Hay bandas a las que uno acude sabiendo que va a encontrar la comodidad de sentirse como en casa y no va a sentirse a disgusto porque haya cambios que devengan en un descenso en su calidad. Cuando pincho un nuevo disco de Dark Tranquility, sé que nunca me van a defraudar, pero no puedo negar tampoco que me diese algo de miedo que los recientes cambios en su formación desequilibrasen la fórmula maestra por la que los suecos llevan, literalmente, casi treinta años sin sacar un mal disco, uno mediocre. Nada más y nada menos que dos de las tres guitarras han cambiado; han entrado Christopher Amott (Arch Enemy, Black Earth, Machine Head, Cemetary) y Johan Reinholdz (Andromedad, Widow, Skyfire), dos guitarristas fuera de toda duda, pero con las lógicas reservas por los cambios. ¿El resultado? Notable, cercano al sobresaliente, como siempre, tanto Amott como Reinholdz se unen a la banda y no cambian el ADN de esta; es verdad que las guitarras tienen una mayor importancia aquí, en “Moment”, más que en “Atoma” y, aunque las composiciones de este fuesen superiores a las del que nos ocupa, “Moment” puede presumir también de un corpus sólido en el que el pasado y presente de la banda se dan la mano, evitando la emoción más sensiblera pero ahondando en la introspección, en un sonido robusto y sin fisuras, en el que -para colmo- Mikael Stanne ruge como nunca, hay menos partes melódicas, pero más desgarro y velocidad.
Producido por Anders Lagerfors y Jonatan Thomasson, “Moment”, arranca con “Phantom Days” de manera más calmada, guitarras dobladas y los gruñidos de Stanne, con una guitarra bellísima (2:33) que inunda la composición, similar a lo que viviremos en “Transient” (2:51). Y es que parece que Dark Tranquility aquí han querido herirnos en el corazón con sus seis cuerdas y unas canciones redondas, gruesas y desgarradas, pero en las que no ceden en el sentimiento tampoco. “Identical to None” sube las revoluciones, Mikael canta con más rabia y el desarrollo de las guitarras recuerda más al sonido Gotemburgo que al gótico, al death metal más melódico, en lugar de lo facturado en “Atoma”.
Un nuevo acierto de la banda sueca que siguen sin decepcionarnos, a pesar del tiempo y de los cambios, en un disco en el que hay algunos momentos (“Standstill” o “A Drawn Out Exit”) en los que bajan la guardia y firman canciones que no están a la altura del conjunto pero que tampoco desmerecen un trabajo casi redondo, diez canciones, perfectamente medidas que capturan perfectamente la esencia de la banda y el momento que nos toca vivir. Así da gusto…