Venga, todos tranquilos, que no se enfade conmigo esa legión de instagramers, donde Wolves In The Throne Room de verdad lo peta, que posa con los discos del trío de Washington y todas sus variantes y colores; “Thrice Woven” (2017), a pesar de que todos se gastasen el dinero en el arco iris de sus ediciones y asegurasen tonterías como “los lobos han vuelto”, “el trono vuelve a ser ocupado”, “nada mejor que black metal americano y esta cerveza que sabe a pis de arce” y mamonadas por el estilo, fue un álbum flojo y sin gracia, con una buena apertura ante un resto de temas en el que la banda pecaba de “ombliguismo”, mirándose constantemente a sí mismos, no sé muy bien si queriendo parir un nuevo subgénero, confiando demasiado en sus oportunidades o, equivocándose, grabando canciones cuando la inspiración no había tocado la puerta de su mazmorra y el auto-plagio se permuta con es vena arty que nadie quiere se atreve a poner en duda, pero así era, “Thrice Woven” quedaba lejos, muy lejos, de su trilogía inicial; “Diadem Of 12 Stars” (2006), “Two Hunters” (2007) y “Black Cascade” (2009) y se colocaba como en última posición, como el más flojo de su carrera. ¿Eso es algo malo? Sí, si no tienes ni puta idea de música y sólo sabes posar con los vinilos de los artistas, por lo que debes justificar cada publicación en la que gastas tu dinerito y aludir al gusto de cada uno para no demostrar no tener criterio o gusto, pero también porque, honestamente, todos pensábamos que los buenos tiempos de Wolves habían pasado. Por otro lado, la gira de “Thrice Woven” les trajo de nuevo por la vieja Europa y pudimos disfrutarles de nuevo, no hay mal que por bien no venga.
Algo, quieras que no, tuvo que llegarles a ellos, quizá a la enésima crítica tibia los Weaver se dieron cuenta de que la sombra de Agalloch es demasiada alargada, que Leviathan ya es una leyenda y que lo suyo estaba languideciendo, que este álbum que nos ocupa, “Primordial Arcana”, era saludado como uno de verdad auténtico y genuino, en el que ellos no sólo estaban tras los mandos de la producción en sus propios estudios, Owl Lodge Studios, sino que incluso tomaban las riendas creativas de su material audiovisual, grabando sus videos, todo bajo un título que evoca el regreso a la fuente primaria de poder de las energía que movieron a los músicos a encarnar esta banda. Sí, todo muy bucólico, muy espiritual, tanto como el incienso que queman en sus conciertos, pero, ¿tendría esto sentido? ¿se reflejaría esto en su música o sería una excusa más para atribuir los fiascos del pasado a otras personas y no asumirlos ellos mismos?
Pues es un poco de todo, ni “Thrice Woven” es "St. Anger" de Metallica, ni los errores cometidos son por culpa de otros, ni “Primordial Arcana” es "Black Cascade" (2009), pero tampoco "Celestial Lineage"(2011) o el esnob “Celestite” (2014). Por suerte, “Primordial Arcana” sí es black metal aguerrido, si hay blast beats y sus surcos evocan a lo mejor de la producción norteamericana del subgénero, como “Mountain Magick” y su video grabado en los bosques de Olympia, su claro sabor al black de las primeras olas, el poco miedo de Aaron en poner su batería al galope, o los juegos de sus voces. Hay magia en la instrumentación, “Spirit of Lightning”, demostrando que se puede introducir en la grabación a los “hados” del lugar de cada uno, el panteón de los espíritus de los bosques de Washington (sin tener que recurrir a los nórdicos), bajar las revoluciones y sonar igual de fiero y auténtico. Meter la pata (“Through Eternal Fields") con canciones menores y que funcionen en contraposición a otras, "Primal Chasm (Gift of Fire)", con mucha más pegada, aunque tampoco gocen de la imaginación que se les requiere a la banda.
Con todo, Wolves In The Throne Room, saben cómo tocar las teclas de cada uno; “Underworld Aurora” es la prueba de que los sintetizadores de “Diadem Of 12 Stars” siguen sonando maravillosos y tan alucinantes como el graznido del cuervo que los abre, tan emocionantes como épicos en "Masters of Rain and Storm" y esos once minutos que pasan volando, interludio incluido, despidiéndose con la bonita “Eostre” si no contamos con “Skyclad Passage” que, esta vez, no se siente tan alucinada como las instrumentales de antaño, aunque siga creyendo que deberían haber cerrado con “Eostre”, mostrando esta sí el verdadero cierre del ciclo de “Primordial Arcana” y sus bosques otoñales en la noche, rodeados de huesos de animales (aunque sean de mentirijilla).
Por tanto, el nuevo álbum de Wolves In The Throne Room aprueba holgadamente, no es perfecto, pero sí sólido; suena bien, está trabajado y las canciones son claramente superiores a las del anterior, la interpretación es buena y el sonido cálido de una ceremonia pagana entre los árboles norteamericanos es lo suficientemente creíble para que esta vez sí, con fundamento, podamos afirmar que han vuelto. Ahora sólo toca esperar a que la gira no se posponga y podamos disfrutar de sus canciones en directo. Ya podéis comprarlos el vinilo…
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