Nadie puede culpar a Kenneth Downing, Jr. Cuando abandonó Judas Priest, la banda atravesaba un momento de lo más regular, "Nostradamus" (2008) no fue tan bien recibido como "Angel Of Retribution" (2005) y Judas lo sabían, se percibía en los conciertos y parecía que el impulso por el gran regreso de Halford tocaba a su fin. Anunciaban su última gran gira y Downing abandonaba el barco, siendo reemplazado por Richie Faulkner. Si todo hubiese acabado ahí, el guitarrista habría sido visto como un visionario que abandonaba la banda porque la situación debía ser insostenible, pero no. A Judas Priest, como a tantos otros, les gustó la respuesta; ver los recintos abarrotados y los festivales desde la cima de nuevo y, claro, se desdijeron y anunciaron otro disco. "Redeemer of Souls" (2014), que era igual de mediocre que "Nostradamus" pero, por lo menos, no era conceptual y tampoco doble, además de servirles para rodar con Faulkner. Los años comenzaban a pesar sobre un Downing que intentó llevar su propio campo de golf e incluso su colonia (la ridiculez de Metal For Men) y corrió presto al anuncio de retiro de Glenn Tipton para desilusionarse cuando Judas Priest escogieron a Andy Sneap como reemplazo para el directo y, para colmo, publicaron su mejor disco en décadas, “Firepower” (2018), seguido de una enorme gira, el reconocimiento de crítica y seguidores, además del anuncio del aniversario de la banda y, de nuevo otro disco y gira en la recámara (deseando que Faulkner se recupere lo antes posible). ¿Qué le quedaba a Downing? Diez años eran demasiados, seguramente nunca pensó que aquello se alargase tanto, creía que Judas Priest caerían en combate o en el ridículo más estrepitoso tras "Nostradamus" y, sin embargo, aquí siguen mientras él se muestra cada día más y más arrepentido, más resentido y amargado. Clamando por el puesto de Tipton por aquello de las canas, deseando que la banda destierre a Faulkner o, por lo menos, deje de interpretar sus solos porque para eso está él. Y, por último, firmando un álbum junto a Tim "Ripper" Owens, y este KK's Priest.
Junto a Tony Newton al bajo, Sean Elg en la batería y Mills en las guitarras, "Sermons Of The Sinner" (producido por el propio Downing), abre de manera potente, no puedo negarlo. Tras la introducción (“Incarnation”), la guitarra de Downing relincha y la voz de Ripper (ese puñetero torrente, esa garganta virtuosa posee la fuerza y el talento, pero no la suerte en los proyectos que elige) suenan poderosas, “Hellfire Thunderbolt”. Como en la propia “Sermons Of The Sinner” con un Elg que intenta evocar a Travis, sin éxito, en una canción cien por cien de Judas pero, ¿cuál es el problema entonces? Pues muy sencillo, tanto esta, como “Sacerdote Y Diablo” (realmente, cualquiera del disco), poseen las maneras y el encanto, pero se sienten como una copia de Judas Priest; como una banda tributo que ha decidido grabar su propio disco con canciones originales, pero lo que les une es su pasión por Judas o, en este caso, su resentimiento hacia Judas.
Y, claro, ante la falta de ideas tiran de recursos, como ocurre en “Raise Your Fists”, en la que no sólo escuchamos las afiladas guitarras de Downing sino también el sonido de la vergüenza ajena en su impostado estribillo, igual que en “Brothers Of The Road” o el consabido medio tiempo, “Metal Through And Through”, de un metal bien interpretado y con buen sonido, pero tan genérico, tan de garrafón que asusta. “Wild And Free” es esa banda tributo que antes mencionaba imitando mejor que nadie a los artistas de sus desvelos. Así, no es descabellado sentir la influencia de Halford en las inflexiones de Ripper en “Hail For The Priest” y sus agudos, o ese final trotón y sabor añejo que es “Return Of The Sentinel”.
Con todo, mi cariño por Downing me hace sentir que "Sermons Of The Sinner" es disfrutable pero una copia barata, al fin y al cabo, con Downing acudiendo a Ripper en el colmo del despecho y un álbum que podría haber resultado significativamente mejor si el motor no fuese el rencor. No quiero ponerme en plan Coelho y sus orgasmos místicos pero, con el paso del tiempo, he aprendido a soltar lastre y olvidarme de aquellos que me traicionaron o a los que yo mismo traicioné, porque no hay mejor desprecio que el no aprecio y Downing debería hacer lo propio; eres parte de la música, vive y sé feliz, no pierdas el poco tiempo que te queda en la tierra entre dimes y diretes. Dejaste Judas, pasa página de una puta vez…
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