Si escribo una crítica sobre el nuevo disco de Gojira y lo ensalzo, muchos sonreirán con satisfacción; es lo que esperan y desean, buscan la aprobación que el cuarteto francés lleva recibiendo años. Sin embargo, si escribo lo que siento -como sabes que haré- y aseguro que Gojira han entrado en punto muerto, muchos más serán los que juren y perjuren que no tengo ni idea, comparen la crítica de esta humilde web con otras escritas al peso y no quieren complicaciones con seguidores, promotores, pases o llevar la contraria a nadie. Si digo que los nuevos seguidores de Gojira son parte del problema, estos se enfadarán conmigo; ¿por qué escribes sobre la gente que los escucha? ¿por qué no les dejas en paz? Si cuento cómo me gusta "The Link" (2003) o disfruté de su gira de "The Way of All Flesh" (2008) en Suiza, pensarán que voy de trve, cuando nada más lejos de la realidad, simplemente pretendo situar al lector; no quiero venderte este disco, no tengo ningún interés en pasar gratis a sus conciertos, en quedar por encima de nadie, como el aceite, pero tampoco soy un advenedizo que haya llegado ayer.
Gojira lo hicieron bien, muy bien, hasta "The Way of All Flesh" (2008) y he de reconocer que "L'Enfant Sauvage" (2012) me parece un gran disco aunque, a la postre, evidencia algunos de los males que estamos sufriendo en su música, situándoles en un callejón sin salida en el que tuvieron que elegir; ¿plata o plomo? ¿vender o death? Y, claro, Gojira eligieron el cambio, abandonando el death más técnico y abrazando nuevas sonoridades en un disco como “Magma” (2016) que, por mucho que te lo quieran contar así; no fue un éxito, ni de ventas, ni de crítica. Pero Gojira llegaron a un nuevo público y de las tres veces que volví a verlos en directo en aquella gira (honradamente, los de Bayona siguen poniendo toda la carne en el asador sobre las tablas), la última vez fue teloneando a Iron Maiden, con un público entusiasmado ante sus canciones. ¿Por qué no seguir entonces la misma estela?
Si eres de esos que orgasman con Tool, Crippled Black Phoenix, Sleep y mamonadas por el estilo (con todo el respeto, por supuesto, porque amo a esas bandas pero no vivo por ellas), y te gusta subir tus vinilos de colores a Instagram, entre disco de Monolord y Pallbearer, estoy segurísimo de que subirás “Fortitude” con un pie de foto repleto de hashtags, asegurando que “lo han vuelto a hacer”, “death-prog para gourmets” o, como he leído por ahí e intento olvidar, afirmando que hay cierta influencia de los Sepultura de “Roots” (1996) en este nuevo disco, cuando no es verdad nada de eso. Insisto, llevo desde "The Link" (2003) defendiendo a esta banda, admitir que llevan dos discos errados cuando, paradójicamente, todo el público parece comulgar con ellos, me duele y agota más que a ti.
Han pasado cinco años desde “Magma”, lo que me parece una eternidad para una banda como Gojira, marcando unos tiempos que no les competen por juventud y ganas de comerse el mundo, más cuando el resultado que tenemos es este. El adelanto veraniego que fue “Another World” se repite una barbaridad, el riff de Andreu es poco imaginativo y la canción peca de la simplicidad de “Magma”. Gojira hace tiempo que no componen una canción con ganas, compleja, a la altura técnica de la que son capaces y este adelanto me puso en sobre aviso. Pero, más aún, cuando tras un single ligeramente resultón como "Born for One Thing", descubro que este es la apertura del nuevo álbum y la secuencia de todo el disco parece errónea. "Born for One Thing" me gustó más porque, aunque no sea death técnico, es más aguerrida que “Another World”, en la cual Joe parece querer sonar como Troy Sanders, además era un poquito más compleja, no es una maravilla, pero era lo mejor que podía echarme a la boca.
Pobre de mí si hubiese sabido lo que me esperaba con “Fortitude”, tras "Born for One Thing", “Amazonia” y su guitarra como un didyeridú se supone que es el toque étnico que recorre el nuevo disco, lo cierto es que es una composición repetitiva en la que nada ocurre, muy alejada de lo que ellos son capaces pero si “Fortitude” parece morir tras "Born for One Thing", con dos canciones tan flojas como “Another World” y “Amazonia”, es “Hold On” la que resulta agotadora, desde el comienzo hasta su simplísimo solo, su poco trabajo en los riffs, incluso Mario suena desgastado.
Algo parecido a lo que me ocurre con “New Found” y la sensación de que Andreu se ha quedado sin recursos en la guitarra, resulta particularmente irritante el uso del pedal en el riff, me gusta lo épico del puente, pero queda diluido al no tener un gran estribillo. Los dos minutos de “Fortitude” son una burla, cuando pincho un disco de Gojira no quiero escuchar esto y tampoco su segunda parte, “The Chant”, ¿de verdad puede alguien verle el encanto a que los hermanos Duplantier interpretan esta canción en directo tras “Flying Whales”, por ejemplo? “Sphinx” recupera algo de tensión y, personalmente, lo agradezco, aunque no aporte nada en absoluto. La broma prosigue con la tediosa “The Trails” y Duplantier susurrando o Andreu repitiendo el mismo efecto de “New Found” en “Grind”, siendo “Into The Storm” la única que puedo salvar de la quema o el trabajo de Mario en “Grind”, más allá de eso, siento que “Fortitude” está aún menos inspirado que “Magma”. Recuerdo que hace ya unos años, coincidí con ellos en la zona de prensa del Hellfest. Son encantadores y accesibles, me acerqué a Joe y le pedí que estampase su firma en “Magma”, se sorprendió porque había salido hace muy poco y aseguraba ser una de las primeras copias que autografiaba. Me preguntó: "¿Lo has escuchado, te ha gustado?" Respondí con honestidad, sé que le chocó, pero lo dije con educación y me entendió; “prefiero "L'Enfant Sauvage" o “The Link”..." Cinco años más tarde, me reafirmo; si has llegado ahora mismo o hace un par de años, “Fortitude” es tu disco, si amabas a Gojira, lo seguirás haciendo, pero no por sus nuevas canciones.
© 2021 J.Cano.