedder se enfrenta también tras décadas al frente de Pearl Jam, relegado al papel de vocalista y letrista; un papel, por otro lado hercúleo, que ha prestado con solvencia y maestría, además de una voz de oro. ¿Qué podría salir mal en solitario? En mi opinión, todo. “Into The Wild” (2007) fue una sorpresa, aquella banda sonora contenía buenas canciones, versiones y un toque acústico del que Vedder sacó rédito y continuó de manera éxotica con "Ukulele Songs" (2011), prolongando su propia figura sobre el escenario, me explico; Vedder es un buen tipo, cae bien, su personalidad es genial, produce tanta ternura como magnetismo, se le siente honrado y todo ello lo llevo al escenario con una maleta, un ukelele y sus amigos, todo funcionó en aquella gira y la siguiente, mientras el dinosaurio en el que Pearl Jam se han convertido seguía con su digno hundimiento; tras el revitalizante “Pearl Jam” (2006) y su magnífica gira, “Backspacer” (2009) bajaba el nivel pero poseía los singles y “Lightning Bolt” (2013) -a pesar de que es un disco que me encanta y disfruto a día de hoy- suponía un bajón en su conjunto, por no hablar del horrendo “Gigaton” (2020). ¿Exagero? No, claro que no, intento que el fanatismo no nuble mi juicio, sólo eso, no puedo justificar todo, con el tiempo he entendido que soy más de discos que de bandas y Pearl Jam incluso no grabando obras maestras desde mediados de los noventa, siempre han justificado su trabajo con buenos resultados.
¿Qué podía esperar de “Earthling”? Nada, nada en absoluto y, con todo, escuchar la voz de Eddie Vedder sigue siendo un bálsamo en un disco en el que hay calidad, pero no buenas canciones, ni un cuerpo que justifique el disco como tal, dando la sensación de que está grabado con despreocupación, demasiadas ideas, demasiados invitados y carece de unidad. Con Josh Klinghoffer (un guitarrista al que me he hartado de defender para darme cuenta de que, simple y llanamente, no sabe tocar -no lo digo solamente yo, él mismo lo ha confirmado en una entrevista a Rolling Stone cuando asegura haber tenido que recibir clases cuando fue fichado por los Peppers y sentirse incapaz de aprender un solo y, con todo, no puedo ponerme del lado de Flea, Josh es una víctima y lo explicaré cuando reseñe el álbum de Kiedis y compañía, tras haber escuchado las canciones de Pluralone y demostrar que Josh posee talento, pero no para aquel rol), Andrew Watt y Chad Smith, “Earthling” se siente extraño y sin rumbo.
“Invincible” sirve de introducción y si suena pasable es por la voz de Vedder, no es que no me gusten los sintetizadores o el trabajo de la producción es que la canción tiene la aspiración de servir de introducción o música de fondo, no tiene más. “Power of Right” posee un riff machacón y, con todo el dolor de mi corazón, siento que suena mejor y tiene más gancho que todo “Gigaton” por completo, no es una gran canción pero aguanta el tipo, aunque no me guste que acabe con la voz de Eddie -como muchas de Pearl Jam- y este recurso en la producción se utilice en varias ocasiones en el disco, como tampoco me gustan las dobles voces repletas de reverb; la voz de Vedder no lo necesita, es suficientemente bonita como para sonar natural. “Long Way” es amable, inofensiva, es como escuchar un descarte de “Echo” (1999) y, además, siento que esta referencia propia no es descabellada cuando veo que Vedder inicia sus conciertos con “Room At The Top”, lo que no sé es si su pretensión es escribir esta clase de composiciones sin emoción y acceder a otro público; y, por supuesto, esto no es un ataque a Petty, todos mis respetos hacia una música con la que tanto he disfrutado, tanto en estudio como -por suerte- en directo con los Heartbreakers y el crescendo calmoso de “Room At The Top” . Todo lo contrario, es una pequeña crítica al poco riesgo mostrado por Eddie en una canción tan inocua.
“Brother In The Cloud”, escrita en honor a su hermano fallecido en un accidente, es la que mejor se salva de la quema; podría haber sido parte de “Yield” (1998), como “Fallout Today”, una canción predominantemente acústica con la misma naturaleza que el resto; pop-rock inocente, sin riesgo, sin mala intención o ganas de molestar pero sin la belleza acústica de “Into The Wild”, como ocurre en “The Dark” y ese homenaje a Bruce Springsteen. Estamos hablando de un álbum que no suena mal, en el que hay un ingrediente mágico que es la voz y muchos le perdonarán cualquier cosa, mientras que otros esperábamos algo más. Ese mismo sentimiento que posee “The Haves”, tierna y bonita, emocionante por su voz, pero se acabó. Claro que me gusta y le encuentro su punto, claro que me emociona por momentos, pero necesito más y, con todo, es quizá el punto culminante de un disco que muestra sus mejores momentos en su primera cara, antes de perder el norte con “Good And Evil” y “Rose Of Jericho” con parte del riesgo que han perdido Pearl Jam pero que, a pesar de su sentimiento de urgencia, sacian pero no alimentan.
El dislate, no obstante, llega en los estertores finales con “Try” y la armónica de Stevie Wonder, grabada previamente, construyendo la canción sobre ella, convirtiéndose en una anécdota para escuchar una vez y nunca más por lo irritante del resultado y la sensación desacompasada, además de la propia Olivia Vedder cantando. Algo parecido a lo sentido en la colaboración de Vedder con Elton John en “Picture”. “Mr. Mills” homenajea a Gladys Mills, cuenta con Ringo Starr tras la batería y el aroma beatliano en los arreglos de metal, además de la risa del propio Starr o el final pastiche con la voz del propio padre de Eddie en “On My Way”, sonando muy similar a la textura de Tim Buckley, mostrando su talento, pero conformando un final fantasmagórico en su más pura expresión, sin que esto pueda considerarse como una falta de respeto. Demostrando, una vez más, que Eddie Vedder funciona mejor -como muchos artistas- en la contención de una banda, que hay buenas ideas y cuando él las canta funcionan, pero también que con “Gigaton” la cosa tampoco funcionó y, por eso, se apresuran a volver al estudio mientras Eddie se divierte de gira en solitario con sus amigos. “Earthling” es un disco intrascendente, para los completistas de Pearl Jam que atesoramos cualquier registro en el que Vedder cante pero también la evidencia de que aquí falta algo, falta mucho y ya no sé siquiera si en su banda serán capaces de lograrlo de nuevo.
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