Comienza a aburrirme que las nuevas generaciones lean una crítica y, cuando no están de acuerdo, parezca que deba justificarme. Hace un par de semanas, un descerebrado pedía retirarme el carné de seguidor de una de las bandas de sus desvelos tan sólo porque pienso que su último disco es una soberana castaña, mientras otro pedía que la retirase. Podemos lidiar con la frustración y aceptar que nuestros gustos no tienen por qué coincidir con el de otras personas y eso es bueno porque fomenta el debate o, por el contrario, ser incapaces de superar que otra persona piense diferente y querer que Internet fulmine sus opiniones y hacerle desaparecer de la faz de la tierra. Lo que ocurre es que, habitualmente, aquel que lee y se lleva el berrinche es porque tiene tan poquita personalidad como para buscar la aprobación de otras personas para legitimizar sus gustos. El caso es que me encuentro ante un nuevo disco de A Pale Horse Named Death y, aunque me negué a reseñar sus dos primeras y mejores obras, "And Hell Will Follow Me" (2010) y "Lay My Soul to Waste" (2013) por aquello del disgusto tras la muerte de Steele, sí que lo hice de "When the World Becomes Undone" (2019) y recibí las típicas quejas de tipos y tipas que sé, categóricamente, que volverán a preguntarme por qué hago la crítica de una banda que no me gusta, de la que no sé nada y por la que siento menos aún. Imagino que podría haber hablado con ellos cuando vi a Type O Negative a mediados de los noventa en Madrid pero, mala suerte, no coincidí con ellos…
Por desgracia, “Infernum in Terra” es igual de flojo que "When the World Becomes Undone" (2019 y desdibuja aún más la estética de A Pale Horse Named Death. Los motivos son dos; la banda de Abruscato prosigue con su pseudo-doom pero esta vez bebe del rock alternativo, en lugar de tomar la influencia de Cathedral o Trouble e incluso recuperar elementos góticos de Type O Negative y salir por la tangente, A Pale Horse Named Death suenan como Alice In Chains desde el primer segundo de "Believe in Something (You Are Lost)" (tras la introducción de “Infernum”) y el segundo motivo es la poca pericia para escribir canciones que perduren en la memoria. “Cast Out From the Sky” baja las revoluciones y se acercan al doom más clásico pero, de nuevo, tengo la sensación de estar escuchando el juego de voces de Layne y Cantrell en canciones que no merecen la pena. Y, cuando toda la melancolía nos invade, es en “Shards Of Glass” en la que estropean el sentimiento con ese influjo de Ozzy. Nada que objetar de la instrumentación o de la producción, sí de las voces y la composición. A Pale Horse Named Death parecen haber invertido demasiado poco tiempo en la escritura y eso sí que me apena.
Eso es lo que siento en “Lucifer’s Sun” o “It Is Done” (otro interludio en un disco de once canciones que posee tres instrumentales) cuando escucho que la banda añade minutos allá donde no se necesitan. "Two Headed Snake (Propofol Dreams)" es puro rock alternativo de los noventa y "Slave To The Master" es una balada carente de emoción mientras que "Devil's Deed" y "Reflections Of The Dead" despiden el disco sin garra o fuerza, sin ese sentimiento “gloomy” propio del doom más cavernoso, sin olor a tierra de camposanto o humedad, cuando la única descomposición que percibimos es la del propio ingenio de la banda para escribir una canción que nos agarre por los huevos y unas voces con carácter y entidad propia. Si buscas doom no escuches este disco, si buscas melancolía gótica tampoco. Les doy una oportunidad más y, a partir de ahí, abandono el barco de A Pale Horse Named Death…
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