Imagino esa misma sensación de cuando abres una botella de vino añejo y hueles lo bien que ha envejecido. Escribo “imagino” porque no tengo la menor idea de vinos y, si con la publicación de “Veil Of Imagination” (2019), fantaseaba con la imagen de mi díscola nieta trayendo discos de progresivo de culto y descubriéndole aquel de Wilderun, ahora no puedo menos que emocionarme cuando escucho “Epigone” y encuentro que los de Boston han sido tan inteligentes como para que este suene como un pasito más allá. Cuando suena “Exhaler” o “Woolgatherer” y me encuentro preciosas melodías acústicas embellecidas por unos arreglos al servicio de la composición; aquí no hay lugar para el virtuosismo sin sentido, Wilderun no quieren que abras la boca gracias a su genio, todo lo contrario; prefieren componer grandes melodías sin importarles si están más cerca del folk pastoral de los Genesis de Gabriel que del neo-progresivo de nuestros días, ese por el que muchas bandas (y no quiero mencionar a ninguna) prefieren los arreglos intrincados, las abusadísimas polimetrías y las asíncopas para querer dejarnos la boca abierta y justificar la falta de inspiración. Wilderun nos introducen con “Exhaler”, lo redondean con “Woolgatherer” y cuando la banda entra como un torbellino, entran las guturales y encontramos esa mezcla equilibrada que tan bien supieron redondear los Opeth de su primer tercio de carrera y parte de la segunda. “Woolgatherer” es un viaje en el que diferentes partes se articulan y forman parte de la misma composición, llevándonos por diferentes estados de ánimo hasta que el genio de Wayne Ingram entra con un solo tan veloz como espacial, un puente y Evan Anderson Berry nos engulle con una garganta como una profunda gruta sobre ominosos coros, mientras Jonathan Teachey entra golpeando el bombo como si de una banda de black metal se tratase. Me parece brillante y si de algo puedo quejarme en “Woolgatherer” es que la mezcla se opaca un poco tras semejantes pistas y, precisamente, la batería de Teachey queda ligeramente ensombrecida bajo los coros.
Nada que objetar cuando Wilderun parecen continuar por ese mismo camino a lo largo de un disco en el que las atmósferas creadas por Ingram son tan importantes. Además, “Passenger” aporta el músculo necesario tras el tour de forcé con el que abren “Epigone”. “Passenger” vuelve a hacer uso de los contrastes; preciosas melodías se alternan con profundos “growls”, como un diálogo, mientras que la banda parece ascender a los cielos gracias al trabajo de Ingram y esa base rítmica formada por Müller y Teachey, además de los diferentes puentes que posee “Passenger”, cada uno para dotar de espacio a los músicos y la propia canción. “Identifier” posee la delicadeza de su introducción, pero también uno de los mejores crescendos de “Epigone” y cómo Wilderun construyen poco a poco esa subida de intensidad que acabará de nuevo desatando a la bestia de los de Boston, además de poseer una parte intermedia (08:55) que rompe y rasga la composición de manera magnífica, minimalista y magistral.
“Ambition” es una pieza que sirve para enlazar con “Distraction”, esa larga suite articulada en cuatro partes y desemboca en una última auténtica gloriosa, “Distraction III”, en la que demuestran que son capaces de una belleza evocadora del mejor progresivo; ese atemporal, tan capaz de trascender su tiempo como incapaz de mostrar señas que lo ubiquen en una u otra década. Cuando suena la brutal y caótica “Distraction Nulla” no queda menos que entender que semejante monstruo es el final de un álbum mágico, desbordante y genial, en el que cabe una versión de Radiohead, "Everything in Its Right Place", y la clara constatación de que Wilderun están muy por encima de cualquiera etiqueta (amo a Radiohead, y este homenaje posee la emoción, es imposible negar que Berry,Müller, Ingram y Teachey son honestos y por eso son capaces de grabar semejante versión) y una versión de “Exhaler” con sintetizador, evidenciando, sin miedo, la influencia clásica de Satie. No quiero repetirme, pero lo han vuelto a hacer; Wilderun han grabado otro disco para enmarcar, para dormir abrazado a él, qué barbaridad…
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