Si hay un subgénero dentro del metal al que cada año que pasa le preste menos atención es, sin duda, el thrash y quien diga lo contrario miente, por lo menos en parte. Más allá de las vacas sagradas, de los discos clásicos, lo único que encuentro en los últimos años, son un pastiche y discos o, en la mejor de las suertes, canciones que nos recuerdan a una u otra banda, cuyo comienzo es el de este u otro clásico, cuya actitud -repleta de clichés- convierten al género más callejero, rápido y cortante del metal en poco menos que una parodia. Pero, como por casualidad, hace tres años llegó a mis manos “Coagulating Darkness” (2017) y sentí como todas y cada una de las canciones de James McBain me dejaban exhausto según las iba escuchando. ¿Fue toda una carambola de las musas o, por el contrario, James es un tipo tocado por una varita divina? Pues "The Affair of the Poisons" confirma la segunda de estas hipótesis y rompe los prejuicios sobre la edad, la calidad y la autenticidad porque con tan sólo veinticinco años, McBain se mea en la cara de miles de músicos de su quinta y, por supuesto, muchos otros más mayores (también más cansados) publicando el disco que ya quisieran muchos para sí. ¿No sabes nada de Hellripper? Imagínate el rock de unos Motörhead completamente empastillados, el metal punzante de Bathory, el thrash más cortante de la Bay Area y el black de Mayhem en “Deathcrush” y podrás hacerte de lo que McBain factura en “The Affair of the Poisons”.
Y es así desde el primer segundo, cuando suena la homónima al álbum y sentimos la pesadez del black más parsimonioso, hasta emputecerse y sacarle filo a las guitarras mientas James se desgañita, sonando por todos aquellos maestros de los ochenta que rompieron en la escena; los riffs suenan inspirados, no hay nada tan innovador como para creer que McBain es un pionero, pero hay actitud de cojones, mala ralea y ráfagas black con thrash y thrash con speed. La trotona “Spectres of the Blood Moon Sabbath” se acerca más que nunca a esa mezcla bastarda entre Motörhead y Iron Maiden, no bromeo cuando digo que es la mezcla perfecta entre los riffs de unos, las melodías de otros y el gañido más desagradable del black, junto a la mala baba heredera del punk en el thrash, es incluso cuando “Vampire's Grave” arranca, de nuevo, por Lemmy, sentimos que nos montamos a lomos de una violentísima moto, sedientos de sangre en mitad de la noche.
“Beyond the Convent Walls” y, fundamentalmente, “Savage Blasphemy” son un auténtico torbellino que te recordarán a los Metallica de “Kill 'Em All” (1983), para darnos un respiro con “Hexennacht” pero sin dejar de apretarnos las tuercas, McBain nos descerraja un tiro en plena frente con "Blood Orgy of the She-Devils" y un toque más cercano al hard rock en los ‘licks’ mientras que el riff es puro rock, logrando un thrash and roll que parece perfeccionar en la despedida con la cafre “The Hanging Tree”. Ocho canciones, tan sólo ocho canciones, veintinueve minutos de mala leche, de patadas y cabezados, de electricidad que recorre tu cuerpo, de una mezcla de subgéneros tan acertada que, repito, vuelve a sorprender por su juventud, sus ganas de romper y lo que desprenden sus canciones. Interpretado por el propio McBain, grabado y mezclado por él mismo, con tan sólo la ayuda de Clark Core en las voces de "Beyond The Convent Walls" o las guitarras puntuales de Joseph Quinlan ("Spectres of the Blood Moon Sabbath" y "Vampire’s Grave"), "The Affair of the Poisons" es uno de los discos del año, sin duda, y un serio candidato a convertirse en clásico de culto. No pierdan ustedes de vista a James McBain, nosotros no lo haremos…