Cuando pienso en Swallow The Sun, siempre me contagio de la amargura que ellos mismos han debido sufrir con la muerte de Aleah Stanbridge (Trees Of Eternity) y la sensación de que el guitarrista Juha Raivio sigue luchando por exorcizar a través de su música y la frustración de no haber podido presentar en directo, “When A Shadow Is Forced Into The Light” (2019), además de celebrar el veinte aniversario de la banda. Pero no hay mal que por bien no venga y es que el tiempo que han pasado de confinamiento les ha obligado a escribir y componer y, por eso, tenemos entre nuestras manos “Moonflowers”, un álbum que se publicó en noviembre y no he parado de escuchar. Grabado a medio camino entre Suecia y Finlandia, con David Castillo, y varias colaboraciones (Antti Hyyrynen y Cammie Gilbert, además del Trio N O X), “Moonflowers” es más pesado que “When A Shadow Is Forced Into The Light” y exuda dolor y sufrimiento, algo que también trasluce la portada, pintada con la propia sangre de Raivio; una señal de lo que nos vamos a encontrar en sus cincuenta y dos minutos de duración.
Sin embargo, la pesadez de “Moonflowers” es administrada de manera rácana y quizá sea eso lo que hace que el álbum pierda presencia, como en “Moonflowers Bloom in Misery”, cuando Swallow The Sun se quedan varados en una especie de doom suave mezclado con gótico de poca profundidad. Cuando suena, como en el solo de esta apertura, el disco suena maravillosamente bien y los arreglos de Rautakorpi, Dumell y Furstenborg logran cotas de belleza que alcanza el notable alto, pero la repetición del mismo patrón, la escasez de ideas para escribir una canción que nos rompa, los escasísimos momentos de agresión (“Enemy”) y la impostada languidez, logran que el disco orbite entre el indudable buen gusto y la calidad, con la contención y la sensación de estar escuchando la misma composición una y otra vez; está claro que “Woven Into Sorrow” emana el dolor de Raivio (en la voz de Antti Hyyrynen), como la propia “Moonflowers Bloom in Misery”, pero no es suficiente para alimentar un disco en el que también necesitamos de otros colores, aunque sean diferentes tonalidad de sepia. “All Hallows' Grieve” es quizá la mejor, la más lograda, aquella que consigue que el álbum despegue, y será con la voz de Cammie Gilbert, un dueto que funciona a la perfección, como aprecio el intento de cambiar de tercio en “Keep Your Heart Safe from Me” y sonar como Ghost Brigade, pero ese intento tampoco nos lleva a ningún sitio, al igual que “The Void”; más accesible y reconocible de la propia banda, como “Enemy”.
Lo peor es que esa sensación de pérdida de norte, es la misma que les conduce a una canción como “The Fight of Your Life”, sonando como Anathema, o un cierre como “This House Has No Name” que, a pesar de los reaños y la subida de adrenalina, no es lo que esperaba para concluir un álbum del calado introspectivo de “Moonflowers”, dando aún más la sensación de que Swallow The Sun han pergeñado un álbum en el que escuchamos su ya mencionada habitual calidad, pero en el que ha habido poca reflexión y menos dirección; en el que han intentando aunar algo de pesadez y los arreglos de cuerda y el resultado ha sido un calimocho gótico en el que hay buenísimos momentos, pero otros insospechadamente aburridos. En definitiva, un disco para el que, como Holden Caulfield decía, “hay que estar en vena”, y que gustará a aquellos a los que nada les puede decepcionar, a esos otros que han comprado el acetato de colores y quizá no lleguen siquiera a escucharlo entre publicación y publicación de Instagram, y a irredentos seguidores de los finlandeses. No es un mal álbum, pero "Songs From the North I, II & III” (2015) me sigue pareciendo la obra maestra a la que hay que acudir, junto “New Moon” (2009), como desearle a Raivio una pronta recuperación para su corazón.
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